Maes, no sé si ya vieron el bombazo de hoy, pero el avispero de los medios ticos se acaba de sacudir con ganas. Lilliana Carranza, una de las caras más reconocidas y serias de Teletica, le dijo adiós al canal después de, agárrense, ¡16 años! Para muchos de nosotros, es como si siempre hubiera estado ahí, especialmente al frente de ese programa tan denso pero tan necesario que es Estado Nacional. Que una figura de ese calibre decida cerrar el chuzo así, de un lunes para otro, definitivamente pone a pensar. No es cualquier cosa, es una pieza clave del engranaje de noticias del 7 que se mueve, y eso, quiéranlo o no, va a cambiar la dinámica del brete en La Sabana.
La vara, como suele pasar en estos tiempos, se hizo oficial por redes sociales. Con toda la elegancia del mundo, Carranza publicó un mensaje de agradecimiento que es pura clase. Cero drama, cero tiradera, solo gratitud para la gente que la apoyó, mencionando específicamente a don René Picado y a su director, Ignacio Santos. Ella misma lo puso así: cierra su "segundo ciclo" en el canal. Eso me pareció interesante, porque deja ver que su relación con Teletica ha tenido sus etapas, y esta simplemente llegó a su fin. Y diay, es que 16 años dan para mucho, y la lista de coberturas que mencionó en su despedida es un quién es quién de la historia reciente de Costa Rica y el mundo.
Haciendo un recuento rápido, la periodista recordó estar en varas tan masivas como la visita al papa Juan Pablo Segundo, las negociaciones de los TLC que tanto debate generaron, y por supuesto, la cobertura de la pandemia que nos cambió la vida a todos. Dirigir Estado Nacional por casi seis años tampoco es moco de pavo; es sentarse cada semana a torear a los políticos más pesados del país. Hablando en serio, ¡qué carga de trayectoria la de esta mujer! Es el tipo de currículum que demuestra un colmillo y una capacidad de análisis que no se improvisan. Uno se acuerda de verla en la tele, siempre tan aplomada, explicando las varas más complejas con una claridad que ya quisieran muchos. Se va una de las duras, de eso no hay duda.
Por su parte, y como era de esperarse, Televisora de Costa Rica sacó su propio comunicado para despedirla. Fue el típico mensaje corporativo, pero entre líneas se siente un respeto genuino. La describieron con palabras como "pasión, ética, carisma y entrega", y recalcaron la "huella imborrable" que deja. Al final del día, es una relación de casi dos décadas que termina en buenos términos, lo cual es de aplaudir en un medio que a veces puede ser tan cortante. Es un reconocimiento justo para alguien que le dedicó una parte enorme de su vida profesional a construir la credibilidad de ese noticiero. No es solo una presentadora que se va, es parte de la identidad del canal.
Ahora, maes, aquí es donde la cosa se pone buena para el debate. La salida de Lilliana Carranza no es un hecho aislado. Se suma a una tendencia de figuras con muchísimos años en los medios tradicionales que o se retiran o buscan nuevos rumbos. La pregunta del millón es: ¿qué significa esto para Teletica y para el periodismo nacional? ¿Estamos viendo el cambio de guardia definitivo, donde la vieja escuela le abre paso a la nueva? Y más importante aún, ¿quién tiene las agallas y la preparación para llenar esos zapatos en un programa como Estado Nacional? Se necesita a alguien con un peso intelectual y una credibilidad enormes.
Ahí se las dejo picando... ¿Qué opinan ustedes? ¿A quién ven tomando esa silla? ¿Y para dónde creen que jala Lilliana? ¿Se nos va para la política, funda su propia vara de comunicación o se toma un merecido descanso?
La vara, como suele pasar en estos tiempos, se hizo oficial por redes sociales. Con toda la elegancia del mundo, Carranza publicó un mensaje de agradecimiento que es pura clase. Cero drama, cero tiradera, solo gratitud para la gente que la apoyó, mencionando específicamente a don René Picado y a su director, Ignacio Santos. Ella misma lo puso así: cierra su "segundo ciclo" en el canal. Eso me pareció interesante, porque deja ver que su relación con Teletica ha tenido sus etapas, y esta simplemente llegó a su fin. Y diay, es que 16 años dan para mucho, y la lista de coberturas que mencionó en su despedida es un quién es quién de la historia reciente de Costa Rica y el mundo.
Haciendo un recuento rápido, la periodista recordó estar en varas tan masivas como la visita al papa Juan Pablo Segundo, las negociaciones de los TLC que tanto debate generaron, y por supuesto, la cobertura de la pandemia que nos cambió la vida a todos. Dirigir Estado Nacional por casi seis años tampoco es moco de pavo; es sentarse cada semana a torear a los políticos más pesados del país. Hablando en serio, ¡qué carga de trayectoria la de esta mujer! Es el tipo de currículum que demuestra un colmillo y una capacidad de análisis que no se improvisan. Uno se acuerda de verla en la tele, siempre tan aplomada, explicando las varas más complejas con una claridad que ya quisieran muchos. Se va una de las duras, de eso no hay duda.
Por su parte, y como era de esperarse, Televisora de Costa Rica sacó su propio comunicado para despedirla. Fue el típico mensaje corporativo, pero entre líneas se siente un respeto genuino. La describieron con palabras como "pasión, ética, carisma y entrega", y recalcaron la "huella imborrable" que deja. Al final del día, es una relación de casi dos décadas que termina en buenos términos, lo cual es de aplaudir en un medio que a veces puede ser tan cortante. Es un reconocimiento justo para alguien que le dedicó una parte enorme de su vida profesional a construir la credibilidad de ese noticiero. No es solo una presentadora que se va, es parte de la identidad del canal.
Ahora, maes, aquí es donde la cosa se pone buena para el debate. La salida de Lilliana Carranza no es un hecho aislado. Se suma a una tendencia de figuras con muchísimos años en los medios tradicionales que o se retiran o buscan nuevos rumbos. La pregunta del millón es: ¿qué significa esto para Teletica y para el periodismo nacional? ¿Estamos viendo el cambio de guardia definitivo, donde la vieja escuela le abre paso a la nueva? Y más importante aún, ¿quién tiene las agallas y la preparación para llenar esos zapatos en un programa como Estado Nacional? Se necesita a alguien con un peso intelectual y una credibilidad enormes.
Ahí se las dejo picando... ¿Qué opinan ustedes? ¿A quién ven tomando esa silla? ¿Y para dónde creen que jala Lilliana? ¿Se nos va para la política, funda su propia vara de comunicación o se toma un merecido descanso?