Diay, maes, a veces uno lee noticias que simplemente lo dejan a uno con la boca abierta, y esta es una de esas. ¡Qué despiche se armó este lunes en Piedades de Santa Ana! La vara es que no fue un simple choque, no. La protagonista de esta historia es una oficial de la Fuerza Pública que, al parecer, confundió la patrulla con un carro chocón de fiestas de pueblo y la terminó estampando contra un poste. Y para ponerle la cereza a este pastel de despropósitos, la prueba de alcoholemia le dio positiva. Así como lo leen. La persona que debería estar cuidándonos de los borrachos al volante, era la borracha al volante.
Pero aquí es donde el asunto deja de ser un simple error y se convierte en una tragedia que pone los pelos de punta. En esa patrulla no iba sola. Con ella viajaba otro oficial, su compañero de trabajo, que se llevó la peor parte del tortazo. Según el reporte de la Cruz Roja, a él lo tuvieron que trasladar en condición crítica al San Juan de Dios. Mientras tanto, a la conductora la llevaron estable. Es decir, mientras un mae está, literalmente, peleando por su vida en un hospital por una imprudencia monumental, la presunta responsable está fuera de peligro. ¡Qué sal! Es una de esas ironías que duelen y que demuestran que un mal minuto puede arruinarle la vida a la gente.
Seamos claros: aquí no estamos hablando de un despiste o un error de cálculo. Una oficial de la ley, en su horario de brete, manejando un chunche que pagamos todos con nuestros impuestos, y con un nivel de alcohol por encima de lo permitido... Mae, eso no es un error, es jalarse una torta de proporciones épicas. La Ley de Tránsito es todavía más estricta con los conductores de servicio público, y con toda la razón del mundo. Se supone que son el ejemplo, la primera línea de defensa de la legalidad. Este tipo de situaciones no solo son un delito, sino que le meten una puñalada directa a la poca confianza que a veces le queda al ciudadano en la autoridad.
Ahora, como era de esperarse, el Ministerio de Seguridad Pública salió con el comunicado de siempre. Que se aplicó el protocolo, que el caso será procesado, que se seguirán los procedimientos internos y legales... Bla, bla, bla. Ya conocemos el cassette. La pregunta del millón es si de verdad habrá consecuencias serias y transparentes. Porque una cosa es el proceso legal por el accidente de tránsito y otra, muy distinta, es la sanción interna que debería recibir alguien que comete una falta de este calibre. Esto no puede quedarse en una suspensión de unos días y una palmadita en la espalda. Estamos hablando de que casi mata a su propio compañero.
Al final del día, la vara es que este incidente deja un montón de preguntas en el aire y un sinsabor terrible. Demuestra una falta de supervisión, de responsabilidad y, sobre todo, de respeto por el uniforme y por la vida de los demás. Es un golpe bajo para todos los buenos oficiales que sí se toman su brete en serio y que todos los días se la juegan en la calle. Por ahora, solo queda esperar que el oficial herido se recupere y que la justicia, tanto la legal como la institucional, haga lo que tiene que hacer. Pero diay, a uno le queda la duda. Así que les pregunto a ustedes, maes del foro: Más allá de la sanción para esta oficial, ¿cómo se recupera la confianza en la autoridad cuando se jalan tortas de este tamaño? ¿O es una batalla perdida?
Pero aquí es donde el asunto deja de ser un simple error y se convierte en una tragedia que pone los pelos de punta. En esa patrulla no iba sola. Con ella viajaba otro oficial, su compañero de trabajo, que se llevó la peor parte del tortazo. Según el reporte de la Cruz Roja, a él lo tuvieron que trasladar en condición crítica al San Juan de Dios. Mientras tanto, a la conductora la llevaron estable. Es decir, mientras un mae está, literalmente, peleando por su vida en un hospital por una imprudencia monumental, la presunta responsable está fuera de peligro. ¡Qué sal! Es una de esas ironías que duelen y que demuestran que un mal minuto puede arruinarle la vida a la gente.
Seamos claros: aquí no estamos hablando de un despiste o un error de cálculo. Una oficial de la ley, en su horario de brete, manejando un chunche que pagamos todos con nuestros impuestos, y con un nivel de alcohol por encima de lo permitido... Mae, eso no es un error, es jalarse una torta de proporciones épicas. La Ley de Tránsito es todavía más estricta con los conductores de servicio público, y con toda la razón del mundo. Se supone que son el ejemplo, la primera línea de defensa de la legalidad. Este tipo de situaciones no solo son un delito, sino que le meten una puñalada directa a la poca confianza que a veces le queda al ciudadano en la autoridad.
Ahora, como era de esperarse, el Ministerio de Seguridad Pública salió con el comunicado de siempre. Que se aplicó el protocolo, que el caso será procesado, que se seguirán los procedimientos internos y legales... Bla, bla, bla. Ya conocemos el cassette. La pregunta del millón es si de verdad habrá consecuencias serias y transparentes. Porque una cosa es el proceso legal por el accidente de tránsito y otra, muy distinta, es la sanción interna que debería recibir alguien que comete una falta de este calibre. Esto no puede quedarse en una suspensión de unos días y una palmadita en la espalda. Estamos hablando de que casi mata a su propio compañero.
Al final del día, la vara es que este incidente deja un montón de preguntas en el aire y un sinsabor terrible. Demuestra una falta de supervisión, de responsabilidad y, sobre todo, de respeto por el uniforme y por la vida de los demás. Es un golpe bajo para todos los buenos oficiales que sí se toman su brete en serio y que todos los días se la juegan en la calle. Por ahora, solo queda esperar que el oficial herido se recupere y que la justicia, tanto la legal como la institucional, haga lo que tiene que hacer. Pero diay, a uno le queda la duda. Así que les pregunto a ustedes, maes del foro: Más allá de la sanción para esta oficial, ¿cómo se recupera la confianza en la autoridad cuando se jalan tortas de este tamaño? ¿O es una batalla perdida?
