Maes, hablemos de una de las broncas más viejas de nuestras pampas: el ganadero que se levanta un día y encuentra una de sus vacas hecha un colador, y por otro lado, el jaguar o el puma que simplemente está tratando de sobrevivir en un mundo que cada vez le deja menos espacio. Es un despiche, por donde se le vea. El productor pierde plata, el felino se gana mala fama y, al final, la conservación se va al traste porque la gente se resiente. Diay, es la historia de siempre. Pero parece que en Guanacaste se pusieron las pilas y encontraron una solución que, sinceramente, está a otro nivel.
Resulta que el Área de Conservación Guanacaste (ACG), junto a Corfoga (los maes de los ganaderos) y la gente pro de Panthera Costa Rica, armaron un plan que suena tan simple como brillante: cercas eléctricas. Pero ojo, no es la cerca de alambre de púas del abuelo. ¡Qué va! Esta es una vara tecnológica, pensada y diseñada para el problema específico. La primera la montaron en una finca llamada La Florcita, allá por el asentamiento Juan Santamaría. Es un aparto de hectárea y media donde meten al ganado a las 5 de la tarde. Básicamente, es un búnker nocturno para vacas. El felino llega, se topa con el chunche eléctrico, se pega un sustillo y se va a buscar presas más fáciles, como tiene que ser. ¡Qué chiva!
Lo más carga de todo esto no es solo poner la cerca y ya. Es todo el brete de investigación que hay detrás. El equipo detrás de esto son unos cargas. No llegan a la loca a instalar varas. Primero, se sientan a hablar con los productores, hacen entrevistas, analizan el terreno y hasta usan una app en el celular para recopilar datos de cada ataque. Con toda esa información, diseñan una solución a la medida de cada finca. Ya lo replicaron en otros lugares como Las Palomas y Renacer. ¡Qué nivel de planificación! Esto demuestra que no es una ocurrencia, sino una estrategia bien pensada, donde se escucha al que de verdad sabe lo que es perder un animal.
Y es que esto va más allá de salvarle la tanda al ganadero. Seamos honestos, felinos como el jaguar y el puma la tienen fea. Están en la lista roja de especies amenazadas, principalmente porque nos hemos volado su hábitat y porque, históricamente, la solución al conflicto era un rifle. Esta nueva movida cambia las reglas del juego. En lugar de ver al jaguar como el enemigo, se le da al productor una herramienta real y efectiva para proteger lo suyo. Ya no se trata de escoger un bando entre la producción y la conservación; se trata de encontrar un balance inteligente donde ambos puedan coexistir sin jalarse una torta.
Al final del día, esta vara en Guanacaste es el ejemplo perfecto de que la conservación no se hace desde una oficina en Chepe. Se hace en el campo, ensuciándose las botas y trabajando de la mano con la gente. La cooperación entre una entidad del gobierno como el ACG, una corporación de productores como Corfoga y una ONG especializada como Panthera es la fórmula del éxito. Es la prueba de que cuando se deja el orgullo de lado y se busca una solución conjunta, se pueden lograr cosas impresionantes. Esto sí es pensar a futuro, mae.
Diay, maes, ¿qué opinan ustedes de esta iniciativa? ¿Conocen a alguien en Guna que le haya pasado algo así? ¿Creen que esta es la solución definitiva para el conflicto o se les ocurre otra vara que podría funcionar? ¡Los leo!
Resulta que el Área de Conservación Guanacaste (ACG), junto a Corfoga (los maes de los ganaderos) y la gente pro de Panthera Costa Rica, armaron un plan que suena tan simple como brillante: cercas eléctricas. Pero ojo, no es la cerca de alambre de púas del abuelo. ¡Qué va! Esta es una vara tecnológica, pensada y diseñada para el problema específico. La primera la montaron en una finca llamada La Florcita, allá por el asentamiento Juan Santamaría. Es un aparto de hectárea y media donde meten al ganado a las 5 de la tarde. Básicamente, es un búnker nocturno para vacas. El felino llega, se topa con el chunche eléctrico, se pega un sustillo y se va a buscar presas más fáciles, como tiene que ser. ¡Qué chiva!
Lo más carga de todo esto no es solo poner la cerca y ya. Es todo el brete de investigación que hay detrás. El equipo detrás de esto son unos cargas. No llegan a la loca a instalar varas. Primero, se sientan a hablar con los productores, hacen entrevistas, analizan el terreno y hasta usan una app en el celular para recopilar datos de cada ataque. Con toda esa información, diseñan una solución a la medida de cada finca. Ya lo replicaron en otros lugares como Las Palomas y Renacer. ¡Qué nivel de planificación! Esto demuestra que no es una ocurrencia, sino una estrategia bien pensada, donde se escucha al que de verdad sabe lo que es perder un animal.
Y es que esto va más allá de salvarle la tanda al ganadero. Seamos honestos, felinos como el jaguar y el puma la tienen fea. Están en la lista roja de especies amenazadas, principalmente porque nos hemos volado su hábitat y porque, históricamente, la solución al conflicto era un rifle. Esta nueva movida cambia las reglas del juego. En lugar de ver al jaguar como el enemigo, se le da al productor una herramienta real y efectiva para proteger lo suyo. Ya no se trata de escoger un bando entre la producción y la conservación; se trata de encontrar un balance inteligente donde ambos puedan coexistir sin jalarse una torta.
Al final del día, esta vara en Guanacaste es el ejemplo perfecto de que la conservación no se hace desde una oficina en Chepe. Se hace en el campo, ensuciándose las botas y trabajando de la mano con la gente. La cooperación entre una entidad del gobierno como el ACG, una corporación de productores como Corfoga y una ONG especializada como Panthera es la fórmula del éxito. Es la prueba de que cuando se deja el orgullo de lado y se busca una solución conjunta, se pueden lograr cosas impresionantes. Esto sí es pensar a futuro, mae.
Diay, maes, ¿qué opinan ustedes de esta iniciativa? ¿Conocen a alguien en Guna que le haya pasado algo así? ¿Creen que esta es la solución definitiva para el conflicto o se les ocurre otra vara que podría funcionar? ¡Los leo!