Diay maes, si ustedes creían que la política tica estaba tranquila, mejor se sientan. La novela que se tienen montada en el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) acaba de soltar su capítulo más jugoso, y la vara está que arde. Resulta que Juan Carlos Hidalgo, el candidato presidencial del partido, ya se cansó del drama y le mandó a decir a Leslye Bojorges, en el español más claro posible, que recoja sus chunches y se vaya. El problema es que Bojorges parece que se hizo el de los panes, y ahora tenemos un despiche de proporciones épicas donde nadie sabe quién tiene el sartén por el mango.
Vamos por partes. Hidalgo, que claramente no quiere empezar su campaña con semejante nubarrón encima, salió con todo. Usó hasta dichos populares para tirarle la indirecta, que de indirecta no tuvo nada: “Don Leslye, a quien tanto le gustan los dichos, probablemente ha oído que uno no está donde no lo quieren”. ¡Tome! Más directo, imposible. El mensaje de Hidalgo es unánime y lo repitió hasta el cansancio: Bojorges no tiene ni un campito en su campaña ni en la fracción del PUSC. Según el candidato, los cuestionamientos éticos que le llueven al diputado alajuelense son demasiado pesados como para hacerse los locos y seguir como si nada.
Y es que el expediente de Bojorges no es cualquier vara. El mae está hasta el cuello. La Fiscalía le tiene un brete abierto por un supuesto tráfico de influencias y, como si fuera poco, lo investigan por presuntamente haberle pedido “dádivas” (un eufemismo elegante para no decir otra cosa) a un empresario metido en un enredo de falsedad ideológica y legitimación de capitales. ¡Qué sal! Con ese currículum, cualquiera entendería por qué Hidalgo quiere marcar distancia. Pero Bojorges, atrincherado en su curul, dijo que nones, que de ahí no lo mueve nadie y que no piensa declararse independiente. Él insiste en que todo es humo y patadas de ahogado.
Pero si creían que el asunto no podía ponerse más turbio, se equivocan. La cereza que le faltaba a esta torta la puso el mismísimo Celso Gamboa. Sí, leyeron bien. El exmagistrado, acusado por la DEA y extraditable, soltó la lengua en un audio que se filtró y embarró a medio mundo, incluyendo a Bojorges. En la grabación, Gamboa básicamente asegura que el diputado tiene tiquete comprado para irse extraditado. “Leslye Bojorges va para allá”, se le oye decir. Obviamente, Bojorges negó cualquier cercanía con Gamboa, pero el daño ya estaba hecho. Con ese audio, el plan de defensa del diputado se fue al traste y le dio a Hidalgo la excusa perfecta para jalar el gatillo.
Al final del día, Hidalgo cerró filas con su fracción, agradeciéndoles el respaldo para darle la espalda a Bojorges. Su argumento es de manual: la credibilidad del partido está primero que cualquier interés personal. Es una jugada lógica de control de daños, un intento desesperado por apagar el incendio antes de que consuma toda la choza. La pregunta del millón ahora es si la decisión fue a tiempo o si el PUSC ya quedó manchado por un escándalo que, sinceramente, parece sacado de una serie de narcos. La campaña apenas calienta motores y ya se jalaron una torta monumental.
Vamos por partes. Hidalgo, que claramente no quiere empezar su campaña con semejante nubarrón encima, salió con todo. Usó hasta dichos populares para tirarle la indirecta, que de indirecta no tuvo nada: “Don Leslye, a quien tanto le gustan los dichos, probablemente ha oído que uno no está donde no lo quieren”. ¡Tome! Más directo, imposible. El mensaje de Hidalgo es unánime y lo repitió hasta el cansancio: Bojorges no tiene ni un campito en su campaña ni en la fracción del PUSC. Según el candidato, los cuestionamientos éticos que le llueven al diputado alajuelense son demasiado pesados como para hacerse los locos y seguir como si nada.
Y es que el expediente de Bojorges no es cualquier vara. El mae está hasta el cuello. La Fiscalía le tiene un brete abierto por un supuesto tráfico de influencias y, como si fuera poco, lo investigan por presuntamente haberle pedido “dádivas” (un eufemismo elegante para no decir otra cosa) a un empresario metido en un enredo de falsedad ideológica y legitimación de capitales. ¡Qué sal! Con ese currículum, cualquiera entendería por qué Hidalgo quiere marcar distancia. Pero Bojorges, atrincherado en su curul, dijo que nones, que de ahí no lo mueve nadie y que no piensa declararse independiente. Él insiste en que todo es humo y patadas de ahogado.
Pero si creían que el asunto no podía ponerse más turbio, se equivocan. La cereza que le faltaba a esta torta la puso el mismísimo Celso Gamboa. Sí, leyeron bien. El exmagistrado, acusado por la DEA y extraditable, soltó la lengua en un audio que se filtró y embarró a medio mundo, incluyendo a Bojorges. En la grabación, Gamboa básicamente asegura que el diputado tiene tiquete comprado para irse extraditado. “Leslye Bojorges va para allá”, se le oye decir. Obviamente, Bojorges negó cualquier cercanía con Gamboa, pero el daño ya estaba hecho. Con ese audio, el plan de defensa del diputado se fue al traste y le dio a Hidalgo la excusa perfecta para jalar el gatillo.
Al final del día, Hidalgo cerró filas con su fracción, agradeciéndoles el respaldo para darle la espalda a Bojorges. Su argumento es de manual: la credibilidad del partido está primero que cualquier interés personal. Es una jugada lógica de control de daños, un intento desesperado por apagar el incendio antes de que consuma toda la choza. La pregunta del millón ahora es si la decisión fue a tiempo o si el PUSC ya quedó manchado por un escándalo que, sinceramente, parece sacado de una serie de narcos. La campaña apenas calienta motores y ya se jalaron una torta monumental.