Maes, en serio, a veces parece que en este país ser ordenado y hacer las cosas bien es motivo de castigo. Cuando uno cree que ya no le pueden sacar más plata del bolsillo, los genios de la Asamblea Legislativa se jalan una torta y nos demuestran que la creatividad para inventar impuestos es infinita. La nueva vara es un proyecto de ley (el expediente 24.738, para los más nerds) que busca meterle una nueva carga de un 0,6% a TODAS las primas de seguros. ¿La justificación? Financiar al Ovsicori, la Red Sismológica, el Laboratorio de Ingeniería Sísmica y el Instituto Meteorológico. Instituciones súper importantes, nadie lo niega. Pero el método para darles plata es, para ponerlo en buen tico, un despiche total.
Como era de esperar, la gente de la Asociación de Aseguradoras Privadas (AAP) pegó el grito en el cielo, y con toda la razón. Le fueron a explicar a los diputados, con manzanitas y palitos, que a los asegurados ya nos recetan un 4% para los Bomberos y un 0,5% para el INEC. Ojo los números, porque son un platal: desde 2015 le hemos transferido casi 400 mil millones de colones a estas dos instituciones. ¡400 mil millones! Y ahora, sobre esa millonada, quieren sumarle otro pellizco. La lógica parece ser: "Mmm, ¿quiénes son los ciudadanos que planifican, que protegen su casa, su carro, su vida? ¡Ajá! ¡Cobrémosles a ellos!". Es como si la responsabilidad fuera un lujo por el que hay que pagar un impuesto extra.
Y aquí es donde la vara se pone color de hormiga, porque ese 0,6% no es tan inocente como suena. Según explican los que saben de este brete, por un enredo de cálculos y temas técnicos del mercado asegurador, ese numerito podría terminar convirtiéndose en un impacto real de hasta el 1,2% en lo que uno paga. ¡El doble! Es una fórmula perversa: para recaudar X monto, se le tiene que cargar al asegurado mucho más que X, porque todo el sistema de cálculo de tarifas se ve afectado. Es la forma más ineficiente y castigadora de recoger impuestos, porque se ensaña con un grupo específico y, de paso, lo hace de la peor manera posible.
Ahora, pónganse a pensar en el tico promedio que la pulsea. El que sacó un préstamo para la casa y le obligan a tener un seguro de vida y de incendio. El que se compró un carrito para ir al brete y paga el seguro obligatorio y el voluntario. El que tiene un seguro de gastos médicos por si las moscas. A esa persona no le va a subir una cuota, ¡le van a subir TODAS! Es una espiral que castiga precisamente a la clase media que intenta construir un patrimonio. Como dijo Norma Montero, la jefa de la AAP, es una medida súper injusta que castiga al ciudadano solidario y responsable. O sea, ¡qué sal! Por ser ordenado y proteger a su familia, le clavan un impuesto para financiar algo que, en teoría, nos beneficia a todos como sociedad.
Al final, que no nos metan cuento. Nadie está diciendo que el Ovsicori o el Meteorológico no necesiten plata. ¡Claro que sí! Son vitales en un país como el nuestro. El problema es el mecanismo, el camino fácil de los políticos: en lugar de buscar una fuente de financiamiento inteligente y que distribuya la carga entre todos los ciudadanos que se benefician de esos servicios, simplemente le apuntan al bolsillo de un grupo que ya está cautivo y que ha demostrado ser responsable. Esto no solo va en contra de todas las políticas mundiales que buscan que más gente se asegure para ser resilientes al cambio climático, sino que fomenta que la gente diga: "¿Para qué me aseguro si me van a seguir clavando impuestos?".
Maes, la pregunta del millón es: ¿es justo que el peso de financiar instituciones que son para el bien de TODO el país caiga solo sobre los hombros de la gente que se asegura? ¿No es esto un desincentivo a la formalidad y a la responsabilidad? ¿O creen que es un mal necesario? ¡Los leo!
Como era de esperar, la gente de la Asociación de Aseguradoras Privadas (AAP) pegó el grito en el cielo, y con toda la razón. Le fueron a explicar a los diputados, con manzanitas y palitos, que a los asegurados ya nos recetan un 4% para los Bomberos y un 0,5% para el INEC. Ojo los números, porque son un platal: desde 2015 le hemos transferido casi 400 mil millones de colones a estas dos instituciones. ¡400 mil millones! Y ahora, sobre esa millonada, quieren sumarle otro pellizco. La lógica parece ser: "Mmm, ¿quiénes son los ciudadanos que planifican, que protegen su casa, su carro, su vida? ¡Ajá! ¡Cobrémosles a ellos!". Es como si la responsabilidad fuera un lujo por el que hay que pagar un impuesto extra.
Y aquí es donde la vara se pone color de hormiga, porque ese 0,6% no es tan inocente como suena. Según explican los que saben de este brete, por un enredo de cálculos y temas técnicos del mercado asegurador, ese numerito podría terminar convirtiéndose en un impacto real de hasta el 1,2% en lo que uno paga. ¡El doble! Es una fórmula perversa: para recaudar X monto, se le tiene que cargar al asegurado mucho más que X, porque todo el sistema de cálculo de tarifas se ve afectado. Es la forma más ineficiente y castigadora de recoger impuestos, porque se ensaña con un grupo específico y, de paso, lo hace de la peor manera posible.
Ahora, pónganse a pensar en el tico promedio que la pulsea. El que sacó un préstamo para la casa y le obligan a tener un seguro de vida y de incendio. El que se compró un carrito para ir al brete y paga el seguro obligatorio y el voluntario. El que tiene un seguro de gastos médicos por si las moscas. A esa persona no le va a subir una cuota, ¡le van a subir TODAS! Es una espiral que castiga precisamente a la clase media que intenta construir un patrimonio. Como dijo Norma Montero, la jefa de la AAP, es una medida súper injusta que castiga al ciudadano solidario y responsable. O sea, ¡qué sal! Por ser ordenado y proteger a su familia, le clavan un impuesto para financiar algo que, en teoría, nos beneficia a todos como sociedad.
Al final, que no nos metan cuento. Nadie está diciendo que el Ovsicori o el Meteorológico no necesiten plata. ¡Claro que sí! Son vitales en un país como el nuestro. El problema es el mecanismo, el camino fácil de los políticos: en lugar de buscar una fuente de financiamiento inteligente y que distribuya la carga entre todos los ciudadanos que se benefician de esos servicios, simplemente le apuntan al bolsillo de un grupo que ya está cautivo y que ha demostrado ser responsable. Esto no solo va en contra de todas las políticas mundiales que buscan que más gente se asegure para ser resilientes al cambio climático, sino que fomenta que la gente diga: "¿Para qué me aseguro si me van a seguir clavando impuestos?".
Maes, la pregunta del millón es: ¿es justo que el peso de financiar instituciones que son para el bien de TODO el país caiga solo sobre los hombros de la gente que se asegura? ¿No es esto un desincentivo a la formalidad y a la responsabilidad? ¿O creen que es un mal necesario? ¡Los leo!