Maes, agárrense porque la cosa en Cuesta de Moras se va a poner más tensa que final de la Sele en repechaje. El próximo 22 de setiembre es el día D. Ese día, los 57 diputados tienen un brete bien particular: decidir si le levantan o no la inmunidad al presidente Rodrigo Chaves por el famoso “Caso BCIE-Cariñitos”. Para que nos entendamos, la inmunidad es como un pase VIP que dice “a mí la Fiscalía no me toca mientras sea presi”. Y ahora, el Plenario tiene que decidir si le rompen el tiquete o se lo dejan hasta el final del mandato. La vara está así de clara y así de complicada.
La pregunta del millón es si los números dan. Para quitarle ese fuero al hombre, se necesitan 38 votos, ni uno más ni uno menos. Es un número mágico, los famosos dos tercios de la Asamblea. Y aquí es donde empieza el ajedrez político, porque ya varios han tirado las cartas sobre la mesa. Por el lado del NO, ya tenemos 9 votos casi que escritos en piedra: los 8 diputados del oficialismo, con Pilar Cisneros a la cabeza, van a defender a su jefe a capa y espada. A ellos se les sumó Leslye Bojorges del PUSC, que salió diciendo que ni a palos vota a favor. Así que, de entrada, los que quieren mantener la inmunidad ya tienen 9 fichas en su esquina.
Del otro lado del ring, el panorama es un rompecabezas. El PLN, la fracción más grande, dice que la mayoría de sus 18 diputados votará en bloque para quitarle la inmunidad. Figuras de peso como Rodrigo Arias y Andrea Álvarez ya cantaron su voto afirmativo. Súmenle a eso los 6 del Frente Amplio, que van con todo a favor, y los 2 del Liberal Progresista de Eliécin Feinzaig. Si sacamos la calculadora, eso nos da 18 + 6 + 2 = 26 votos. Claramente, 26 no es 38. Faltan 12 votos que, a día de hoy, andan flotando en el aire. Y aquí es donde la cosa se pone buena, porque el PUSC (quitando a Bojorges), Nueva República y el bonche de independientes tienen la sartén por el mango. Fabricio Alvarado, por ejemplo, está en modo zen, diciendo que no tienen prisa y que lo van a pensar bien. ¡Menuda vara la que tienen encima!
Y para ponerle más picante al asunto, el procedimiento del 22 de setiembre va a ser todo un show. La sesión arranca a las 2 p.m. y el presidente Chaves tiene la oportunidad de ir a dar su discurso por 30 minutos. Media hora para defenderse y tratar de convencer a los indecisos. Después, el presidente jala del Plenario y empieza el debate de los diputados, donde cada uno tiene hasta 15 minutos para hablar. A las 7 p.m. en punto se corta el micrófono y, ¡pum!, a votar. No hay tiempo extra. Es una olla de presión legislativa donde cada minuto y cada palabra van a contar.
Al final, todo se reduce a una matemática simple pero políticamente explosiva. ¿Lograrán los opositores conseguir esos 12 votos que les faltan para llegar a 38? ¿O pesarán más las presiones, las alianzas de última hora y el miedo a las consecuencias? Lo que pase ese día no solo va a definir el futuro judicial del presidente, sino que va a mandar una señal clarísima sobre el balance de poder en el país. Se viene un cierre de mes de infarto, de esos que definen un gobierno entero.
La pregunta del millón es si los números dan. Para quitarle ese fuero al hombre, se necesitan 38 votos, ni uno más ni uno menos. Es un número mágico, los famosos dos tercios de la Asamblea. Y aquí es donde empieza el ajedrez político, porque ya varios han tirado las cartas sobre la mesa. Por el lado del NO, ya tenemos 9 votos casi que escritos en piedra: los 8 diputados del oficialismo, con Pilar Cisneros a la cabeza, van a defender a su jefe a capa y espada. A ellos se les sumó Leslye Bojorges del PUSC, que salió diciendo que ni a palos vota a favor. Así que, de entrada, los que quieren mantener la inmunidad ya tienen 9 fichas en su esquina.
Del otro lado del ring, el panorama es un rompecabezas. El PLN, la fracción más grande, dice que la mayoría de sus 18 diputados votará en bloque para quitarle la inmunidad. Figuras de peso como Rodrigo Arias y Andrea Álvarez ya cantaron su voto afirmativo. Súmenle a eso los 6 del Frente Amplio, que van con todo a favor, y los 2 del Liberal Progresista de Eliécin Feinzaig. Si sacamos la calculadora, eso nos da 18 + 6 + 2 = 26 votos. Claramente, 26 no es 38. Faltan 12 votos que, a día de hoy, andan flotando en el aire. Y aquí es donde la cosa se pone buena, porque el PUSC (quitando a Bojorges), Nueva República y el bonche de independientes tienen la sartén por el mango. Fabricio Alvarado, por ejemplo, está en modo zen, diciendo que no tienen prisa y que lo van a pensar bien. ¡Menuda vara la que tienen encima!
Y para ponerle más picante al asunto, el procedimiento del 22 de setiembre va a ser todo un show. La sesión arranca a las 2 p.m. y el presidente Chaves tiene la oportunidad de ir a dar su discurso por 30 minutos. Media hora para defenderse y tratar de convencer a los indecisos. Después, el presidente jala del Plenario y empieza el debate de los diputados, donde cada uno tiene hasta 15 minutos para hablar. A las 7 p.m. en punto se corta el micrófono y, ¡pum!, a votar. No hay tiempo extra. Es una olla de presión legislativa donde cada minuto y cada palabra van a contar.
Al final, todo se reduce a una matemática simple pero políticamente explosiva. ¿Lograrán los opositores conseguir esos 12 votos que les faltan para llegar a 38? ¿O pesarán más las presiones, las alianzas de última hora y el miedo a las consecuencias? Lo que pase ese día no solo va a definir el futuro judicial del presidente, sino que va a mandar una señal clarísima sobre el balance de poder en el país. Se viene un cierre de mes de infarto, de esos que definen un gobierno entero.