Maes, ¿se acuerdan de la novela con la Caja y los pagos a proveedores? Diay, resulta que el capítulo que se suponía que iba a ser el final feliz, donde la institución prometió en agosto que ya todo se arreglaba, terminó siendo más bien el inicio de un drama peor. La promesa de saldar las deudas se fue al traste, y todo apunta a un solo culpable con nombre y apellido: el famoso sistema ERP-SAP. Este chunche tecnológico, que lleva ya tres meses de implementado, en lugar de modernizar la gestión, parece que se convirtió en el ancla que está hundiendo el barco.
Vamos a los datos duros, porque aquí es donde la cosa se pone fea. El director de Innovación de la Caja, un mae de apellido Arias, tuvo que salir a batear y admitir frente a la junta directiva que el plan para arreglar el sistema apenas lleva un 44% de avance. ¡Ni a la mitad han llegado! De los ¢73.234 millones que se comprometieron a pagar en agosto, todavía deben más de ¢26.500 millones. Y mientras la Caja saca pecho diciendo que ha consignado un montón de plata, la Cámara de la Salud les tira en la cara la realidad: hay 8.000 facturas guindando, sin pagar. Esto no es un simple atraso, gente; esto significa que las empresas que le suplen de todo a los hospitales, desde gasas hasta equipo especializado, están con el agua al cuello y podrían dejar de entregar insumos. ¡Qué sal!
Y es que el problema es de raíz. Imagínense que la Tesorería tiene capacidad para tramitar más de 1.300 facturas por día, un número bastante decente para mantener el flujo. Sin embargo, con el nuevo sistema, a duras penas logran registrar un promedio de 581. O sea, el brete se está haciendo a menos de la mitad de la capacidad. El informe es para llorar: hay 14.000 documentos pegados en el sistema, algunos desde mayo, facturas duplicadas que suman más de ¢15.000 millones y errores de presupuesto por todo lado. Es un despiche administrativo en toda regla, una torta que demuestra una improvisación garrafal en un tema tan delicado como la salud.
Diay, ¿y cuál es la solución mágica de la junta directiva ante este caos? Pues, como buenos ticos, patear la bola para adelante. Acordaron extender la implementación del sistema hasta febrero de 2026. Le están dando casi medio año más de "chance" para que las unidades "se adapten". Mientras tanto, los proveedores y las cámaras empresariales, como Crecex, están pegando el grito al cielo porque los atrasos los están ahogando, comprometiendo su capacidad para pagar salarios, impuestos y hasta sus propias deudas. La cosa es una cadena, y el eslabón más débil, como siempre, termina siendo el ciudadano que depende de un hospital bien abastecido.
Al final, esta vara va más allá de un enredo de sistemas y facturas. Es un síntoma de cómo una mala planificación tecnológica puede poner en jaque un pilar de nuestro país como lo es la Caja. No se trata de estar en contra de la modernización, para nada. El problema es cuando se implementa un proyecto de esta magnitud de forma tan deficiente que termina generando más problemas de los que resuelve. La salud de todos nosotros depende de que ese flujo de insumos no se detenga. Por eso, este tema nos debería importar, y mucho.
Maes, ahora en serio, ¿ustedes creen que extender el plazo hasta 2026 es una solución real o solo una curita para una herida que necesita cirugía? ¿Alguien que trabaje en la Caja o tenga una empresa proveedora que nos pueda contar desde adentro cómo se está viviendo este despiche?
Vamos a los datos duros, porque aquí es donde la cosa se pone fea. El director de Innovación de la Caja, un mae de apellido Arias, tuvo que salir a batear y admitir frente a la junta directiva que el plan para arreglar el sistema apenas lleva un 44% de avance. ¡Ni a la mitad han llegado! De los ¢73.234 millones que se comprometieron a pagar en agosto, todavía deben más de ¢26.500 millones. Y mientras la Caja saca pecho diciendo que ha consignado un montón de plata, la Cámara de la Salud les tira en la cara la realidad: hay 8.000 facturas guindando, sin pagar. Esto no es un simple atraso, gente; esto significa que las empresas que le suplen de todo a los hospitales, desde gasas hasta equipo especializado, están con el agua al cuello y podrían dejar de entregar insumos. ¡Qué sal!
Y es que el problema es de raíz. Imagínense que la Tesorería tiene capacidad para tramitar más de 1.300 facturas por día, un número bastante decente para mantener el flujo. Sin embargo, con el nuevo sistema, a duras penas logran registrar un promedio de 581. O sea, el brete se está haciendo a menos de la mitad de la capacidad. El informe es para llorar: hay 14.000 documentos pegados en el sistema, algunos desde mayo, facturas duplicadas que suman más de ¢15.000 millones y errores de presupuesto por todo lado. Es un despiche administrativo en toda regla, una torta que demuestra una improvisación garrafal en un tema tan delicado como la salud.
Diay, ¿y cuál es la solución mágica de la junta directiva ante este caos? Pues, como buenos ticos, patear la bola para adelante. Acordaron extender la implementación del sistema hasta febrero de 2026. Le están dando casi medio año más de "chance" para que las unidades "se adapten". Mientras tanto, los proveedores y las cámaras empresariales, como Crecex, están pegando el grito al cielo porque los atrasos los están ahogando, comprometiendo su capacidad para pagar salarios, impuestos y hasta sus propias deudas. La cosa es una cadena, y el eslabón más débil, como siempre, termina siendo el ciudadano que depende de un hospital bien abastecido.
Al final, esta vara va más allá de un enredo de sistemas y facturas. Es un síntoma de cómo una mala planificación tecnológica puede poner en jaque un pilar de nuestro país como lo es la Caja. No se trata de estar en contra de la modernización, para nada. El problema es cuando se implementa un proyecto de esta magnitud de forma tan deficiente que termina generando más problemas de los que resuelve. La salud de todos nosotros depende de que ese flujo de insumos no se detenga. Por eso, este tema nos debería importar, y mucho.
Maes, ahora en serio, ¿ustedes creen que extender el plazo hasta 2026 es una solución real o solo una curita para una herida que necesita cirugía? ¿Alguien que trabaje en la Caja o tenga una empresa proveedora que nos pueda contar desde adentro cómo se está viviendo este despiche?