Maes, feliz día de la Independencia atrasado a todos. Espero que la pasaran tuanis, con tamalito, desfiles o simplemente descansando, que también se vale. Yo, como buena periodista chismosa, estaba pegada a la transmisión del acto oficial en el Parque Nacional. Y diay, todo muy lindo, muy patriótico, los himnos, los estudiantes, los embajadores centroamericanos… pero mientras veía la vara, no podía dejar de pensar: aquí falta alguien. Y no cualquier alguien. Faltaba el mae que maneja el chunche, el Presidente de la República. Y honestamente, ¿qué les digo? ¡Qué torta más monumental!
Hablemos claro. El 15 de setiembre no es un feriado más para irse a la playa. Es la fecha cívica por excelencia. Y el acto en el Parque Nacional, frente al Monumento Nacional que representa la victoria contra los filibusteros, es EL evento. No es una inauguración de un caño o la develación de una placa. Es el epicentro simbólico de nuestra soberanía. Ver a la vicepresidenta Mary Munive (que de fijo hace un brete increíble) teniendo que dar la cara por el Ejecutivo, junto al Ministro de Educación y al alcalde de Chepe, se sintió… raro. Incompleto. Es como hacer una fiesta de cumpleaños e invitar a todo el mundo, menos al cumpleañero. Simplemente no cuadra.
Aquí es donde la cosa se pone más densa. Una ausencia así no es un simple olvido en la agenda. Es una declaración. En política, los gestos y los símbolos lo son todo. No estar ahí, en ese lugar y en ese momento, se puede interpretar de mil maneras, y casi ninguna es buena. ¿Es un desaire a la institucionalidad? ¿Un mensaje de que hay "bretes" más importantes que conmemorar 204 años de vida independiente junto al resto de los poderes de la República y los ciudadanos? No sabemos la razón oficial, y ese silencio es casi peor, porque deja la puerta abierta a cualquier especulación. Para mí, honestamente, es jalarse una torta a nivel de comunicación y de imagen patria que va a costar enderezar.
Lo más irónico de todo es ver las fotos del evento. Los estudiantes con sus uniformes impecables, los ciudadanos que llegaron por la libre a sentir el fervor patrio, las banderas ondeando... La gente sí llegó. El pueblo estaba ahí, cumpliendo con la tradición. Los funcionarios de alto nivel estaban ahí. ¡Hasta los embajadores de los países vecinos sacaron el rato para estar presentes! Y en medio de todo ese despliegue de civismo, el asiento del Jefe de Estado, vacío. La imagen es potentísima y, francamente, genera un despiche a nivel de mensaje. ¿Cómo se le pide unidad y amor a la patria al país si la cabeza del gobierno no participa en el ritual más importante de esa misma patria?
Al final, la celebración se hizo, claro. Costa Rica no se va a caer porque un presidente no vaya a un acto. Pero queda un sinsabor, una sensación de que algo importante se rompió en el protocolo y en el respeto por las tradiciones que nos unen. No es un asunto de estar a favor o en contra de un gobierno, es un tema de respeto al cargo y a lo que representa para todos los ticos. Fue un error no forzado que manchó una fecha que debía ser de pura celebración. Diay maes, ¿ustedes qué piensan? ¿Es para tanto o la gente está exagerando? ¿Se jaló una torta el Presi o tenía una buena excusa para no ir al brete más simbólico del año? ¡Los leo!
Hablemos claro. El 15 de setiembre no es un feriado más para irse a la playa. Es la fecha cívica por excelencia. Y el acto en el Parque Nacional, frente al Monumento Nacional que representa la victoria contra los filibusteros, es EL evento. No es una inauguración de un caño o la develación de una placa. Es el epicentro simbólico de nuestra soberanía. Ver a la vicepresidenta Mary Munive (que de fijo hace un brete increíble) teniendo que dar la cara por el Ejecutivo, junto al Ministro de Educación y al alcalde de Chepe, se sintió… raro. Incompleto. Es como hacer una fiesta de cumpleaños e invitar a todo el mundo, menos al cumpleañero. Simplemente no cuadra.
Aquí es donde la cosa se pone más densa. Una ausencia así no es un simple olvido en la agenda. Es una declaración. En política, los gestos y los símbolos lo son todo. No estar ahí, en ese lugar y en ese momento, se puede interpretar de mil maneras, y casi ninguna es buena. ¿Es un desaire a la institucionalidad? ¿Un mensaje de que hay "bretes" más importantes que conmemorar 204 años de vida independiente junto al resto de los poderes de la República y los ciudadanos? No sabemos la razón oficial, y ese silencio es casi peor, porque deja la puerta abierta a cualquier especulación. Para mí, honestamente, es jalarse una torta a nivel de comunicación y de imagen patria que va a costar enderezar.
Lo más irónico de todo es ver las fotos del evento. Los estudiantes con sus uniformes impecables, los ciudadanos que llegaron por la libre a sentir el fervor patrio, las banderas ondeando... La gente sí llegó. El pueblo estaba ahí, cumpliendo con la tradición. Los funcionarios de alto nivel estaban ahí. ¡Hasta los embajadores de los países vecinos sacaron el rato para estar presentes! Y en medio de todo ese despliegue de civismo, el asiento del Jefe de Estado, vacío. La imagen es potentísima y, francamente, genera un despiche a nivel de mensaje. ¿Cómo se le pide unidad y amor a la patria al país si la cabeza del gobierno no participa en el ritual más importante de esa misma patria?
Al final, la celebración se hizo, claro. Costa Rica no se va a caer porque un presidente no vaya a un acto. Pero queda un sinsabor, una sensación de que algo importante se rompió en el protocolo y en el respeto por las tradiciones que nos unen. No es un asunto de estar a favor o en contra de un gobierno, es un tema de respeto al cargo y a lo que representa para todos los ticos. Fue un error no forzado que manchó una fecha que debía ser de pura celebración. Diay maes, ¿ustedes qué piensan? ¿Es para tanto o la gente está exagerando? ¿Se jaló una torta el Presi o tenía una buena excusa para no ir al brete más simbólico del año? ¡Los leo!