Maes, la política tica a veces parece un reality show con más drama que presupuesto, y el capítulo de esta semana estuvo de infarto. La vara es que la expresidenta Laura Chinchilla no se anduvo por las ramas y le soltó un filazo directo a la administración Chaves Robles, acusándolos de ser básicamente un estorbo en la lucha contra el crimen. Así, sin anestesia. Todo este despiche se armó después de que los diputados, en un movimiento que pocos vieron venir con tanta fuerza, le pasaran por encima al Presidente y resellarán una ley clave para los allanamientos.
Para los que andan un toque perdidos, les hago el resumen ejecutivo. La Asamblea había aprobado una ley para que el OIJ pudiera hacer allanamientos a cualquier hora y cualquier día, una herramienta que, según dicen, es súper necesaria para agarrar a los malos con las manos en la masa. Pero, ¡sorpresa!, el presidente Chaves decidió sacarle la tarjeta roja y vetó la iniciativa. Diay, la pelota volvió a Cuesta de Moras, donde los diputados necesitaban 38 votos para decirle al Presi: "muy bonito su veto, pero no, gracias". ¿Y qué pasó? No solo consiguieron los 38, sino que 43 legisladores presentes votaron a favor. Unánime. Eso, en el ajedrez político, es un jaque mate en toda regla.
Y claro, con ese panorama, doña Laura vio la oportunidad y se fue con todo en redes sociales. Felicitó a los diputados por lo que llamó "imponer su voluntad ante el boicot presidencial". ¡Boicot! Esa palabra pesa. Pero la frase que de verdad caló fue esta: "La ola de inseguridad que vive Costa Rica es, ante todo, responsabilidad del gobierno que, en lugar de actuar, se ha dedicado a estorbar". Es un derechazo a la mandíbula de Zapote, porque no solo los culpa por inacción, sino por activamente obstaculizar las soluciones que otros proponen. Una acusación de ese calibre, viniendo de una exmandataria, no es cualquier vara.
Ahora, más allá del pleito entre políticos y las medallas que cada uno se quiera colgar, lo que queda en el aire es una sensación bien fea para el ciudadano de a pie. Mientras en las altas esferas se tiran el chunche de la responsabilidad, uno sigue viendo noticias de que la criminalidad no da tregua. Uno piensa en su familia, en su brete, en si puede salir tranquilo de noche. La verdad es que da igual si el gato es blanco o negro, lo que importa es que cace ratones. Y aquí, parece que los gatos están más ocupados peleando entre ellos que haciendo el trabajo para el que se les puso ahí. Estamos salados si esta va a ser la tónica.
Al final, este resello es más que un simple trámite legislativo; es una demostración de fuerza de la Asamblea y una grieta visible entre dos poderes de la República. Le doblaron el brazo al Ejecutivo en un tema hipersensible como la seguridad. La gran pregunta que queda en el aire, más allá de los egos políticos, es si estas herramientas realmente van a cambiar algo en la calle o si solo estamos viendo un round más en la eterna pelea por el poder. Por eso, les tiro la bola a ustedes, maes. ¿Quién tiene la razón en este enredo? ¿Es Chinchilla una expresidenta que aprovecha para meter cizaña, o de verdad el Gobierno se está jalando una torta monumental con la seguridad del país? ¡Abro debate!
Para los que andan un toque perdidos, les hago el resumen ejecutivo. La Asamblea había aprobado una ley para que el OIJ pudiera hacer allanamientos a cualquier hora y cualquier día, una herramienta que, según dicen, es súper necesaria para agarrar a los malos con las manos en la masa. Pero, ¡sorpresa!, el presidente Chaves decidió sacarle la tarjeta roja y vetó la iniciativa. Diay, la pelota volvió a Cuesta de Moras, donde los diputados necesitaban 38 votos para decirle al Presi: "muy bonito su veto, pero no, gracias". ¿Y qué pasó? No solo consiguieron los 38, sino que 43 legisladores presentes votaron a favor. Unánime. Eso, en el ajedrez político, es un jaque mate en toda regla.
Y claro, con ese panorama, doña Laura vio la oportunidad y se fue con todo en redes sociales. Felicitó a los diputados por lo que llamó "imponer su voluntad ante el boicot presidencial". ¡Boicot! Esa palabra pesa. Pero la frase que de verdad caló fue esta: "La ola de inseguridad que vive Costa Rica es, ante todo, responsabilidad del gobierno que, en lugar de actuar, se ha dedicado a estorbar". Es un derechazo a la mandíbula de Zapote, porque no solo los culpa por inacción, sino por activamente obstaculizar las soluciones que otros proponen. Una acusación de ese calibre, viniendo de una exmandataria, no es cualquier vara.
Ahora, más allá del pleito entre políticos y las medallas que cada uno se quiera colgar, lo que queda en el aire es una sensación bien fea para el ciudadano de a pie. Mientras en las altas esferas se tiran el chunche de la responsabilidad, uno sigue viendo noticias de que la criminalidad no da tregua. Uno piensa en su familia, en su brete, en si puede salir tranquilo de noche. La verdad es que da igual si el gato es blanco o negro, lo que importa es que cace ratones. Y aquí, parece que los gatos están más ocupados peleando entre ellos que haciendo el trabajo para el que se les puso ahí. Estamos salados si esta va a ser la tónica.
Al final, este resello es más que un simple trámite legislativo; es una demostración de fuerza de la Asamblea y una grieta visible entre dos poderes de la República. Le doblaron el brazo al Ejecutivo en un tema hipersensible como la seguridad. La gran pregunta que queda en el aire, más allá de los egos políticos, es si estas herramientas realmente van a cambiar algo en la calle o si solo estamos viendo un round más en la eterna pelea por el poder. Por eso, les tiro la bola a ustedes, maes. ¿Quién tiene la razón en este enredo? ¿Es Chinchilla una expresidenta que aprovecha para meter cizaña, o de verdad el Gobierno se está jalando una torta monumental con la seguridad del país? ¡Abro debate!