Diay, maes, ¿vieron la gira del Presi por Cartago? A primera vista, la agenda parecía el típico "check, check, check" de cualquier mandatario: que el tanquecito de agua por aquí, que unos invernaderos por allá... pura foto para redes y para decir que se está trabajando. Pero seamos honestos, la procesión iba por dentro. Chaves llegó a la Vieja Metrópoli con una sombra más grande que el Irazú: el despiche monumental del nuevo hospital Max Peralta. La visita fue un ejemplo de libro de cómo sonreír para la cámara mientras la casa se está quemando por detrás.
La vara es que la gira tenía su lado amable, ¿verdad? El comunicado de prensa seguro dice "obras de gran impacto comunitario". En Pejibaye de Jiménez, se entregó un tanque de agua, 12 invernaderos y unas cuantas escrituras. O sea, cosas que sin duda le cambian el día a día a un montón de gente, y eso está tuanis, no se puede negar. El Inder también metió plata para arreglar un tramo de la ruta 408. Bien por ellos, es su brete. Pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga: ¿es suficiente? Es como que te deban un millón de colones y te abonen con un rojo para que te comprés un yodo. Se agradece el gesto, mae, pero la deuda sigue ahí, gigante y viéndote feo.
Y esa deuda, maes, tiene nombre y apellido: Hospital Max Peralta. Todo este malestar, la moción para declararlo “Non Grato” impulsada por diputados y grupos de la zona, no salió de la nada. Es la reacción directa a la decisión del Ejecutivo de frenar en seco la construcción del nuevo hospital en el terreno de El Guarco. El Gobierno, con el Ministerio de Salud y la expresidenta de la Caja, Marta Esquivel, a la cabeza, le pusieron el candado a un proyecto que los cartagos llevan años esperando. Se jalaron una torta de proporciones épicas, porque para la gente de allá no es un simple edificio; es una necesidad urgente que se fue al traste por decisiones que, desde fuera, se ven más políticas que técnicas.
Entonces, la pregunta del millón es: ¿a qué fue Chaves realmente? ¿A calmar las aguas o a echarle más leña al fuego? Porque, mae, inaugurar un tanque de agua mientras te están gritando por un hospital es una jugada arriesgada. Es un acto de malabarismo político: por un lado, muestras que sí estás "breteando" y entregando "cositas"; por otro, ignoras el problemón que tenés en la mesa. La agenda de la tarde, con el inicio de obras en una escuela y la inauguración de un condominio vertical privado en Quircot, se siente como un intento de cambiar de tema, de desviar la atención. "¡Miren para acá, algo brillante!", parece decir el mensaje, pero el ruido de fondo del hospital no se apaga con un par de discursos y cortes de cinta.
Al final del día, la visita de Chaves a Cartago es un reflejo perfecto de su presidencia: una mezcla de acciones concretas que sus seguidores aplauden y controversias gigantes que encienden a sus críticos. Entregó proyectos, sí, pero el fantasma del hospital lo persiguió por toda la provincia y le recordó que hay heridas que no se curan con invernaderos. La tiene salada en Cartago, y parece que no va a ser fácil que se gane de nuevo la confianza de la gente de las brumas. Pero bueno, esa es mi lectura. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Fue una jugada maestra de Chaves para mostrar que sigue trabajando a pesar de las críticas, o fue un desplante y una falta de tacto con una provincia que se siente ignorada? ¿Ustedes qué opinan de toda esta vara?
La vara es que la gira tenía su lado amable, ¿verdad? El comunicado de prensa seguro dice "obras de gran impacto comunitario". En Pejibaye de Jiménez, se entregó un tanque de agua, 12 invernaderos y unas cuantas escrituras. O sea, cosas que sin duda le cambian el día a día a un montón de gente, y eso está tuanis, no se puede negar. El Inder también metió plata para arreglar un tramo de la ruta 408. Bien por ellos, es su brete. Pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga: ¿es suficiente? Es como que te deban un millón de colones y te abonen con un rojo para que te comprés un yodo. Se agradece el gesto, mae, pero la deuda sigue ahí, gigante y viéndote feo.
Y esa deuda, maes, tiene nombre y apellido: Hospital Max Peralta. Todo este malestar, la moción para declararlo “Non Grato” impulsada por diputados y grupos de la zona, no salió de la nada. Es la reacción directa a la decisión del Ejecutivo de frenar en seco la construcción del nuevo hospital en el terreno de El Guarco. El Gobierno, con el Ministerio de Salud y la expresidenta de la Caja, Marta Esquivel, a la cabeza, le pusieron el candado a un proyecto que los cartagos llevan años esperando. Se jalaron una torta de proporciones épicas, porque para la gente de allá no es un simple edificio; es una necesidad urgente que se fue al traste por decisiones que, desde fuera, se ven más políticas que técnicas.
Entonces, la pregunta del millón es: ¿a qué fue Chaves realmente? ¿A calmar las aguas o a echarle más leña al fuego? Porque, mae, inaugurar un tanque de agua mientras te están gritando por un hospital es una jugada arriesgada. Es un acto de malabarismo político: por un lado, muestras que sí estás "breteando" y entregando "cositas"; por otro, ignoras el problemón que tenés en la mesa. La agenda de la tarde, con el inicio de obras en una escuela y la inauguración de un condominio vertical privado en Quircot, se siente como un intento de cambiar de tema, de desviar la atención. "¡Miren para acá, algo brillante!", parece decir el mensaje, pero el ruido de fondo del hospital no se apaga con un par de discursos y cortes de cinta.
Al final del día, la visita de Chaves a Cartago es un reflejo perfecto de su presidencia: una mezcla de acciones concretas que sus seguidores aplauden y controversias gigantes que encienden a sus críticos. Entregó proyectos, sí, pero el fantasma del hospital lo persiguió por toda la provincia y le recordó que hay heridas que no se curan con invernaderos. La tiene salada en Cartago, y parece que no va a ser fácil que se gane de nuevo la confianza de la gente de las brumas. Pero bueno, esa es mi lectura. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Fue una jugada maestra de Chaves para mostrar que sigue trabajando a pesar de las críticas, o fue un desplante y una falta de tacto con una provincia que se siente ignorada? ¿Ustedes qué opinan de toda esta vara?