Mae, ¿vieron la última vara que se inventaron en Estados Unidos? Parece que a unos senadores se les metió la idea de “recuperar” empleos y presentaron un proyecto de ley con un nombre que suena a película de acción de los 90: Keep Call Centers in America Act. La traducción es tan directa que asusta: “Ley para mantener los centros de llamadas en EE. UU.”. Diay, apenas uno lee eso y se le paran los pelos, porque si hay algo que abunda en este país son centros de servicios para empresas gringas. La primera reacción es pensar: ¡qué torta! ¿Ahora qué hacemos?
Claro, como era de esperarse, ya salió AmCham (la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio) a echarle agüita al incendio. En un comunicado muy diplomático, nos piden “calma” y “serenidad”, diciendo que la vara está en una etapa muy temprana y que proyectos parecidos se han quedado pegados en el Congreso gringo antes. Su argumento es que esto es más un “debate recurrente” que una amenaza real e inmediata. Pero, y aquí está el detalle, entre líneas admiten que sí, que algunos centros de llamadas “muy relevantes” podrían verse afectados. O sea, nos dicen que tranquilos, pero con el extintor en la mano por si acaso.
Aquí es donde la vara se pone interesante y donde hay que dejar de pensar en el “call center” donde uno llamaba hace 15 años para quejarse del internet. AmCham insiste en que la mayoría del brete que se hace aquí no es de llamadas tradicionales, sino de “procesos especializados de alto valor”. Pensemos en analistas de datos, genios de ciberseguridad, contadores bilingües, especialistas en logística… gente que no solo contesta un teléfono, sino que le da soporte complejo a multinacionales. Según ellos, este tipo de brete no le roba el trabajo a un gringo, sino que lo “complementa”, haciendo que toda la operación global sea más eficiente. Es la diferencia entre ser el que contesta el teléfono y ser el que diseña el sistema telefónico.
Y como no hay mal que por bien no venga, AmCham aprovechó el viaje para mandarle un filazo al gobierno de aquí. Básicamente dijeron: “Ok, para que este tipo de leyes gringas no nos afecten, necesitamos que ustedes se pongan las pilas”. ¿Y qué piden? Lo de siempre, pero que no termina de pasar: que se aprueben de una vez por todas las jornadas 4x3 para que las empresas puedan operar 24/7 sin broncas, que se estabilice el tipo de cambio para ser más competitivos, que bajen los costos de la electricidad (el chiste se cuenta solo) y que mejoren la infraestructura. Es un recordatorio de que nuestra principal amenaza a veces no es un proyecto de ley en Washington, sino nuestra propia capacidad para entrabarnos con burocracia.
Al final, la situación queda en un “veremos”. Por un lado, la lógica dice que una empresa gringa no va a dejar de invertir aquí solo por una ley si el talento, la estabilidad y la zona horaria le sirven. Nuestro valor agregado es real. Pero por otro, la política gringa es un animal impredecible, y en año de elecciones, cualquier discurso populista puede ganar tracción. Si la vara avanza, podríamos ver un escenario donde las empresas que reciben fondos federales de allá tengan prohibido contratar servicios acá, y eso sí sería un golpe. Así que, aunque AmCham nos pida calma, es imposible no quedarse con esa espinita.
Ustedes qué dicen, compas? ¿Es puro show gringo como dice AmCham, o de verdad se nos puede ir al traste el brete en servicios? ¿Deberíamos estar más preocupados por los políticos de allá o por los de acá que no se ponen las pilas con las jornadas 4x3 y los costos?
Claro, como era de esperarse, ya salió AmCham (la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio) a echarle agüita al incendio. En un comunicado muy diplomático, nos piden “calma” y “serenidad”, diciendo que la vara está en una etapa muy temprana y que proyectos parecidos se han quedado pegados en el Congreso gringo antes. Su argumento es que esto es más un “debate recurrente” que una amenaza real e inmediata. Pero, y aquí está el detalle, entre líneas admiten que sí, que algunos centros de llamadas “muy relevantes” podrían verse afectados. O sea, nos dicen que tranquilos, pero con el extintor en la mano por si acaso.
Aquí es donde la vara se pone interesante y donde hay que dejar de pensar en el “call center” donde uno llamaba hace 15 años para quejarse del internet. AmCham insiste en que la mayoría del brete que se hace aquí no es de llamadas tradicionales, sino de “procesos especializados de alto valor”. Pensemos en analistas de datos, genios de ciberseguridad, contadores bilingües, especialistas en logística… gente que no solo contesta un teléfono, sino que le da soporte complejo a multinacionales. Según ellos, este tipo de brete no le roba el trabajo a un gringo, sino que lo “complementa”, haciendo que toda la operación global sea más eficiente. Es la diferencia entre ser el que contesta el teléfono y ser el que diseña el sistema telefónico.
Y como no hay mal que por bien no venga, AmCham aprovechó el viaje para mandarle un filazo al gobierno de aquí. Básicamente dijeron: “Ok, para que este tipo de leyes gringas no nos afecten, necesitamos que ustedes se pongan las pilas”. ¿Y qué piden? Lo de siempre, pero que no termina de pasar: que se aprueben de una vez por todas las jornadas 4x3 para que las empresas puedan operar 24/7 sin broncas, que se estabilice el tipo de cambio para ser más competitivos, que bajen los costos de la electricidad (el chiste se cuenta solo) y que mejoren la infraestructura. Es un recordatorio de que nuestra principal amenaza a veces no es un proyecto de ley en Washington, sino nuestra propia capacidad para entrabarnos con burocracia.
Al final, la situación queda en un “veremos”. Por un lado, la lógica dice que una empresa gringa no va a dejar de invertir aquí solo por una ley si el talento, la estabilidad y la zona horaria le sirven. Nuestro valor agregado es real. Pero por otro, la política gringa es un animal impredecible, y en año de elecciones, cualquier discurso populista puede ganar tracción. Si la vara avanza, podríamos ver un escenario donde las empresas que reciben fondos federales de allá tengan prohibido contratar servicios acá, y eso sí sería un golpe. Así que, aunque AmCham nos pida calma, es imposible no quedarse con esa espinita.
Ustedes qué dicen, compas? ¿Es puro show gringo como dice AmCham, o de verdad se nos puede ir al traste el brete en servicios? ¿Deberíamos estar más preocupados por los políticos de allá o por los de acá que no se ponen las pilas con las jornadas 4x3 y los costos?