Diay maes, la cosa se puso color de hormiga. Hoy la noticia que está en boca de todos es la visita de Federico “Choreco” Cruz a la Fiscalía General. El que fuera mano derecha del presi, el estratega, el amigo cercano, llegó a su indagatoria por el presunto delito de legitimación de capitales y… ¡mutis! Cero declaraciones. El hombre se acogió a su derecho de guardar silencio, siguiendo el consejo de su abogado, y dejó que las cámaras solo le tomaran la foto. Una movida que, para ser honestos, deja más preguntas que respuestas en el aire y pone la vara todavía más enredada en este novelón que es el caso BCIE-Cariñitos.
Aquí es donde la trama se pone buena, como de serie de Netflix. Recordemos el meollo del asunto: la Fiscalía investiga si hubo una presunta presión por parte del presidente Rodrigo Chaves y del ministro de Cultura, Jorge Rodríguez, para que el empresario Christian Bulgarelli le soltara la módica suma de $32,000 a Choreco. ¿Para qué? Pues según la acusación, esa platica se usó para pactar el alquiler con opción a compra de una choza en un residencial bien puesto. O sea, no era para comprar confites. La acusación es grave porque se trataría de fondos de un contrato de comunicación de Casa Presidencial financiado por el BCIE. ¡Qué torta se armó con esos cariñitos!
Pero bueno, como en todo culebrón que se respete, hay otra versión. El abogado de Choreco, Gerardo Chaves, salió al paso diciendo que este delito que le imputan “no tiene ningún sentido” y que todo es una maniobra orquestada por Bulgarelli, a quien tildó de faltar a la verdad. La estrategia de la defensa es clara: desacreditar al testigo principal y pintar a Choreco como una víctima de un enredo. Un detalle no menor es que a Choreco lo están procesando por aparte del presidente y el ministro, simplemente porque él no es miembro de un Supremo Poder. Así que su brete judicial va por otro carril, aunque el origen del despiche sea el mismo para todos los involucrados.
Recordemos que Choreco no es un pelagatos cualquiera en este gobierno. Fue la mente maestra detrás de la campaña que llevó a Chaves al poder. Después, se montó a presidir el partido oficialista, “Aquí Costa Rica Manda”, que... bueno, digamos que el nombre les quedó grande porque ni candidaturas a alcaldías lograron inscribir en las municipales. Se jaló una torta monumental con ese proyecto político, que al final abandonó en medio de un mar de críticas. Su figura siempre ha estado ahí, en el centro del poder, moviendo los hilos, lo que hace que su silencio actual sea todavía más ruidoso y significativo.
Así que, en resumen: tenemos a un imputado calladito por recomendación legal, a un abogado que dice que todo es paja, y a una Fiscalía que sigue sumando piezas al rompecabezas del caso BCIE-Cariñitos. El silencio de Choreco es, sin duda, una estrategia. Pero, ¿estrategia para qué? ¿Para protegerse a sí mismo o para no embarrar más la cancha del gobierno, que ya tiene suficientes frentes abiertos? La procesión va por dentro y, por ahora, solo podemos especular sobre lo que se está cocinando en esa defensa.
Aquí les dejo la pregunta, maes: ¿Creen que el silencio de Choreco es una jugada maestra de su defensa, o más bien una señal de que la vara está más complicada de lo que parece? ¿Qué opinan ustedes de todo este despiche?
Aquí es donde la trama se pone buena, como de serie de Netflix. Recordemos el meollo del asunto: la Fiscalía investiga si hubo una presunta presión por parte del presidente Rodrigo Chaves y del ministro de Cultura, Jorge Rodríguez, para que el empresario Christian Bulgarelli le soltara la módica suma de $32,000 a Choreco. ¿Para qué? Pues según la acusación, esa platica se usó para pactar el alquiler con opción a compra de una choza en un residencial bien puesto. O sea, no era para comprar confites. La acusación es grave porque se trataría de fondos de un contrato de comunicación de Casa Presidencial financiado por el BCIE. ¡Qué torta se armó con esos cariñitos!
Pero bueno, como en todo culebrón que se respete, hay otra versión. El abogado de Choreco, Gerardo Chaves, salió al paso diciendo que este delito que le imputan “no tiene ningún sentido” y que todo es una maniobra orquestada por Bulgarelli, a quien tildó de faltar a la verdad. La estrategia de la defensa es clara: desacreditar al testigo principal y pintar a Choreco como una víctima de un enredo. Un detalle no menor es que a Choreco lo están procesando por aparte del presidente y el ministro, simplemente porque él no es miembro de un Supremo Poder. Así que su brete judicial va por otro carril, aunque el origen del despiche sea el mismo para todos los involucrados.
Recordemos que Choreco no es un pelagatos cualquiera en este gobierno. Fue la mente maestra detrás de la campaña que llevó a Chaves al poder. Después, se montó a presidir el partido oficialista, “Aquí Costa Rica Manda”, que... bueno, digamos que el nombre les quedó grande porque ni candidaturas a alcaldías lograron inscribir en las municipales. Se jaló una torta monumental con ese proyecto político, que al final abandonó en medio de un mar de críticas. Su figura siempre ha estado ahí, en el centro del poder, moviendo los hilos, lo que hace que su silencio actual sea todavía más ruidoso y significativo.
Así que, en resumen: tenemos a un imputado calladito por recomendación legal, a un abogado que dice que todo es paja, y a una Fiscalía que sigue sumando piezas al rompecabezas del caso BCIE-Cariñitos. El silencio de Choreco es, sin duda, una estrategia. Pero, ¿estrategia para qué? ¿Para protegerse a sí mismo o para no embarrar más la cancha del gobierno, que ya tiene suficientes frentes abiertos? La procesión va por dentro y, por ahora, solo podemos especular sobre lo que se está cocinando en esa defensa.
Aquí les dejo la pregunta, maes: ¿Creen que el silencio de Choreco es una jugada maestra de su defensa, o más bien una señal de que la vara está más complicada de lo que parece? ¿Qué opinan ustedes de todo este despiche?
