Maes, en serio, hay cosas que ya ni sorprenden, solo confirman el estado de la vara. Son las cinco y resto de la tarde, uno viene saliendo del brete con la batería en rojo, soñando con llegar a la casa a quitarse los zapatos, y ¡BAM! Incofer decide que hoy no es el día. Otra vez. Para variar. La noticia del día, que seguro a más de uno le cayó como una patada en el hígado, es que suspendieron un par de servicios clave en las rutas de Heredia y Alajuela. ¿La razón? La ya clásica y casi entrañable "falla mecánica". ¡Qué despiche! Justo a la hora en que el GAM se convierte en un parqueo gigante y el tren es, para muchos, la única luz al final del túnel.
Vamos al grano. Los servicios que se fueron al traste son el de las 4:30 p.m. de San José a Heredia y su vuelta de las 5:05 p.m., además del que iba para Alajuela a las 5:35 p.m. y su respectivo regreso a las 6:35 p.m. O sea, justo en el puro ojo del huracán del regreso a casa. Si usted estaba en la estación, celular en mano y audífonos puestos, esperando subirse a uno de esos chunches para evitarse la presa de la General Cañas o el embudo de La Uruca, diay... ¡qué sal! Le tocó correr a buscar campo en un bus, probablemente ya hasta la galleta, o empezar a negociar con un Uber que de fijo tenía la tarifa dinámica por las nubes. Es el efecto dominó de siempre: un tren falla y colapsan tres sistemas alternativos.
Pero aquí es donde la torta se termina de hornear. Según el reporte, Incofer hizo el anuncio en sus redes sociales a las 5:02 p.m. Repito, 5:02 p.m. para avisar que, entre otros, el servicio de las 4:30 p.m. no había salido. Mae, con todo respeto, eso es como avisarle a alguien que la casa se está quemando cuando ya los bomberos están recogiendo las mangueras. ¿Qué pasó en esos 32 minutos? ¿Estaban buscando un repuesto en Amazon Prime? La falta de comunicación oportuna es casi más frustrante que la falla misma, porque deja a cientos de personas completamente varadas, sin un plan B y sintiendo que su tiempo no vale absolutamente nada. La incertidumbre es la peor parte de la jugada.
Seamos honestos, esta no es la primera ni será la última vez. Ya casi que podemos hacer un bingo de las excusas del Incofer. La "falla mecánica" es el cuadro del centro, el gratis. Todos celebramos con bombos y platillos cuando llegaron los trenes nuevos, pensando que por fin íbamos a tener un servicio como la gente. Y sí, son más bonitos, tienen aire y huelen a nuevo, pero de nada sirve tener un chuzo de carro si pasa más tiempo en el taller que en la calle. La confiabilidad, esa palabra mágica, sigue siendo la gran deuda pendiente. No se trata de que nunca falle nada —eso es imposible—, se trata de la frecuencia con la que pasa y la sensación de que uno se la juega cada vez que decide dejar el carro en la casa.
Al final, esta situación va más allá de un simple tren dañado. Es un reflejo de una infraestructura que vive en el alambre, de una planificación que parece no contemplar los imprevistos y de una comunicación con el usuario que deja muchísimo que desear. El transporte público debería ser la solución, no una fuente más de estrés en el día a día. Pero bueno, esa es mi humilde opinión desde la barrera. Ahora les toca a ustedes, que son el verdadero pulso de la calle. ¿A alguno de ustedes le tocó vivir el caos en primera persona hoy? ¿Creen que esto es un caso aislado o ya es el pan nuestro de cada día y mejor nos vamos acostumbrando? ¡Los leo en los comentarios!
Vamos al grano. Los servicios que se fueron al traste son el de las 4:30 p.m. de San José a Heredia y su vuelta de las 5:05 p.m., además del que iba para Alajuela a las 5:35 p.m. y su respectivo regreso a las 6:35 p.m. O sea, justo en el puro ojo del huracán del regreso a casa. Si usted estaba en la estación, celular en mano y audífonos puestos, esperando subirse a uno de esos chunches para evitarse la presa de la General Cañas o el embudo de La Uruca, diay... ¡qué sal! Le tocó correr a buscar campo en un bus, probablemente ya hasta la galleta, o empezar a negociar con un Uber que de fijo tenía la tarifa dinámica por las nubes. Es el efecto dominó de siempre: un tren falla y colapsan tres sistemas alternativos.
Pero aquí es donde la torta se termina de hornear. Según el reporte, Incofer hizo el anuncio en sus redes sociales a las 5:02 p.m. Repito, 5:02 p.m. para avisar que, entre otros, el servicio de las 4:30 p.m. no había salido. Mae, con todo respeto, eso es como avisarle a alguien que la casa se está quemando cuando ya los bomberos están recogiendo las mangueras. ¿Qué pasó en esos 32 minutos? ¿Estaban buscando un repuesto en Amazon Prime? La falta de comunicación oportuna es casi más frustrante que la falla misma, porque deja a cientos de personas completamente varadas, sin un plan B y sintiendo que su tiempo no vale absolutamente nada. La incertidumbre es la peor parte de la jugada.
Seamos honestos, esta no es la primera ni será la última vez. Ya casi que podemos hacer un bingo de las excusas del Incofer. La "falla mecánica" es el cuadro del centro, el gratis. Todos celebramos con bombos y platillos cuando llegaron los trenes nuevos, pensando que por fin íbamos a tener un servicio como la gente. Y sí, son más bonitos, tienen aire y huelen a nuevo, pero de nada sirve tener un chuzo de carro si pasa más tiempo en el taller que en la calle. La confiabilidad, esa palabra mágica, sigue siendo la gran deuda pendiente. No se trata de que nunca falle nada —eso es imposible—, se trata de la frecuencia con la que pasa y la sensación de que uno se la juega cada vez que decide dejar el carro en la casa.
Al final, esta situación va más allá de un simple tren dañado. Es un reflejo de una infraestructura que vive en el alambre, de una planificación que parece no contemplar los imprevistos y de una comunicación con el usuario que deja muchísimo que desear. El transporte público debería ser la solución, no una fuente más de estrés en el día a día. Pero bueno, esa es mi humilde opinión desde la barrera. Ahora les toca a ustedes, que son el verdadero pulso de la calle. ¿A alguno de ustedes le tocó vivir el caos en primera persona hoy? ¿Creen que esto es un caso aislado o ya es el pan nuestro de cada día y mejor nos vamos acostumbrando? ¡Los leo en los comentarios!