Maes, no sé ustedes, pero a veces entre tanto titular uno deja pasar varas que merecen un segundo vistazo. Hoy me topé con el discurso del nuevo alcalde de San José, Diego Miranda, en el acto ese de la independencia. Y más allá del típico protocolo, el mae soltó una frase que me dejó pensando: habló de que hoy la patria se enfrenta a los “nuevos filibusteros de nuestro siglo”. Y no, no se refería a un ejército invasor, sino a algo que vemos todos los días: “el discurso que fomenta la división, la polarización y el odio”.
La vara es que Miranda, para darle más peso al asunto, trajo a colación a Juanito Mora. Un clásico de los discursos patrióticos. Pero la comparación que hizo fue bastante aguda. Dijo que en la época de Mora Porras el enemigo era claro, un ejército extranjero con nombre y apellido. Pero que ahora el enemigo es más escurridizo: la indiferencia, la corrupción y ese odio que se respira en redes sociales y hasta en conversaciones familiares. Es un giro interesante, porque pone el foco del problema no en un “otro” lejano, sino aquí adentro, entre nosotros mismos. Ya no es una bala, es un tuit lleno de veneno; ya no es un cañón, es un post de Facebook diseñado para que nos saquemos los ojos entre ticos.
Ahora, aquí es donde la cosa se pone buena. ¿Quiénes son exactamente esos “filibusteros modernos”? Miranda no dio nombres, obvio, pero no hace falta ser un genio para conectar los puntos. Pensemos en los troles a sueldo, en las granjas de bots que inundan las discusiones con mentiras, en los políticos cuyo único proyecto es dinamitar cualquier puente de diálogo. El brete de esta gente es precisamente ese: que nos veamos como enemigos irreconciliables. Que el que piensa diferente no es un adversario con otra idea, sino un traidor a la patria o un completo idiota. Y hay que admitirlo, muchas veces caemos redonditos en la trampa.
Lo que me llama la atención es que este llamado a la “unidad” lo haga un alcalde, que por definición tiene un campo de acción más local. Sin embargo, el despiche de la polarización no conoce de cantones; es un mal nacional. Lo vemos en la Asamblea Legislativa, donde a veces parece más un ring de boxeo que un foro de debate, y lo vemos a pie de calle. El discurso de Miranda, aunque dado en el Parque Nacional, resuena en Guanacaste, en Limón y en Puntarenas. Porque esa sensación de que estamos cada vez más divididos y más enojados es algo que, lamentablemente, se ha vuelto parte del paisaje costarricense.
Diay, maes, al final del día la pregunta del millón es si estas palabras se quedan en un simple discurso bonito de día feriado o si de verdad le ponemos atención. Porque es muy fácil aplaudir la idea de la “unidad”, pero es un brete increíblemente difícil construirla. Exige que bajemos las armas del teclado, que escuchemos más de lo que gritamos y que recordemos que, a pesar de las diferencias, todos estamos en el mismo barco. Un barco que, si seguimos así, corre el riesgo de hacerle honor a la frase de Miranda y terminar conquistado por la indiferencia y el odio.
Así que les tiro la bola a ustedes, ¿qué opinan? ¿Es pura hablada de político o de verdad estamos dejando que estos “nuevos filibusteros” nos coman el mandado? ¿Y cómo carajos se supone que se logra esa “unidad” de la que tanto se habla en un país que parece disfrutar del pleito? Los leo.
La vara es que Miranda, para darle más peso al asunto, trajo a colación a Juanito Mora. Un clásico de los discursos patrióticos. Pero la comparación que hizo fue bastante aguda. Dijo que en la época de Mora Porras el enemigo era claro, un ejército extranjero con nombre y apellido. Pero que ahora el enemigo es más escurridizo: la indiferencia, la corrupción y ese odio que se respira en redes sociales y hasta en conversaciones familiares. Es un giro interesante, porque pone el foco del problema no en un “otro” lejano, sino aquí adentro, entre nosotros mismos. Ya no es una bala, es un tuit lleno de veneno; ya no es un cañón, es un post de Facebook diseñado para que nos saquemos los ojos entre ticos.
Ahora, aquí es donde la cosa se pone buena. ¿Quiénes son exactamente esos “filibusteros modernos”? Miranda no dio nombres, obvio, pero no hace falta ser un genio para conectar los puntos. Pensemos en los troles a sueldo, en las granjas de bots que inundan las discusiones con mentiras, en los políticos cuyo único proyecto es dinamitar cualquier puente de diálogo. El brete de esta gente es precisamente ese: que nos veamos como enemigos irreconciliables. Que el que piensa diferente no es un adversario con otra idea, sino un traidor a la patria o un completo idiota. Y hay que admitirlo, muchas veces caemos redonditos en la trampa.
Lo que me llama la atención es que este llamado a la “unidad” lo haga un alcalde, que por definición tiene un campo de acción más local. Sin embargo, el despiche de la polarización no conoce de cantones; es un mal nacional. Lo vemos en la Asamblea Legislativa, donde a veces parece más un ring de boxeo que un foro de debate, y lo vemos a pie de calle. El discurso de Miranda, aunque dado en el Parque Nacional, resuena en Guanacaste, en Limón y en Puntarenas. Porque esa sensación de que estamos cada vez más divididos y más enojados es algo que, lamentablemente, se ha vuelto parte del paisaje costarricense.
Diay, maes, al final del día la pregunta del millón es si estas palabras se quedan en un simple discurso bonito de día feriado o si de verdad le ponemos atención. Porque es muy fácil aplaudir la idea de la “unidad”, pero es un brete increíblemente difícil construirla. Exige que bajemos las armas del teclado, que escuchemos más de lo que gritamos y que recordemos que, a pesar de las diferencias, todos estamos en el mismo barco. Un barco que, si seguimos así, corre el riesgo de hacerle honor a la frase de Miranda y terminar conquistado por la indiferencia y el odio.
Así que les tiro la bola a ustedes, ¿qué opinan? ¿Es pura hablada de político o de verdad estamos dejando que estos “nuevos filibusteros” nos coman el mandado? ¿Y cómo carajos se supone que se logra esa “unidad” de la que tanto se habla en un país que parece disfrutar del pleito? Los leo.