Maes, hay noticias que a uno le arrugan un toque el corazón y otras que, por el contrario, se lo inflan de pura felicidad. La de hoy es de esas segundas, de las que le devuelven a uno la fe en la garra humana y en esos pequeños gestos que significan todo un universo. La periodista Gloriana Casasola, a quien muchos vemos en Teletica, compartió una de esas varas que pegan fuerte y bonito: su mamá, doña Anabelle Calderón, terminó sus 15 sesiones de radioterapia y cerró ese capítulo bravísimo de su lucha contra el cáncer de mama. Y lo celebró de la forma más carga posible: tocando esa campana que, para muchos, es el sonido más dulce del mundo.
Imagínense la escena, porque Glori nos hizo el favor de compartirla en un video que ya tiene a medio país con un nudo en la garganta (del bueno, claro). Doña Anabelle, recién salida de su última sesión en el Hospital México, con un cansancio que solo ella conoce, pero con una sonrisa que podría iluminar el Paseo Colón entero. Ahí llega Gloriana con un ramo de flores y la acompaña a esa famosa campana. Esa campana no es un simple chunche de metal; es la campana de los campeones, el punto final de una batalla durísima, el sonido de la esperanza. Verla tomar la cuerda y hacerla sonar con esa alegría, mientras la gente alrededor, que ni la conocía, aplaudía a rabiar… diay, ¡qué nivel de momento! Es de esas escenas que te recuerdan que, a pesar de todo el despiche del día a día, la vida tiene estas victorias monumentales.
Para entender la magnitud de esa campanada, hay que echar un toque para atrás. En julio, Gloriana nos contó que su mamá le estaba haciendo frente al cáncer de mama. La vara había empezado desde noviembre del año pasado, con una de esas “pelotitas” que ninguna mujer quiere encontrar. Desde entonces, como ella misma dijo, ha sido un proceso largo, de ocho meses de lucha, de una fe inquebrantable y de una fortaleza que ya quisiéramos muchos. Glori, con toda la madurez del mundo, contó que mantuvo el tema en privado por respeto al proceso de su mamá, pero que le prometió que hablarían de esto cuando fuera el momento, no por show, sino con una única y poderosa intención: crear conciencia. Qué carga esa mentalidad, de verdad.
Y como era de esperarse, apenas Gloriana subió el video, las redes sociales se inundaron de buena vibra. Pero no eran los comentarios de siempre. Eran mensajes profundos, de gente que ha pasado por lo mismo, de hijas que han visto a sus papás en esa misma lucha, de personas que simplemente se conmovieron con la valentía de doña Anabelle. "Solo como hijas sabemos lo que es ver a nuestros papás ahí", decía un comentario que resume el sentimiento de miles. Y es que en una vara así, uno se da cuenta de que, en el fondo, este país es un pañuelo y el apoyo, cuando es de corazón, se siente a cachete. Es un recordatorio de que detrás de cada noticia, hay una familia poniendo el pecho a las balas.
Aunque la misma Gloriana aclaró que el proceso aún no termina del todo y que faltan algunas quimios, la celebración de hoy es más que merecida. Tocar esa campana es un hito, una victoria de etapa que vale oro. Es un mensaje potentísimo para todos los que están pasando por algo similar: se puede. Cuesta un mundo, sí, pero se puede. Estas historias son las que de verdad importan, las que nos conectan y nos hacen sentir un poquito más humanos. Un abrazo gigante para doña Anabelle, una verdadera campeona, y para toda su familia. ¡Qué alegría más inmensa!
Ahora les paso la bola a ustedes, maes. Más allá de la felicidad por Glori y su mamá, que es gigante, ¿qué significa para ustedes ver estos gestos de victoria? ¿Conocen a alguien que haya tenido la oportunidad de tocar esa campana y qué sintieron en ese momento?
Imagínense la escena, porque Glori nos hizo el favor de compartirla en un video que ya tiene a medio país con un nudo en la garganta (del bueno, claro). Doña Anabelle, recién salida de su última sesión en el Hospital México, con un cansancio que solo ella conoce, pero con una sonrisa que podría iluminar el Paseo Colón entero. Ahí llega Gloriana con un ramo de flores y la acompaña a esa famosa campana. Esa campana no es un simple chunche de metal; es la campana de los campeones, el punto final de una batalla durísima, el sonido de la esperanza. Verla tomar la cuerda y hacerla sonar con esa alegría, mientras la gente alrededor, que ni la conocía, aplaudía a rabiar… diay, ¡qué nivel de momento! Es de esas escenas que te recuerdan que, a pesar de todo el despiche del día a día, la vida tiene estas victorias monumentales.
Para entender la magnitud de esa campanada, hay que echar un toque para atrás. En julio, Gloriana nos contó que su mamá le estaba haciendo frente al cáncer de mama. La vara había empezado desde noviembre del año pasado, con una de esas “pelotitas” que ninguna mujer quiere encontrar. Desde entonces, como ella misma dijo, ha sido un proceso largo, de ocho meses de lucha, de una fe inquebrantable y de una fortaleza que ya quisiéramos muchos. Glori, con toda la madurez del mundo, contó que mantuvo el tema en privado por respeto al proceso de su mamá, pero que le prometió que hablarían de esto cuando fuera el momento, no por show, sino con una única y poderosa intención: crear conciencia. Qué carga esa mentalidad, de verdad.
Y como era de esperarse, apenas Gloriana subió el video, las redes sociales se inundaron de buena vibra. Pero no eran los comentarios de siempre. Eran mensajes profundos, de gente que ha pasado por lo mismo, de hijas que han visto a sus papás en esa misma lucha, de personas que simplemente se conmovieron con la valentía de doña Anabelle. "Solo como hijas sabemos lo que es ver a nuestros papás ahí", decía un comentario que resume el sentimiento de miles. Y es que en una vara así, uno se da cuenta de que, en el fondo, este país es un pañuelo y el apoyo, cuando es de corazón, se siente a cachete. Es un recordatorio de que detrás de cada noticia, hay una familia poniendo el pecho a las balas.
Aunque la misma Gloriana aclaró que el proceso aún no termina del todo y que faltan algunas quimios, la celebración de hoy es más que merecida. Tocar esa campana es un hito, una victoria de etapa que vale oro. Es un mensaje potentísimo para todos los que están pasando por algo similar: se puede. Cuesta un mundo, sí, pero se puede. Estas historias son las que de verdad importan, las que nos conectan y nos hacen sentir un poquito más humanos. Un abrazo gigante para doña Anabelle, una verdadera campeona, y para toda su familia. ¡Qué alegría más inmensa!
Ahora les paso la bola a ustedes, maes. Más allá de la felicidad por Glori y su mamá, que es gigante, ¿qué significa para ustedes ver estos gestos de victoria? ¿Conocen a alguien que haya tenido la oportunidad de tocar esa campana y qué sintieron en ese momento?