Maes, seamos honestos. Cuando una fuente grande de brete cierra, como pasó con el ingenio Atirro, el primer pensamiento es: “¡Qué torta! Ahora sí, todo se fue al traste”. Y por un tiempo, para muchas familias de Jiménez y Turrialba que dependían de la caña, el panorama se puso color de hormiga. La vara es que depender de un solo cultivo es como poner todos los huevos en una canasta que, de un pronto a otro, se puede caer. Pero diay, parece que la historia está dando un giro bastante interesante, y todo gracias a una movida estratégica del INDER que está ayudando a esta gente a no solo sobrevivir, sino a reinventarse por completo.
El primer plato fuerte de esta iniciativa son 12 invernaderos que se entregaron en Finca La Victoria, allá en Pejibaye. Con una inversión de más de ₡70 millones, no solo les dieron el chunche, sino que también los apoyaron con plántulas de cebollino, culantro y lechuga. ¡Qué tuanis! Imagínense el cambio: pasar de esperar la zafra una vez al año para ver algo de plata, a tener un flujo constante con cultivos de ciclo corto. O sea, estamos hablando de que ahora esas familias tienen cómo generar ingresos más seguido, asegurando la comida en la mesa y dándole un respiro al bolsillo. Es pasar de la incertidumbre a tener un control real sobre su producción y su futuro. Un cambio de 180 grados que les da una autonomía que antes ni soñaban.
Pero la vara no termina ahí. Para los que le siguen apostando al café, el INDER se apuntó con otra jugada maestra: microbeneficios. Esto es para los productores del Territorio Turrialba Jiménez, y la idea es que dejen de ser solo productores de materia prima y se conviertan en artesanos del café de especialidad. Con una inversión de más de ₡32 millones, tres familias ahora tienen la infraestructura para procesar su propio café. Ya no es solo sembrar el grano y venderlo al que pague más; es controlarlo, darle ese toque único y vender un producto final con valor agregado. ¡Qué carga la visión de apostarle a la calidad y no solo a la cantidad! Esto les abre las puertas a mercados mucho más rentables y pone el nombre de su café en el mapa.
Y para amarrar todo el brete con broche de oro, está el tema de la seguridad jurídica. Suena como algo muy técnico y aburrido, pero es la base de todo. El INDER entregó siete escrituras a familias y organizaciones de la zona. Mae, tener ese papelito en la mano lo cambia todo. Es el “ahora sí, esto es mío y nadie me lo quita”. Con ese título de propiedad, ya pueden pedir un crédito en el banco, aplicar a un bono de vivienda o simplemente tener la paz mental de que están construyendo sobre tierra firme. Se benefician más de 400 personas, dándoles la herramienta fundamental para que dejen de pulsearla tanto y puedan consolidar sus proyectos de vida.
Al final, lo que está pasando en Jiménez y Turrialba es un ejemplo a cachete de cómo se puede transformar una crisis en una oportunidad. No se trata solo de regalar plata o equipo, sino de dar herramientas, conocimiento y, sobre todo, seguridad para que la gente del campo pueda florecer. Como dijo el mismo presi del INDER, Ricardo Quesada, cada uno de estos proyectos es una oportunidad real de desarrollo. Se nota que cuando las instituciones se ponen las pilas y trabajan de la mano con la gente, se pueden lograr varas impresionantes. La pregunta del millón para el foro es: ¿Conocen historias parecidas en sus cantones? ¿Creen que este tipo de apoyo enfocado es la verdadera clave para que el campo no se nos quede atrás?
El primer plato fuerte de esta iniciativa son 12 invernaderos que se entregaron en Finca La Victoria, allá en Pejibaye. Con una inversión de más de ₡70 millones, no solo les dieron el chunche, sino que también los apoyaron con plántulas de cebollino, culantro y lechuga. ¡Qué tuanis! Imagínense el cambio: pasar de esperar la zafra una vez al año para ver algo de plata, a tener un flujo constante con cultivos de ciclo corto. O sea, estamos hablando de que ahora esas familias tienen cómo generar ingresos más seguido, asegurando la comida en la mesa y dándole un respiro al bolsillo. Es pasar de la incertidumbre a tener un control real sobre su producción y su futuro. Un cambio de 180 grados que les da una autonomía que antes ni soñaban.
Pero la vara no termina ahí. Para los que le siguen apostando al café, el INDER se apuntó con otra jugada maestra: microbeneficios. Esto es para los productores del Territorio Turrialba Jiménez, y la idea es que dejen de ser solo productores de materia prima y se conviertan en artesanos del café de especialidad. Con una inversión de más de ₡32 millones, tres familias ahora tienen la infraestructura para procesar su propio café. Ya no es solo sembrar el grano y venderlo al que pague más; es controlarlo, darle ese toque único y vender un producto final con valor agregado. ¡Qué carga la visión de apostarle a la calidad y no solo a la cantidad! Esto les abre las puertas a mercados mucho más rentables y pone el nombre de su café en el mapa.
Y para amarrar todo el brete con broche de oro, está el tema de la seguridad jurídica. Suena como algo muy técnico y aburrido, pero es la base de todo. El INDER entregó siete escrituras a familias y organizaciones de la zona. Mae, tener ese papelito en la mano lo cambia todo. Es el “ahora sí, esto es mío y nadie me lo quita”. Con ese título de propiedad, ya pueden pedir un crédito en el banco, aplicar a un bono de vivienda o simplemente tener la paz mental de que están construyendo sobre tierra firme. Se benefician más de 400 personas, dándoles la herramienta fundamental para que dejen de pulsearla tanto y puedan consolidar sus proyectos de vida.
Al final, lo que está pasando en Jiménez y Turrialba es un ejemplo a cachete de cómo se puede transformar una crisis en una oportunidad. No se trata solo de regalar plata o equipo, sino de dar herramientas, conocimiento y, sobre todo, seguridad para que la gente del campo pueda florecer. Como dijo el mismo presi del INDER, Ricardo Quesada, cada uno de estos proyectos es una oportunidad real de desarrollo. Se nota que cuando las instituciones se ponen las pilas y trabajan de la mano con la gente, se pueden lograr varas impresionantes. La pregunta del millón para el foro es: ¿Conocen historias parecidas en sus cantones? ¿Creen que este tipo de apoyo enfocado es la verdadera clave para que el campo no se nos quede atrás?