Maes, seamos honestos. ¿Quién no ha estado en media reunión de brete por Zoom y de la nada se le congela la cara en el gesto más ridículo posible? O peor, ¿estar a punto de ganar una partida en línea y que el bendito “lag” decida que es tu momento de perder? Diay, parece que esos días de sufrimiento digital podrían tener fecha de vencimiento, porque el ICE acaba de soltar una noticia que es, sinceramente, ¡qué nivel!
La vara es así: para finales de 2025, Costa Rica se va a conectar a un cable submarino llamado TAM-1. Y no, no es cualquier cablecito. Es un chunche tecnológico de 7.000 kilómetros que viene desde Estados Unidos, cruza el Atlántico y nos va a conectar directamente con uno de los centros de datos más importantes del mundo en Miami. El resultado, según el ICE, es que nuestra capacidad de conexión internacional se va a multiplicar por... espérense... ¡23 veces! Para que se hagan una idea, es como pasar de andar en una bicimoto a tener las llaves de un cohete espacial. Una mejora que, en teoría, debería sentirse en todo: desde la calidad del streaming hasta la velocidad de descarga.
Pero bueno, más allá de poder ver Netflix en 8K sin que se pegue, ¿qué significa esto para el país? Aquí es donde la cosa se pone todavía más chiva. Según los que saben, una conexión tan robusta y con tan poca latencia (el tiempo de respuesta) nos pone en el mapa para atraer más inversión extranjera. Piensen en empresas de tecnología, centros de datos masivos y desarrolladores de inteligencia artificial que necesitan una infraestructura de primer mundo para operar. Este cable es básicamente poner una alfombra roja gigante que dice: “Vengan a Costa Rica, aquí el internet vuela”. Es una apuesta directa al desarrollo, a la creación de nuevos empleos de calidad y a consolidarnos como un hub tecnológico en la región.
Leda Acevedo, la gerente de Telecomunicaciones del ICE, lo dijo claro: esto va más allá de una simple mejora técnica. Es una jugada para impulsar la innovación y el progreso del país. Y tiene todo el sentido. Con una autopista de datos de este calibre, con capacidad para mover hasta 18 terabits por segundo (¡una salvajada!), se le abre la puerta de par en par a tecnologías que hoy nos suenan a futuro, como la realidad virtual masiva y, por supuesto, el tan esperado despliegue real y efectivo del 5G. Ya no sería una promesa lejana, sino una posibilidad tangible que se apoya en una infraestructura sólida como una roca.
En resumen, maes, el TAM-1 no es solo un cable en el fondo del mar. Es una declaración de intenciones. Es el ICE y kölbi diciendo que quieren jugar en las grandes ligas de la conectividad digital. Obviamente, del dicho al hecho hay mucho trecho, y habrá que ver si esta mejora masiva se traduce de verdad en precios más competitivos para nosotros, los usuarios de a pie. Pero de que la noticia es para emocionarse, lo es. Se viene un internet a cachete, y con suerte, un país más conectado y competitivo.
Ahora les paso la bola a ustedes: ¿Para qué usarían un internet 23 veces más potente en su día a día? ¿Creen que esto de verdad va a marcar un antes y un después para el país o es más la bulla que la cabuya? ¡Los leo!
La vara es así: para finales de 2025, Costa Rica se va a conectar a un cable submarino llamado TAM-1. Y no, no es cualquier cablecito. Es un chunche tecnológico de 7.000 kilómetros que viene desde Estados Unidos, cruza el Atlántico y nos va a conectar directamente con uno de los centros de datos más importantes del mundo en Miami. El resultado, según el ICE, es que nuestra capacidad de conexión internacional se va a multiplicar por... espérense... ¡23 veces! Para que se hagan una idea, es como pasar de andar en una bicimoto a tener las llaves de un cohete espacial. Una mejora que, en teoría, debería sentirse en todo: desde la calidad del streaming hasta la velocidad de descarga.
Pero bueno, más allá de poder ver Netflix en 8K sin que se pegue, ¿qué significa esto para el país? Aquí es donde la cosa se pone todavía más chiva. Según los que saben, una conexión tan robusta y con tan poca latencia (el tiempo de respuesta) nos pone en el mapa para atraer más inversión extranjera. Piensen en empresas de tecnología, centros de datos masivos y desarrolladores de inteligencia artificial que necesitan una infraestructura de primer mundo para operar. Este cable es básicamente poner una alfombra roja gigante que dice: “Vengan a Costa Rica, aquí el internet vuela”. Es una apuesta directa al desarrollo, a la creación de nuevos empleos de calidad y a consolidarnos como un hub tecnológico en la región.
Leda Acevedo, la gerente de Telecomunicaciones del ICE, lo dijo claro: esto va más allá de una simple mejora técnica. Es una jugada para impulsar la innovación y el progreso del país. Y tiene todo el sentido. Con una autopista de datos de este calibre, con capacidad para mover hasta 18 terabits por segundo (¡una salvajada!), se le abre la puerta de par en par a tecnologías que hoy nos suenan a futuro, como la realidad virtual masiva y, por supuesto, el tan esperado despliegue real y efectivo del 5G. Ya no sería una promesa lejana, sino una posibilidad tangible que se apoya en una infraestructura sólida como una roca.
En resumen, maes, el TAM-1 no es solo un cable en el fondo del mar. Es una declaración de intenciones. Es el ICE y kölbi diciendo que quieren jugar en las grandes ligas de la conectividad digital. Obviamente, del dicho al hecho hay mucho trecho, y habrá que ver si esta mejora masiva se traduce de verdad en precios más competitivos para nosotros, los usuarios de a pie. Pero de que la noticia es para emocionarse, lo es. Se viene un internet a cachete, y con suerte, un país más conectado y competitivo.
Ahora les paso la bola a ustedes: ¿Para qué usarían un internet 23 veces más potente en su día a día? ¿Creen que esto de verdad va a marcar un antes y un después para el país o es más la bulla que la cabuya? ¡Los leo!