Diay, maes, seamos honestos. Todos tenemos ese tramo de calle en nuestro cantón que parece zona de guerra. Esa ruta que uno conoce de memoria no por el paisaje, sino por el mapa de cráteres que hay que esquivar para que la suspensión del carro no se vaya al traste en media presa. Uno pasa renegando, culpando a la muni de turno y pensando que fijo nuestro barrio tiene las peores calles del país. Bueno, pues la Contraloría General de la República (CGR) acaba de soltar su nuevo Índice de Gestión Municipal y, como quien no quiere la cosa, nos dio la razón… a casi todos.
El informe es un balde de agua fría que le pone números al despiche que ya sentimos en el volante. La CGR analizó las calles de los 84 cantones y la vara es que el panorama general es para llorar. Pero como en toda historia, hay héroes y villanos. El premio al campeón indiscutible, al único que de verdad puede sacar pecho, es para Tibás. ¡Qué nivel el de los tibaseños! Son el único cantón que supera el 90% de sus calles en estado bueno o excelente. Le siguen de cerca, para ser justos, Heredia y La Unión, que también hacen un buen brete. Pero del otro lado de la moneda, en la esquina de la pena ajena, está Puntarenas. Y aquí la cosa se pone fea: en el Puerto no hay un solo metro de calle cantonal en estado “bueno” o “excelente”. Cero. Nulo. ¡Qué torta más monumental! Toda su red vial es “regular”. Y no están solos en el sótano; Paraíso, Upala y Quepos también andan arrastrando la cobija con menos del 10% de sus vías en condiciones decentes.
Ahora, si uno aleja la lupa y ve la foto completa de Costa Rica, la cosa se pone peor. El informe confirma que nuestra queja diaria está más que justificada. A nivel nacional, un abrumador 77% de las calles cantonales está en condición regular, mala o muy mala. ¡Setenta y siete por ciento! Eso significa que por cada calle lisa y bien pintada por la que pasamos, hay casi cuatro que son un campo minado. Apenas un 5% de toda la red vial cantonal del país se gana la etiqueta de “excelente”. Esto no es solo un problema de que el carro brinque; es plata que se nos va en repuestos, es tiempo perdido en presas por calles en mal estado y, como bien dice la CGR, es un riesgo para la seguridad de todos.
¿Y por qué estamos en este hueco (literalmente)? La Contraloría no se anda por las ramas y les jala el aire a las municipalidades. El informe señala que el problema de fondo es la falta de planificación y el puro bateo. Muchas munis no tienen ni un inventario actualizado de cómo están sus calles, puentes y aceras. Se aprueban proyectos sin supervisión técnica que garantice que la plata no se está echando en un saco roto y que el asfalto no se va a desintegrar con el primer baldazo. En resumen: se trabaja sobre la marcha, tapando un hueco aquí y allá, sin una estrategia real. La CGR les está diciendo que se pongan serios, que planifiquen y, muy importante, que escuchen a la gente.
Al final, este informe es más que un simple ranking. Es un espejo que nos muestra cómo la gestión local nos afecta directamente el bolsillo, la paciencia y la calidad de vida. Es la prueba de que mientras algunos cantones sí están haciendo la tarea, la gran mayoría se está quedando peligrosamente rezagada. Y esa diferencia la pagamos todos, ya sea con una llanta ponchada, llegando tarde al brete o, simplemente, con la frustración de vivir en un lugar donde lo básico no funciona como debería.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro, maes: ¿Cómo está la procesión en su cantón? ¿Son de los suertudos que viven en el paraíso vial de Tibás o andan más salados que la cuenta, rezándole a todos los santos cada vez que sacan el carro? ¡Cuenten sus historias de terror (o milagros) viales!
El informe es un balde de agua fría que le pone números al despiche que ya sentimos en el volante. La CGR analizó las calles de los 84 cantones y la vara es que el panorama general es para llorar. Pero como en toda historia, hay héroes y villanos. El premio al campeón indiscutible, al único que de verdad puede sacar pecho, es para Tibás. ¡Qué nivel el de los tibaseños! Son el único cantón que supera el 90% de sus calles en estado bueno o excelente. Le siguen de cerca, para ser justos, Heredia y La Unión, que también hacen un buen brete. Pero del otro lado de la moneda, en la esquina de la pena ajena, está Puntarenas. Y aquí la cosa se pone fea: en el Puerto no hay un solo metro de calle cantonal en estado “bueno” o “excelente”. Cero. Nulo. ¡Qué torta más monumental! Toda su red vial es “regular”. Y no están solos en el sótano; Paraíso, Upala y Quepos también andan arrastrando la cobija con menos del 10% de sus vías en condiciones decentes.
Ahora, si uno aleja la lupa y ve la foto completa de Costa Rica, la cosa se pone peor. El informe confirma que nuestra queja diaria está más que justificada. A nivel nacional, un abrumador 77% de las calles cantonales está en condición regular, mala o muy mala. ¡Setenta y siete por ciento! Eso significa que por cada calle lisa y bien pintada por la que pasamos, hay casi cuatro que son un campo minado. Apenas un 5% de toda la red vial cantonal del país se gana la etiqueta de “excelente”. Esto no es solo un problema de que el carro brinque; es plata que se nos va en repuestos, es tiempo perdido en presas por calles en mal estado y, como bien dice la CGR, es un riesgo para la seguridad de todos.
¿Y por qué estamos en este hueco (literalmente)? La Contraloría no se anda por las ramas y les jala el aire a las municipalidades. El informe señala que el problema de fondo es la falta de planificación y el puro bateo. Muchas munis no tienen ni un inventario actualizado de cómo están sus calles, puentes y aceras. Se aprueban proyectos sin supervisión técnica que garantice que la plata no se está echando en un saco roto y que el asfalto no se va a desintegrar con el primer baldazo. En resumen: se trabaja sobre la marcha, tapando un hueco aquí y allá, sin una estrategia real. La CGR les está diciendo que se pongan serios, que planifiquen y, muy importante, que escuchen a la gente.
Al final, este informe es más que un simple ranking. Es un espejo que nos muestra cómo la gestión local nos afecta directamente el bolsillo, la paciencia y la calidad de vida. Es la prueba de que mientras algunos cantones sí están haciendo la tarea, la gran mayoría se está quedando peligrosamente rezagada. Y esa diferencia la pagamos todos, ya sea con una llanta ponchada, llegando tarde al brete o, simplemente, con la frustración de vivir en un lugar donde lo básico no funciona como debería.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro, maes: ¿Cómo está la procesión en su cantón? ¿Son de los suertudos que viven en el paraíso vial de Tibás o andan más salados que la cuenta, rezándole a todos los santos cada vez que sacan el carro? ¡Cuenten sus historias de terror (o milagros) viales!
