Maes, a veces uno lee noticias que lo dejan con el ojo cuadrado, pensando si lo que acaba de leer es en serio o si es un borrador para un sketch de comedia. La vara con la nueva embajadora designada por Donald Trump para Costa Rica, Melinda "Mindy" Hildebrand, es exactamente una de esas. Dejando de lado la política, su carta de presentación ante el Senado gringo es una pieza digna de análisis, porque nos da un adelanto del tipo de diplomacia que se nos viene encima: una mezcla de fervor religioso, intereses empresariales texanos y un manual de "Cómo hablar tico para Dummies".
Para que quede clarito desde el arranque: la señora Hildebrand no se anduvo por las ramas. Su primera declaración de intenciones fue que, de ser confirmada, será una "embajadora de oración". O sea, su principal misión, antes que cualquier tratado comercial o acuerdo de seguridad, es rezar. Rezar por Trump, por los gringos que viven aquí y, de paso, por nosotros los ticos. Su brete, según ella, se va a centrar casi por completo en proteger a los 160,000 estadounidenses que viven acá y al millón y medio que nos visitan cada año. Diay, se agradece el interés, pero suena a que su principal función será la de cónsul con ínfulas de pastora, más que de una embajadora que busca fortalecer lazos bilaterales en todos los frentes.
Pero no todo es rezar y cuidar jubilados. Entre padrenuestros, la futura embajadora también sacó el látigo geopolítico. Soltó, sin anestesia, que una de sus prioridades será combatir la "creciente coerción económica del Partido Comunista Chino". Traducido al pachuco: viene con la orden directa de Washington de meterle el freno a la relación de Costa Rica con China. Esta vara no es menor, maes. Durante años hemos jugado de equilibristas, manteniendo buenas relaciones con las dos superpotencias. Ahora, parece que nos mandan a la encargada de recordarnos quién es el que manda en este lado del charco, y que la época de andar coqueteando con los chinos se tiene que acabar. Se nos viene una presión diplomática de las buenas.
Y cuando uno cree que ya entendió el perfil... ¡BAM! Salen las donas. Resulta que doña Mindy, además de ser filántropa y parte de una familia con un imperio energético, es dueña de una pequeña empresa de donas desde hace más de 12 años. Según ella, esta experiencia le da una "perspectiva única" sobre los desafíos económicos y la ha preparado para el cargo. Con todo respeto, pero es difícil no levantar una ceja. ¿Manejar una tienda de donas en Texas te prepara para negociar con el Chaves de turno o para entender las complejidades del narco en la región? Es un argumento, como mínimo, pintoresco. Y para cerrar con broche de oro, como la cereza en el pastel (o la jalea en la dona), remató su comparecencia con un sonoro "¡Pura vida!". El gesto, que seguro le recomendaron para "conectar" con nosotros, se sintió un toque forzado, casi de manual.
Entonces, la pregunta queda en el aire y se las tiro a ustedes, la gente pensante de este foro: ¿Qué tipo de embajadora creen que nos llega con Melinda Hildebrand? ¿Una empresaria pragmática que entiende de negocios aunque sean de repostería, una misionera con una agenda política muy definida o una mezcla extraña de todo lo anterior que ni ella misma entiende? Y, sobre todo, ese "¡Pura vida!" final... ¿fue un gesto tuanis para romper el hielo o más bien sonó a un "How do you do, fellow kids?" diplomático que presagia lo desconectada que podría estar de nuestra realidad? ¡Los leo!
Para que quede clarito desde el arranque: la señora Hildebrand no se anduvo por las ramas. Su primera declaración de intenciones fue que, de ser confirmada, será una "embajadora de oración". O sea, su principal misión, antes que cualquier tratado comercial o acuerdo de seguridad, es rezar. Rezar por Trump, por los gringos que viven aquí y, de paso, por nosotros los ticos. Su brete, según ella, se va a centrar casi por completo en proteger a los 160,000 estadounidenses que viven acá y al millón y medio que nos visitan cada año. Diay, se agradece el interés, pero suena a que su principal función será la de cónsul con ínfulas de pastora, más que de una embajadora que busca fortalecer lazos bilaterales en todos los frentes.
Pero no todo es rezar y cuidar jubilados. Entre padrenuestros, la futura embajadora también sacó el látigo geopolítico. Soltó, sin anestesia, que una de sus prioridades será combatir la "creciente coerción económica del Partido Comunista Chino". Traducido al pachuco: viene con la orden directa de Washington de meterle el freno a la relación de Costa Rica con China. Esta vara no es menor, maes. Durante años hemos jugado de equilibristas, manteniendo buenas relaciones con las dos superpotencias. Ahora, parece que nos mandan a la encargada de recordarnos quién es el que manda en este lado del charco, y que la época de andar coqueteando con los chinos se tiene que acabar. Se nos viene una presión diplomática de las buenas.
Y cuando uno cree que ya entendió el perfil... ¡BAM! Salen las donas. Resulta que doña Mindy, además de ser filántropa y parte de una familia con un imperio energético, es dueña de una pequeña empresa de donas desde hace más de 12 años. Según ella, esta experiencia le da una "perspectiva única" sobre los desafíos económicos y la ha preparado para el cargo. Con todo respeto, pero es difícil no levantar una ceja. ¿Manejar una tienda de donas en Texas te prepara para negociar con el Chaves de turno o para entender las complejidades del narco en la región? Es un argumento, como mínimo, pintoresco. Y para cerrar con broche de oro, como la cereza en el pastel (o la jalea en la dona), remató su comparecencia con un sonoro "¡Pura vida!". El gesto, que seguro le recomendaron para "conectar" con nosotros, se sintió un toque forzado, casi de manual.
Entonces, la pregunta queda en el aire y se las tiro a ustedes, la gente pensante de este foro: ¿Qué tipo de embajadora creen que nos llega con Melinda Hildebrand? ¿Una empresaria pragmática que entiende de negocios aunque sean de repostería, una misionera con una agenda política muy definida o una mezcla extraña de todo lo anterior que ni ella misma entiende? Y, sobre todo, ese "¡Pura vida!" final... ¿fue un gesto tuanis para romper el hielo o más bien sonó a un "How do you do, fellow kids?" diplomático que presagia lo desconectada que podría estar de nuestra realidad? ¡Los leo!