Maes, hay que hablar de la vara que está pasando en el Liceo de Heredia, porque esto ya se salió de control. No es un chisme de pasillo ni una hablada de patio; es una amenaza confirmada por el mismísimo MEP de que un genio anónimo planea armar una balacera el 11 de setiembre. Así, como lo leen. Uno se levanta, se toma el pinto, y se entera de que los colegios ya no son solo para exámenes de mate y partidos en la plaza, sino para alertas de tiroteo. Diay, en qué momento nos convertimos en el tráiler de una película gringa de bajo presupuesto. Es un despiche total, y la verdad, la respuesta oficial me deja con más preguntas que certezas.
El MEP, con su velocidad característica, salió a decir que "tranquilos todos, activamos los protocolos". ¿Y qué significa eso en español? Bueno, que de forma "preventiva" suspendieron las actividades masivas. O sea, el campeonato de fut-sala se cancela, pero las clases de cívica siguen como si nada. Mae, con todo respeto, ¿el que planea una locura de estas va a decir: "Uf, qué salado, hoy no hay mecatillo, mejor no disparo"? No tiene el más mínimo sentido. Es una medida que suena bien en un comunicado de prensa, pero que en la práctica se siente como ponerle una curita a una herida de bala. Los papás tienen que decidir si mandan a sus güilas a un lugar con una amenaza activa, mientras el MEP dice que todo está bajo una "normalidad" muy cuestionable.
Eso sí, para que no digamos que no hacen nada, montaron el show interinstitucional. Ya están en la mesa el PANI, la Caja, la Fuerza Pública y hasta el Ministerio Público. Suena imponente, todo un batallón de siglas para atender la emergencia. Pero la realidad es que mientras ellos se reúnen a tomar café y determinar "acciones preventivas", hay un montón de estudiantes y profesores yendo al colegio con el corazón en la mano. Esta burocracia reactiva es parte del problema. Se mueven cuando la bomba ya tiene el cronómetro andando, pero, ¿dónde está el brete de prevención real para que un estudiante no llegue a considerar que la violencia es una opción?
Lo más grave de esta vara es que ya no nos sorprende del todo. ¿Se acuerdan cuando estas noticias eran exclusivas de Estados Unidos? Uno las veía y pensaba: "pobrecitos los gringos, qué sociedad más enferma". Pues, parece que la enfermedad se está volviendo tropical. Cada vez son más frecuentes las amenazas, las peleas con cuchillos grabadas con celular y la violencia que se filtra en las aulas. Ya no es un caso aislado, es un síntoma de algo mucho más profundo que está podrido en nuestra sociedad. La normalización de la violencia es el primer paso para que una amenaza, por más increíble que parezca, un día se haga realidad. Y ese día, de nada van a servir los comunicados lamentando los hechos.
Al final del día, esto va más allá del Liceo de Heredia. Es un espejo de lo que estamos viviendo. Los protocolos son necesarios, claro, pero no son la solución mágica. La seguridad no puede ser solo un documento PDF que se activa con una crisis. Tiene que ser una conversación constante, un trabajo en la salud mental de los estudiantes, un apoyo real a los docentes y una comunidad que se involucre. Aquí la pregunta es para todos, maes, porque esto nos revienta en la cara como país. Más allá de lo que haga el MEP, ¿qué nos toca a nosotros para que un güila no crea que jalar un gatillo es la respuesta a sus problemas?
El MEP, con su velocidad característica, salió a decir que "tranquilos todos, activamos los protocolos". ¿Y qué significa eso en español? Bueno, que de forma "preventiva" suspendieron las actividades masivas. O sea, el campeonato de fut-sala se cancela, pero las clases de cívica siguen como si nada. Mae, con todo respeto, ¿el que planea una locura de estas va a decir: "Uf, qué salado, hoy no hay mecatillo, mejor no disparo"? No tiene el más mínimo sentido. Es una medida que suena bien en un comunicado de prensa, pero que en la práctica se siente como ponerle una curita a una herida de bala. Los papás tienen que decidir si mandan a sus güilas a un lugar con una amenaza activa, mientras el MEP dice que todo está bajo una "normalidad" muy cuestionable.
Eso sí, para que no digamos que no hacen nada, montaron el show interinstitucional. Ya están en la mesa el PANI, la Caja, la Fuerza Pública y hasta el Ministerio Público. Suena imponente, todo un batallón de siglas para atender la emergencia. Pero la realidad es que mientras ellos se reúnen a tomar café y determinar "acciones preventivas", hay un montón de estudiantes y profesores yendo al colegio con el corazón en la mano. Esta burocracia reactiva es parte del problema. Se mueven cuando la bomba ya tiene el cronómetro andando, pero, ¿dónde está el brete de prevención real para que un estudiante no llegue a considerar que la violencia es una opción?
Lo más grave de esta vara es que ya no nos sorprende del todo. ¿Se acuerdan cuando estas noticias eran exclusivas de Estados Unidos? Uno las veía y pensaba: "pobrecitos los gringos, qué sociedad más enferma". Pues, parece que la enfermedad se está volviendo tropical. Cada vez son más frecuentes las amenazas, las peleas con cuchillos grabadas con celular y la violencia que se filtra en las aulas. Ya no es un caso aislado, es un síntoma de algo mucho más profundo que está podrido en nuestra sociedad. La normalización de la violencia es el primer paso para que una amenaza, por más increíble que parezca, un día se haga realidad. Y ese día, de nada van a servir los comunicados lamentando los hechos.
Al final del día, esto va más allá del Liceo de Heredia. Es un espejo de lo que estamos viviendo. Los protocolos son necesarios, claro, pero no son la solución mágica. La seguridad no puede ser solo un documento PDF que se activa con una crisis. Tiene que ser una conversación constante, un trabajo en la salud mental de los estudiantes, un apoyo real a los docentes y una comunidad que se involucre. Aquí la pregunta es para todos, maes, porque esto nos revienta en la cara como país. Más allá de lo que haga el MEP, ¿qué nos toca a nosotros para que un güila no crea que jalar un gatillo es la respuesta a sus problemas?