A ver, maes, pónganle atención a esta vara que se está cocinando para el 2025. Resulta que la lista de gente que quiere la silla de Zapote sigue creciendo, y ahora tenemos un nombre con bastante peso en la mezcla: Ana Virginia Calzada. Para los que no la ubican, no es ninguna novata; estamos hablando de una exmagistrada y expresidenta de la Sala Constitucional. Casi nada. El fin de semana, su partido, el Centro Democrático y Social, le dio la bendición con 49 votos en su Asamblea Nacional. Así que es oficial, Calzada se suma al carnaval electoral.
Diay, como es la costumbre, el discurso de arranque vino cargado de promesas que suenan a música para los oídos de cualquiera que viva en esta querida y caótica finca. El plato fuerte, como no podía ser de otra manera, es la crisis de seguridad. Seamos honestos, a estas alturas, no prometer mano dura con la delincuencia es como ir a la playa sin bloqueador: un suicidio político. Calzada dice que será su prioridad número uno. La otra pata de la mesa es el sistema educativo, donde promete meterle el hombro apoyándose en la tecnología. La vara es que estas son las mismas promesas que escuchamos cada cuatro años. El verdadero brete no está en decirlas, sino en explicar el CÓMO, y ahí es donde la mayoría de los discursos empiezan a hacer agua.
Pero aquí es donde la propuesta de Calzada intenta diferenciarse un poco. Habló de una "Costa Rica justa" y se enfocó mucho en la inversión social. Mencionó aulas seguras para los niños, salarios dignos para los trabajadores y –ojo a esto– "dignificar" a la población adulta mayor. Y para que no sonara a pura poesía, soltó una propuesta concreta que de fijo va a generar roncha: revivir el proyecto de una pensión básica universal. Esta idea no es nueva, pero siempre genera un debate masivo. Suena increíblemente bien en el papel, ¿quién no querría asegurar un piso mínimo para todos los adultos mayores? El problema, como siempre, es la plata. Financiar algo así es un reto monumental y, si no se explica bien de dónde saldrán los recursos, corre el riesgo de ser etiquetado como populismo puro y duro.
Lo más interesante de todo este movimiento es el vehículo que eligió Calzada. El Partido Centro Democrático y Social es, para efectos prácticos, un jugador nuevo en la liga presidencial. Esta será su primera vez buscando llegar a Zapote. Esto es un arma de doble filo. Por un lado, le permite presentarse como una opción fresca, alejada del "despiche" y los vicios de los partidos tradicionales que ya conocemos. No carga con los fantasmas de la corrupción o los fracasos de gobiernos pasados. Pero por el otro, le falta la maquinaria, la estructura y el reconocimiento de marca que tienen los partidos de siempre. Empezar de cero en el panorama político tico, tan fragmentado y con un electorado cada vez más apático, es una subida de cuestas bravísima.
Al final, el panorama queda así: tenemos una candidata con un currículum técnico y judicial impresionante, una mujer que conoce las entrañas del Estado desde uno de sus poderes más complejos. Sus promesas, aunque algunas son el "kit básico" de cualquier campaña, incluyen ideas audaces como la pensión universal que podrían sacudir el tablero. Sin embargo, se lanza al ruedo con un partido sin experiencia en estas lides, lo que la obliga a remar contra corriente desde el día uno. Cualquier error de cálculo, cualquier paso en falso, y podría jalarse una torta que le cueste la poca visibilidad que pueda ganar. La gran pregunta es si su perfil de jurista seria y sus ideas socialdemócratas serán suficientes para calar en un electorado harto de promesas.
Así que, maes, les tiro la bola a ustedes: ¿Qué opinan? ¿Tiene chance real una figura como Calzada, con un perfil tan técnico pero sin la maquinaria de un partido tradicional? ¿O es puro romanticismo político y su candidatura corre el riesgo de irse al traste en medio de la atomización de votos a la que ya estamos acostumbrados?
Diay, como es la costumbre, el discurso de arranque vino cargado de promesas que suenan a música para los oídos de cualquiera que viva en esta querida y caótica finca. El plato fuerte, como no podía ser de otra manera, es la crisis de seguridad. Seamos honestos, a estas alturas, no prometer mano dura con la delincuencia es como ir a la playa sin bloqueador: un suicidio político. Calzada dice que será su prioridad número uno. La otra pata de la mesa es el sistema educativo, donde promete meterle el hombro apoyándose en la tecnología. La vara es que estas son las mismas promesas que escuchamos cada cuatro años. El verdadero brete no está en decirlas, sino en explicar el CÓMO, y ahí es donde la mayoría de los discursos empiezan a hacer agua.
Pero aquí es donde la propuesta de Calzada intenta diferenciarse un poco. Habló de una "Costa Rica justa" y se enfocó mucho en la inversión social. Mencionó aulas seguras para los niños, salarios dignos para los trabajadores y –ojo a esto– "dignificar" a la población adulta mayor. Y para que no sonara a pura poesía, soltó una propuesta concreta que de fijo va a generar roncha: revivir el proyecto de una pensión básica universal. Esta idea no es nueva, pero siempre genera un debate masivo. Suena increíblemente bien en el papel, ¿quién no querría asegurar un piso mínimo para todos los adultos mayores? El problema, como siempre, es la plata. Financiar algo así es un reto monumental y, si no se explica bien de dónde saldrán los recursos, corre el riesgo de ser etiquetado como populismo puro y duro.
Lo más interesante de todo este movimiento es el vehículo que eligió Calzada. El Partido Centro Democrático y Social es, para efectos prácticos, un jugador nuevo en la liga presidencial. Esta será su primera vez buscando llegar a Zapote. Esto es un arma de doble filo. Por un lado, le permite presentarse como una opción fresca, alejada del "despiche" y los vicios de los partidos tradicionales que ya conocemos. No carga con los fantasmas de la corrupción o los fracasos de gobiernos pasados. Pero por el otro, le falta la maquinaria, la estructura y el reconocimiento de marca que tienen los partidos de siempre. Empezar de cero en el panorama político tico, tan fragmentado y con un electorado cada vez más apático, es una subida de cuestas bravísima.
Al final, el panorama queda así: tenemos una candidata con un currículum técnico y judicial impresionante, una mujer que conoce las entrañas del Estado desde uno de sus poderes más complejos. Sus promesas, aunque algunas son el "kit básico" de cualquier campaña, incluyen ideas audaces como la pensión universal que podrían sacudir el tablero. Sin embargo, se lanza al ruedo con un partido sin experiencia en estas lides, lo que la obliga a remar contra corriente desde el día uno. Cualquier error de cálculo, cualquier paso en falso, y podría jalarse una torta que le cueste la poca visibilidad que pueda ganar. La gran pregunta es si su perfil de jurista seria y sus ideas socialdemócratas serán suficientes para calar en un electorado harto de promesas.
Así que, maes, les tiro la bola a ustedes: ¿Qué opinan? ¿Tiene chance real una figura como Calzada, con un perfil tan técnico pero sin la maquinaria de un partido tradicional? ¿O es puro romanticismo político y su candidatura corre el riesgo de irse al traste en medio de la atomización de votos a la que ya estamos acostumbrados?