¡Ay, Dios mío! La cosa está dura, gente. Resulta que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) está teniendo un brete enorme con el cáncer de mama, y no precisamente porque no quiera atender a las pacientes, sino porque parece que se les fue el rollo en la parte de la prevención. Según datos recientes, cada día se diagnostican alrededor de cinco mujeres con esta enfermedad, lo cual nos pone a pensar qué tan preparados estamos para enfrentar este panorama.
Y ojo, que esto no es novedad. Desde hace rato sabemos que el cáncer de mama es el segundo causante de muerte por cáncer en nuestro país, superado únicamente por el cáncer colorrectal. Esto debería encender todas las alarmas, pero parece que la planificación dentro de la CCSS sigue siendo un poco... digamos, relajada. La Auditoría General de la República soltó un informe que da bastante que pensar sobre cómo se maneja esta vara.
Lo primero que saltó a la vista es que, si nos vamos a poner serios, la CCSS está tirándole piedras a su propio techo. Un diagnóstico de cáncer de mama no es barato, ni loco. Por ejemplo, una simple sesión de quimioterapia puede costarle a la Caja unos ¢1.168.523, ¡y eso es solo una sesión! En total, el tratamiento completo puede llegar a sumar unos ¢14 millones. Imagínate el impacto en el presupuesto nacional si seguimos llegando a estadios avanzados de la enfermedad.
Pero lo peor de todo, según el informe, es que los planes estratégicos de la CCSS no consideran la detección temprana del cáncer de mama como una prioridad. ¡No me digas! Mientras que el cáncer colorrectal sí tiene un lugar especial en estos planes, el cáncer de mama parece que está viviendo en una dimensión paralela. Parece que hay un descuido ahí, un desatino que no podemos seguir ignorando, maes.
Y no solo eso, también tenemos la Norma para la Atención Integral de Cáncer de Mama, emitida desde 2014, que suena muy bien en teoría, pero que carece de indicadores y metas claras para evaluar su efectividad. Es como tener una receta deliciosa pero olvidarte de echarle sal… ¡qué despiche! Simplemente establece aspectos técnicos para el diagnóstico y la atención, dejando de lado la parte fundamental de la prevención.
La Auditoría señala que estas deficiencias han afectado directamente la cobertura del tamizaje y diagnóstico, especialmente en zonas rurales donde las personas son más vulnerables. Esto significa que muchas mujeres, que podrían haber recibido un diagnóstico temprano y tener mayores posibilidades de recuperación, terminan descubriendo la enfermedad en etapas avanzadas, lo cual complica muchísimo el tratamiento y aumenta la mortalidad. ¡Qué torta!
Y las estadísticas lo confirman. En 2024, apenas el 55% de las mujeres que entraron al sistema de salud para recibir tratamiento por cáncer de mama se realizaron una mamografía a través de la CCSS. Además, una encuesta revelaba que muchos pacientes debían esperar más de un año para conseguir una cita para mamografías, lo cual es inaceptable. ¡Se jalaron una torta!, como dicen por acá, demorándose tanto en resolver el problema.
En fin, la situación es preocupante y requiere de soluciones urgentes. Es hora de que la CCSS ponga manos a la obra y haga una revisión profunda de sus estrategias, priorizando la detección temprana del cáncer de mama y garantizando el acceso equitativo a los servicios de salud para todas las mujeres costarricenses. Pero dime tú, ¿crees que la CCSS realmente tomará cartas en el asunto, o seguirá siendo una vara salada en la atención del cáncer de mama?
Y ojo, que esto no es novedad. Desde hace rato sabemos que el cáncer de mama es el segundo causante de muerte por cáncer en nuestro país, superado únicamente por el cáncer colorrectal. Esto debería encender todas las alarmas, pero parece que la planificación dentro de la CCSS sigue siendo un poco... digamos, relajada. La Auditoría General de la República soltó un informe que da bastante que pensar sobre cómo se maneja esta vara.
Lo primero que saltó a la vista es que, si nos vamos a poner serios, la CCSS está tirándole piedras a su propio techo. Un diagnóstico de cáncer de mama no es barato, ni loco. Por ejemplo, una simple sesión de quimioterapia puede costarle a la Caja unos ¢1.168.523, ¡y eso es solo una sesión! En total, el tratamiento completo puede llegar a sumar unos ¢14 millones. Imagínate el impacto en el presupuesto nacional si seguimos llegando a estadios avanzados de la enfermedad.
Pero lo peor de todo, según el informe, es que los planes estratégicos de la CCSS no consideran la detección temprana del cáncer de mama como una prioridad. ¡No me digas! Mientras que el cáncer colorrectal sí tiene un lugar especial en estos planes, el cáncer de mama parece que está viviendo en una dimensión paralela. Parece que hay un descuido ahí, un desatino que no podemos seguir ignorando, maes.
Y no solo eso, también tenemos la Norma para la Atención Integral de Cáncer de Mama, emitida desde 2014, que suena muy bien en teoría, pero que carece de indicadores y metas claras para evaluar su efectividad. Es como tener una receta deliciosa pero olvidarte de echarle sal… ¡qué despiche! Simplemente establece aspectos técnicos para el diagnóstico y la atención, dejando de lado la parte fundamental de la prevención.
La Auditoría señala que estas deficiencias han afectado directamente la cobertura del tamizaje y diagnóstico, especialmente en zonas rurales donde las personas son más vulnerables. Esto significa que muchas mujeres, que podrían haber recibido un diagnóstico temprano y tener mayores posibilidades de recuperación, terminan descubriendo la enfermedad en etapas avanzadas, lo cual complica muchísimo el tratamiento y aumenta la mortalidad. ¡Qué torta!
Y las estadísticas lo confirman. En 2024, apenas el 55% de las mujeres que entraron al sistema de salud para recibir tratamiento por cáncer de mama se realizaron una mamografía a través de la CCSS. Además, una encuesta revelaba que muchos pacientes debían esperar más de un año para conseguir una cita para mamografías, lo cual es inaceptable. ¡Se jalaron una torta!, como dicen por acá, demorándose tanto en resolver el problema.
En fin, la situación es preocupante y requiere de soluciones urgentes. Es hora de que la CCSS ponga manos a la obra y haga una revisión profunda de sus estrategias, priorizando la detección temprana del cáncer de mama y garantizando el acceso equitativo a los servicios de salud para todas las mujeres costarricenses. Pero dime tú, ¿crees que la CCSS realmente tomará cartas en el asunto, o seguirá siendo una vara salada en la atención del cáncer de mama?