Mae, seamos honestos. La noticia del chiquito atacado por un perro en un mall de Escazú es de esas que a uno le hielan la sangre. Y más allá del susto y de lo salado que estuvo el güila, la vara destapó una olla de grillos que muchos veíamos venir: el concepto "pet friendly" en Costa Rica se nos está convirtiendo en un despiche de buenas intenciones y pésima ejecución. ¡Qué torta! Todos muy contentos subiendo la foto del perrito con un capuchino de fondo, pero a la hora de la verdad, parece que la única regla es que no haya reglas. Y así, diay, no se puede.
El Colegio de Veterinarios salió a poner los puntos sobre las íes, y la verdad, sin pelos en la lengua. La presidenta, Silvia Coto, básicamente dijo lo que cualquier persona con dos dedos de frente piensa: un sticker en la puerta no te hace "pet friendly". Es como decir que tenés un restaurante cinco estrellas solo porque compraste platos bonitos. Si no hay protocolos, si no hay gente capacitada y si no hay un plan de acción para cuando las cosas salen mal —porque van a salir mal—, lo que tenés no es un espacio amigable, es una bomba de tiempo. Los comercios se han montado en la ola del marketing sin asumir el brete que conlleva, y el resultado es este caos.
Las recomendaciones del Colvet son de puro sentido común, pero parece que hay que deletreárselas a más de uno. Hablan de controlar cuántos animales entran, de pedir carné de vacunas, correa y hasta bozal si el chunche lo amerita. ¡Lógico! No es que se pueda meter todo el arca de Noé al food court. También piden zonas designadas, separadas de las áreas de comida o de mucho movimiento. Y lo más importante: tener una brigada que sepa qué hacer si se arma el zafarrancho. No es poner al guarda, que bastante tiene con su propio brete, a separar una pelea de perros. Es tener personal entrenado en contención, con botiquines para humanos y animales, y un número de emergencias a mano. ¡Es lo mínimo!
Ahora, tampoco le echemos toda la culpa al local. Aquí es donde la cosa se pone incómoda para muchos dueños de mascotas. Mae, si usted decide sacar a su perro a un lugar público lleno de gente, la responsabilidad civil es 100% suya. Su perro no es un accesorio para su outfit, es un animal con instintos. El Colvet lo dice clarito: las acciones de su mascota son su bronca. Por eso sugieren tener seguros de responsabilidad civil particulares. ¿Cuánta gente que anda paseando a su perro por Multiplaza o Lincoln Plaza tiene uno de esos? Se lo apuesto: casi nadie. La vara es que la cultura "pet friendly" no puede funcionar si los dueños no entienden que su libertad termina donde empieza la seguridad de los demás.
Al final, este asunto se resume en una palabra: responsabilidad compartida. De nada sirve que un centro comercial se jale una torta invirtiendo en protocolos si después llega un dueño irresponsable con un perro sin socializar y sin correa. Y de nada sirve que usted sea el dueño más consciente del mundo si el lugar al que va es un campo minado sin reglas claras. La iniciativa es chiva, nadie lo niega, pero si no nos ponemos serios, este ideal de convivencia se nos va a ir al traste y van a terminar prohibiendo la entrada de animales en todo lado, pagando justos por pecadores. Así que, la pregunta es para ustedes, foreros.
¿Ustedes de verdad confían en los espacios "pet friendly" del país? ¿Creen que los comercios y los dueños están a la altura, o sienten que es puro marketing y al final es un sálvese quien pueda? ¡Cuenten sus experiencias!
El Colegio de Veterinarios salió a poner los puntos sobre las íes, y la verdad, sin pelos en la lengua. La presidenta, Silvia Coto, básicamente dijo lo que cualquier persona con dos dedos de frente piensa: un sticker en la puerta no te hace "pet friendly". Es como decir que tenés un restaurante cinco estrellas solo porque compraste platos bonitos. Si no hay protocolos, si no hay gente capacitada y si no hay un plan de acción para cuando las cosas salen mal —porque van a salir mal—, lo que tenés no es un espacio amigable, es una bomba de tiempo. Los comercios se han montado en la ola del marketing sin asumir el brete que conlleva, y el resultado es este caos.
Las recomendaciones del Colvet son de puro sentido común, pero parece que hay que deletreárselas a más de uno. Hablan de controlar cuántos animales entran, de pedir carné de vacunas, correa y hasta bozal si el chunche lo amerita. ¡Lógico! No es que se pueda meter todo el arca de Noé al food court. También piden zonas designadas, separadas de las áreas de comida o de mucho movimiento. Y lo más importante: tener una brigada que sepa qué hacer si se arma el zafarrancho. No es poner al guarda, que bastante tiene con su propio brete, a separar una pelea de perros. Es tener personal entrenado en contención, con botiquines para humanos y animales, y un número de emergencias a mano. ¡Es lo mínimo!
Ahora, tampoco le echemos toda la culpa al local. Aquí es donde la cosa se pone incómoda para muchos dueños de mascotas. Mae, si usted decide sacar a su perro a un lugar público lleno de gente, la responsabilidad civil es 100% suya. Su perro no es un accesorio para su outfit, es un animal con instintos. El Colvet lo dice clarito: las acciones de su mascota son su bronca. Por eso sugieren tener seguros de responsabilidad civil particulares. ¿Cuánta gente que anda paseando a su perro por Multiplaza o Lincoln Plaza tiene uno de esos? Se lo apuesto: casi nadie. La vara es que la cultura "pet friendly" no puede funcionar si los dueños no entienden que su libertad termina donde empieza la seguridad de los demás.
Al final, este asunto se resume en una palabra: responsabilidad compartida. De nada sirve que un centro comercial se jale una torta invirtiendo en protocolos si después llega un dueño irresponsable con un perro sin socializar y sin correa. Y de nada sirve que usted sea el dueño más consciente del mundo si el lugar al que va es un campo minado sin reglas claras. La iniciativa es chiva, nadie lo niega, pero si no nos ponemos serios, este ideal de convivencia se nos va a ir al traste y van a terminar prohibiendo la entrada de animales en todo lado, pagando justos por pecadores. Así que, la pregunta es para ustedes, foreros.
¿Ustedes de verdad confían en los espacios "pet friendly" del país? ¿Creen que los comercios y los dueños están a la altura, o sienten que es puro marketing y al final es un sálvese quien pueda? ¡Cuenten sus experiencias!