Maes, si pensaban que la novela de la revisión técnica vehicular (RTV) ya iba a terminar, mejor sírvanse un cafecito y pónganse cómodos, porque parece que acaban de renovarla para otra temporada. Y como en toda buena producción nacional, el guion es un enredo de apelaciones, competencias legales y, al final del día, una parálisis que nos afecta a todos los que andamos en chunche propio. ¡Qué torta, de verdad! La noticia del día es que la Contraloría le bateó de jonrón la apelación a TÜV Rheinland, la empresa que competía por quedarse con el servicio. ¿El resultado? Dekra, la empresa alemana que llegó como una solución temporal, se queda con el brete por lo menos un año más mientras el gobierno ve cómo arregla este despiche.
Vamos por partes para entender el enredo. Resulta que TÜV Rheinland, al ver que los sacaron de la jugada, fue a llorarle a la Contraloría. Pero la Contraloría, en un acto de lógica burocrática pura y dura, básicamente les dijo: "Mae, muy bonito y todo, pero este no es mi brete. Vayan a tocarle la puerta al MOPT". En lenguaje de abogado, fundamentaron su decisión en "falta de competencia legal". O sea, un portazo en la cara con todas las de ley. Para la empresa alemana-española, ¡qué sal! Se quedaron viendo para el ciprés, porque ahora tienen que empezar el proceso de queja por las vías "ordinarias", un camino que todos sabemos que es más largo que una semana sin agua. Mientras tanto, el reloj sigue corriendo y los carros siguen necesitando la revisión.
Pero, ¿cómo llegamos a este punto? Aquí es donde la vara se pone fea y hay que apuntar el dedo a quien se lo merece: COSEVI. Todo este embrollo nació porque, en primer lugar, COSEVI se jaló una torta monumental al detectar un supuesto conflicto de interés en el proceso... ¡después de haberlo iniciado! Es como darse cuenta de que no hay harina cuando ya mezclaste los huevos y el azúcar. Por ese error original, todo el proceso de precalificación, donde ya había dos empresas listas para competir, se fue al traste. Ahora no queda más que archivar todo, meterlo en una gaveta y empezar de cero. Literalmente, volver a la casilla de salida, con todo el gasto de tiempo y recursos que eso implica para el país.
Y entonces, ¿quién gana con todo esto? Diay, por ahora, Dekra. Sin mover un dedo, la decisión de archivar el concurso les regala un año más de operación garantizada. Ojo, no es que estén haciendo algo malo, simplemente son los beneficiarios directos de la inoperancia ajena. Seguirán cobrando por la revisión mientras el MOPT y COSEVI se sientan a dibujar de nuevo el plan para una licitación nacional. Lo irónico es que en este nuevo concurso podrán participar todos: las empresas que ya estaban, nuevas que quieran entrar y hasta la propia Dekra, que ahora juega con la ventaja de estar ya posicionada y con toda la infraestructura montada. Un escenario que, para muchos, huele a improvisación crónica.
Al final, esta historia es un reflejo perfecto de una enfermedad que padecemos en Costa Rica: la parálisis por análisis y la burocracia que se muerde la cola. Pasamos meses, si no años, en procesos de licitación que terminan en apelaciones, anulaciones y parches temporales que se vuelven permanentes. El servicio de RTV es demasiado sensible como para andar en estas carreras de sacos. Afecta el bolsillo, la seguridad y la paciencia de miles de ticos. Por eso les pregunto, gente del foro: más allá de quién nos pone la bendita estampilla en el parabrisas, ¿no les parece que este ciclo de errores, apelaciones y soluciones de último minuto es el verdadero problema de fondo en nuestra administración pública?
Vamos por partes para entender el enredo. Resulta que TÜV Rheinland, al ver que los sacaron de la jugada, fue a llorarle a la Contraloría. Pero la Contraloría, en un acto de lógica burocrática pura y dura, básicamente les dijo: "Mae, muy bonito y todo, pero este no es mi brete. Vayan a tocarle la puerta al MOPT". En lenguaje de abogado, fundamentaron su decisión en "falta de competencia legal". O sea, un portazo en la cara con todas las de ley. Para la empresa alemana-española, ¡qué sal! Se quedaron viendo para el ciprés, porque ahora tienen que empezar el proceso de queja por las vías "ordinarias", un camino que todos sabemos que es más largo que una semana sin agua. Mientras tanto, el reloj sigue corriendo y los carros siguen necesitando la revisión.
Pero, ¿cómo llegamos a este punto? Aquí es donde la vara se pone fea y hay que apuntar el dedo a quien se lo merece: COSEVI. Todo este embrollo nació porque, en primer lugar, COSEVI se jaló una torta monumental al detectar un supuesto conflicto de interés en el proceso... ¡después de haberlo iniciado! Es como darse cuenta de que no hay harina cuando ya mezclaste los huevos y el azúcar. Por ese error original, todo el proceso de precalificación, donde ya había dos empresas listas para competir, se fue al traste. Ahora no queda más que archivar todo, meterlo en una gaveta y empezar de cero. Literalmente, volver a la casilla de salida, con todo el gasto de tiempo y recursos que eso implica para el país.
Y entonces, ¿quién gana con todo esto? Diay, por ahora, Dekra. Sin mover un dedo, la decisión de archivar el concurso les regala un año más de operación garantizada. Ojo, no es que estén haciendo algo malo, simplemente son los beneficiarios directos de la inoperancia ajena. Seguirán cobrando por la revisión mientras el MOPT y COSEVI se sientan a dibujar de nuevo el plan para una licitación nacional. Lo irónico es que en este nuevo concurso podrán participar todos: las empresas que ya estaban, nuevas que quieran entrar y hasta la propia Dekra, que ahora juega con la ventaja de estar ya posicionada y con toda la infraestructura montada. Un escenario que, para muchos, huele a improvisación crónica.
Al final, esta historia es un reflejo perfecto de una enfermedad que padecemos en Costa Rica: la parálisis por análisis y la burocracia que se muerde la cola. Pasamos meses, si no años, en procesos de licitación que terminan en apelaciones, anulaciones y parches temporales que se vuelven permanentes. El servicio de RTV es demasiado sensible como para andar en estas carreras de sacos. Afecta el bolsillo, la seguridad y la paciencia de miles de ticos. Por eso les pregunto, gente del foro: más allá de quién nos pone la bendita estampilla en el parabrisas, ¿no les parece que este ciclo de errores, apelaciones y soluciones de último minuto es el verdadero problema de fondo en nuestra administración pública?