Maes, seamos honestos: a todos nos ha salvado la tanda más de una vez el servicio en línea de PriceSmart. Estás en medio brete, te acordás de que no hay café o (peor aún) papel higiénico, y con un par de clics solucionás la vida sin tener que ir a meterte a la jungla de pasillos y gente. Diay, la comodidad es la comodidad. Pero como todo lo bueno en esta vida, parece que la fiesta tiene un nuevo costo. Si usted es de los que hacía pedidos pequeños para salir del paso, le tengo malas noticias: ¡qué torta! A partir de ya, del 1 de septiembre, si su compra es menor a ₡19.500, le van a sumar un recargo de ₡2.260. Así, sin vaselina. Salado, pero cierto.
Y para agregarle un poquito de drama a la vara, la comunicación de la empresa fue, digamos, un toque atropellada. En un primer momento, el comunicado oficial decía que el cambio regía a partir de octubre, dándonos chance de prepararnos psicológicamente. Pero ¡sorpresa! Un día después se echaron para atrás y rectificaron: la medida se adelantaba para el puro inicio de septiembre. Uno se pregunta si fue un dedazo o si les entró la prisa por empezar a cobrar. Sea como sea, el ajuste ya está en la calle, y aplica tanto para la página web como para la app. La única forma de salvarse del recargo es asegurarse de que el carrito de compras supere los veinte rojos.
Ahora, antes de que saquemos las antorchas, veamos la justificación que da PriceSmart. Según ellos, este nuevo cargo por servicio no es un capricho, sino una necesidad para “gestionar de manera sostenible cada pedido”. En tico simple: la logística de mover un camión para entregarle a usted un solo chunche gigante de comida para perro es casi tan cara como moverlo para entregarle el súper del mes. El modelo de negocio de ellos se basa en vender por volumen a precios bajos, y los pedidos pequeños, al parecer, les estaban descuadrando las finanzas operativas. La empresa asegura que esto les permitirá mantener la calidad, las entregas a tiempo y, en teoría, los precios bajos en el resto de los productos.
El asunto de fondo es que esto va más allá de un simple recargo. Es un reflejo clarísimo de una tendencia que estamos viendo en todo lado: se nos acabó la luna de miel del delivery “casi regalado” que explotó con la pandemia. Las empresas se dieron cuenta de que la gente está dispuesta a pagar por la comodidad de no moverse de la casa, y ahora están afinando los números para que esa comodidad sea rentable para ellos, no solo para nosotros. Este ajuste de PriceSmart es, en esencia, un intento por equilibrar la balanza en una era donde las compras en línea ya no son un lujo, sino una parte del día a día para miles de ticos. El costo de la conveniencia digital se está volviendo cada vez más explícito.
Al final del día, la decisión queda en nuestras manos. La transparencia, al menos, está ahí: PriceSmart promete que el cargo aparecerá bien detallado en la factura antes de que usted pague, para que no haya sorpresas amargas. Pero la pregunta del millón queda en el aire. ¿Este recargo los va a hacer pensarla dos veces antes de hacer un pedido express por un par de varas? ¿O es un costo que están dispuestos a asumir con tal de no ir a hacer fila y buscar parqueo? En otras palabras, ¿se nos fue al traste la fantasía de la comodidad barata? ¡Los leo en los comentarios!
Y para agregarle un poquito de drama a la vara, la comunicación de la empresa fue, digamos, un toque atropellada. En un primer momento, el comunicado oficial decía que el cambio regía a partir de octubre, dándonos chance de prepararnos psicológicamente. Pero ¡sorpresa! Un día después se echaron para atrás y rectificaron: la medida se adelantaba para el puro inicio de septiembre. Uno se pregunta si fue un dedazo o si les entró la prisa por empezar a cobrar. Sea como sea, el ajuste ya está en la calle, y aplica tanto para la página web como para la app. La única forma de salvarse del recargo es asegurarse de que el carrito de compras supere los veinte rojos.
Ahora, antes de que saquemos las antorchas, veamos la justificación que da PriceSmart. Según ellos, este nuevo cargo por servicio no es un capricho, sino una necesidad para “gestionar de manera sostenible cada pedido”. En tico simple: la logística de mover un camión para entregarle a usted un solo chunche gigante de comida para perro es casi tan cara como moverlo para entregarle el súper del mes. El modelo de negocio de ellos se basa en vender por volumen a precios bajos, y los pedidos pequeños, al parecer, les estaban descuadrando las finanzas operativas. La empresa asegura que esto les permitirá mantener la calidad, las entregas a tiempo y, en teoría, los precios bajos en el resto de los productos.
El asunto de fondo es que esto va más allá de un simple recargo. Es un reflejo clarísimo de una tendencia que estamos viendo en todo lado: se nos acabó la luna de miel del delivery “casi regalado” que explotó con la pandemia. Las empresas se dieron cuenta de que la gente está dispuesta a pagar por la comodidad de no moverse de la casa, y ahora están afinando los números para que esa comodidad sea rentable para ellos, no solo para nosotros. Este ajuste de PriceSmart es, en esencia, un intento por equilibrar la balanza en una era donde las compras en línea ya no son un lujo, sino una parte del día a día para miles de ticos. El costo de la conveniencia digital se está volviendo cada vez más explícito.
Al final del día, la decisión queda en nuestras manos. La transparencia, al menos, está ahí: PriceSmart promete que el cargo aparecerá bien detallado en la factura antes de que usted pague, para que no haya sorpresas amargas. Pero la pregunta del millón queda en el aire. ¿Este recargo los va a hacer pensarla dos veces antes de hacer un pedido express por un par de varas? ¿O es un costo que están dispuestos a asumir con tal de no ir a hacer fila y buscar parqueo? En otras palabras, ¿se nos fue al traste la fantasía de la comodidad barata? ¡Los leo en los comentarios!