Maes, vamos a hablar de una vara que nos toca a todos: la Caja. Ese chunche que debería ser nuestro orgullo y que, seamos honestos, a ratos se siente como una lotería de la paciencia. Y la noticia que acaba de reventar es para sentarse a llorar: según datos fresquitos de marzo, más de 1.2 millones de ticos estamos haciendo fila para que nos vea un doctor, nos hagan un examen o nos operen. Repito, 1.2 MILLONES. Eso es casi una cuarta parte del país. ¡Qué despiche más monumental!
Para que entiendan la magnitud de la torta, no estamos hablando de gente esperando para una cita de control. La cosa está así: hay 340,558 personas esperando por una consulta con un especialista, 190,076 aguardando por una cirugía (imagínense el dolor o la angustia de esa gente) y, para rematar, 723,156 en la fila para procedimientos de diagnóstico. O sea, gente que ni siquiera sabe qué tiene porque está esperando una mamografía, un TAC o una resonancia. Es una crisis silenciosa que le está costando la salud, el brete y la paz a miles de familias. La vara se puso seria hace rato y parece que a nivel político nadie encuentra la brújula.
Y diay, como en río revuelto ganancia de pescadores, apareció la Cámara Costarricense de la Salud, que básicamente son los meros meros del sector privado. Salieron a decir: "¡Epa! Nosotros podemos ayudar". Y no es una ayudita cualquiera. Están poniendo sobre la mesa la capacidad de hacer más de 46,000 procedimientos al mes. Hablan de 16,000 cirugías (desde cataratas hasta apendicectomías), casi 16,500 diagnósticos y unas 13,000 consultas en un montón de especialidades. En papel, la oferta suena a música celestial. Es como estar ahogándose y que te tiren un salvavidas de oro.
Pero aquí es donde la cosa se pone peluda y tenemos que quitarnos el sombrero de paciente desesperado y ponernos el de ciudadano crítico. Massimo Manzi, el director de la Cámara, dice que quieren ser un "aliado estratégico" y que la problemática debe ser una "prioridad nacional". ¡Claro que es una prioridad! La pregunta del millón no es si pueden ayudar, sino a qué costo. ¿Estamos viendo una colaboración genuina o el primer paso para ir desmantelando el modelo solidario de la Caja y entregárselo en bandeja de plata a los privados? Porque una vez que se abre esa puerta, cerrarla es casi imposible. ¿Qué pasa con el principio de universalidad si empezamos a tercerizar la salud a este nivel?
Al final, el dilema es profundo. Por un lado, tenés a tu tata esperando meses por una operación de rodilla que le devuelva la calidad de vida. Por otro, tenés el fantasma de que la solución de hoy sea la enfermedad de mañana para el sistema de salud pública. Es fácil decir "¡que lo arreglen ya!", pero la forma en que se arregle va a definir el futuro de la seguridad social en Costa Rica. La Caja se nos puede ir al traste si no se toman decisiones inteligentes, no solo parches temporales. Así que, maes, les dejo la pregunta picando en el área: ¿Ustedes qué prefieren? ¿Aceptar esta "colaboración" masiva del sector privado para salir del hueco ya, aunque implique riesgos para el modelo de la Caja a largo plazo, o exigirle al Estado que resuelva el despiche desde adentro, aunque eso signifique seguir esperando?
Para que entiendan la magnitud de la torta, no estamos hablando de gente esperando para una cita de control. La cosa está así: hay 340,558 personas esperando por una consulta con un especialista, 190,076 aguardando por una cirugía (imagínense el dolor o la angustia de esa gente) y, para rematar, 723,156 en la fila para procedimientos de diagnóstico. O sea, gente que ni siquiera sabe qué tiene porque está esperando una mamografía, un TAC o una resonancia. Es una crisis silenciosa que le está costando la salud, el brete y la paz a miles de familias. La vara se puso seria hace rato y parece que a nivel político nadie encuentra la brújula.
Y diay, como en río revuelto ganancia de pescadores, apareció la Cámara Costarricense de la Salud, que básicamente son los meros meros del sector privado. Salieron a decir: "¡Epa! Nosotros podemos ayudar". Y no es una ayudita cualquiera. Están poniendo sobre la mesa la capacidad de hacer más de 46,000 procedimientos al mes. Hablan de 16,000 cirugías (desde cataratas hasta apendicectomías), casi 16,500 diagnósticos y unas 13,000 consultas en un montón de especialidades. En papel, la oferta suena a música celestial. Es como estar ahogándose y que te tiren un salvavidas de oro.
Pero aquí es donde la cosa se pone peluda y tenemos que quitarnos el sombrero de paciente desesperado y ponernos el de ciudadano crítico. Massimo Manzi, el director de la Cámara, dice que quieren ser un "aliado estratégico" y que la problemática debe ser una "prioridad nacional". ¡Claro que es una prioridad! La pregunta del millón no es si pueden ayudar, sino a qué costo. ¿Estamos viendo una colaboración genuina o el primer paso para ir desmantelando el modelo solidario de la Caja y entregárselo en bandeja de plata a los privados? Porque una vez que se abre esa puerta, cerrarla es casi imposible. ¿Qué pasa con el principio de universalidad si empezamos a tercerizar la salud a este nivel?
Al final, el dilema es profundo. Por un lado, tenés a tu tata esperando meses por una operación de rodilla que le devuelva la calidad de vida. Por otro, tenés el fantasma de que la solución de hoy sea la enfermedad de mañana para el sistema de salud pública. Es fácil decir "¡que lo arreglen ya!", pero la forma en que se arregle va a definir el futuro de la seguridad social en Costa Rica. La Caja se nos puede ir al traste si no se toman decisiones inteligentes, no solo parches temporales. Así que, maes, les dejo la pregunta picando en el área: ¿Ustedes qué prefieren? ¿Aceptar esta "colaboración" masiva del sector privado para salir del hueco ya, aunque implique riesgos para el modelo de la Caja a largo plazo, o exigirle al Estado que resuelva el despiche desde adentro, aunque eso signifique seguir esperando?