Mae, seamos honestos. Uno sale del país y lo primero que le sacan en cara, después del “pura vida”, es nuestra inconfundible forma de arrastrar la “erre”. Por años ha sido nuestro pasaporte sónico, esa vara que nos delata en cualquier parte del mundo antes de que siquiera terminemos la primera frase. Algunos lo ven como un detallazo, otros se han matado tratando de quitárselo. La vara es que ahora Imperial, la birra que ha estado en más fiestas que los globos de helio, se mandó y convirtió nuestro acento en el centro de su nueva campaña. ¿Y la verdad? ¡Qué chiva la idea!
No es una hablada de paja, de hecho, tiene su ciencia. Según el propio Instituto de Investigaciones Lingüísticas de la UCR, ese sonido es el sello más característico de nuestro español. Es una innovación fonológica que no se encuentra en otro lado de la región. Básicamente, es nuestro superpoder lingüístico. Por eso, que una marca tan metida en el ADN tico como la Pilzen decida agarrar lo que antes pudo ser motivo de mate en el extranjero y convertirlo en una medalla de orgullo, tiene su mérito. La campaña se llama “Orgullo Tico” y, sinceramente, el nombre le queda a cachete. La jugada de transformar un supuesto “defecto” en un símbolo de pertenencia es, como mínimo, bastante astuta.
Y no se quedaron solo en el anuncio bonito. Se metieron con todo: le cambiaron la etiqueta a la botella para que la “erre” de Imperial resalte más y armaron un despiche positivo en redes sociales con juegos y dinámicas para que la gente mida su “nivel de acento tico”. La movida es ¡qué nivel!, porque nos pone a hablar de nosotros mismos, de cómo sonamos y de lo que eso significa. Como dice Fabián Loría, el gerente de la marca, “nuestra voz refleja quiénes somos”. Al final, nos están diciendo que ese sonido que llevamos pegado desde güilas no es un error, sino la banda sonora de nuestra identidad.
Y claro, como en todo buen anuncio, no podía faltar el recordatorio de que son más que solo una cerveza. Aprovechan el viaje para destacar que Imperial es la primera cerveza “agua positiva” del mundo y que tienen una ecoetiqueta ambiental del MINAE y todas esas varas de sostenibilidad que, para qué, suman puntos. Es una estrategia redonda: se apropian de un rasgo cultural único, lo celebran, y de paso nos recuerdan que son una empresa con conciencia ecológica. Están jugando a ser el sinónimo perfecto de “lo mejor de Costa Rica”, desde cómo hablamos hasta cómo cuidamos el planeta.
Pero bueno, más allá de la hablada de marketing y los comunicados de prensa, la pregunta del millón queda en el aire y quiero tirárselas a ustedes. Esta iniciativa de Imperial es un reflejo de algo que ya estaba pasando: los ticos cada vez nos sentimos más cómodos y orgullosos de nuestros particularismos. La “erre” es solo un chunche más en esa caja de identidad, junto al gallo pinto, el “upe” y la manía de señalar con la boca. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Les cuadra la idea? ¿Es una genialidad de marketing que nos llega al cora, o es solo una marca más tratando de sonar ‘tuanis’ para vender más birra? ¿Nos representa de verdad o es puro show?
No es una hablada de paja, de hecho, tiene su ciencia. Según el propio Instituto de Investigaciones Lingüísticas de la UCR, ese sonido es el sello más característico de nuestro español. Es una innovación fonológica que no se encuentra en otro lado de la región. Básicamente, es nuestro superpoder lingüístico. Por eso, que una marca tan metida en el ADN tico como la Pilzen decida agarrar lo que antes pudo ser motivo de mate en el extranjero y convertirlo en una medalla de orgullo, tiene su mérito. La campaña se llama “Orgullo Tico” y, sinceramente, el nombre le queda a cachete. La jugada de transformar un supuesto “defecto” en un símbolo de pertenencia es, como mínimo, bastante astuta.
Y no se quedaron solo en el anuncio bonito. Se metieron con todo: le cambiaron la etiqueta a la botella para que la “erre” de Imperial resalte más y armaron un despiche positivo en redes sociales con juegos y dinámicas para que la gente mida su “nivel de acento tico”. La movida es ¡qué nivel!, porque nos pone a hablar de nosotros mismos, de cómo sonamos y de lo que eso significa. Como dice Fabián Loría, el gerente de la marca, “nuestra voz refleja quiénes somos”. Al final, nos están diciendo que ese sonido que llevamos pegado desde güilas no es un error, sino la banda sonora de nuestra identidad.
Y claro, como en todo buen anuncio, no podía faltar el recordatorio de que son más que solo una cerveza. Aprovechan el viaje para destacar que Imperial es la primera cerveza “agua positiva” del mundo y que tienen una ecoetiqueta ambiental del MINAE y todas esas varas de sostenibilidad que, para qué, suman puntos. Es una estrategia redonda: se apropian de un rasgo cultural único, lo celebran, y de paso nos recuerdan que son una empresa con conciencia ecológica. Están jugando a ser el sinónimo perfecto de “lo mejor de Costa Rica”, desde cómo hablamos hasta cómo cuidamos el planeta.
Pero bueno, más allá de la hablada de marketing y los comunicados de prensa, la pregunta del millón queda en el aire y quiero tirárselas a ustedes. Esta iniciativa de Imperial es un reflejo de algo que ya estaba pasando: los ticos cada vez nos sentimos más cómodos y orgullosos de nuestros particularismos. La “erre” es solo un chunche más en esa caja de identidad, junto al gallo pinto, el “upe” y la manía de señalar con la boca. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Les cuadra la idea? ¿Es una genialidad de marketing que nos llega al cora, o es solo una marca más tratando de sonar ‘tuanis’ para vender más birra? ¿Nos representa de verdad o es puro show?