Mae, imagínese por un toque esta vara: tener que ir al baño no una, ni cinco, sino treinta veces en un solo día. Piense en su brete, en una salida con los compas, en un simple viaje en bus. Ahora imagínese que esa urgencia incontrolable viene con un dolor que lo dobla y sangrado. Diay, suena a película de terror, pero es la realidad de muchísimos ticos que viven con Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII). Esta no es una simple colitis nerviosa por el estrés del brete; esto es un despiche de otro nivel, una condición crónica que le puede cambiar la vida por completo.
Para que se haga una idea, escuche la historia de Marcela Álvarez. Ella vivió años con colitis ulcerosa, una de estas enfermedades, y llegó a ese extremo de las 30 visitas diarias al baño. Ella lo dice claro: para llegar a un diagnóstico, tuvo que pulsearla un montón, ir de un lado para otro y toparse con un sistema de salud que, en los primeros niveles, a veces no tiene ni idea de qué hacer. Pero el caso que de verdad me dejó frío fue el de Ana Luz Sáenz. ¡Qué salado, mae! A los 25 años, en la flor de la juventud, tuvo que empezar a usar pañales para poder ir a trabajar. ¡Pañales! Todo por los dolores y la incontinencia. Ese trauma la mandó a una depresión fuertísima. Es que la vida social y la autoestima se le van al traste con una situación así.
Y uno se pregunta, ¿qué es esta torta de enfermedad? Básicamente, tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn son condiciones autoinmunes. O sea, para ponerlo en buen tico, es su propio cuerpo jalándose una torta monumental y atacándose a sí mismo. El sistema inmune se confunde y empieza a inflamar y a crear úlceras en el sistema digestivo. La colitis ulcerosa se concentra en el colon, pero el Crohn es todavía más complicado, porque puede afectar cualquier parte, desde la boca hasta el final del camino. El doctor Rafael Acuña, que irónicamente también es paciente de Crohn, cuenta que pasó casi cinco meses internado, al borde de la muerte, después de que por una década le dijeran que lo suyo era "colon irritable". ¡Qué despiche!
Lo más frustrante de toda esta vara es que los síntomas se pueden confundir con padecimientos menores, y la gente se aguanta. Normalizamos el dolor de panza, la diarrea crónica o el cansancio extremo. "Debe ser algo que comí", decimos. Pero ojo a las señales de alarma: si usted va más de cinco veces al día al baño, si tiene diarrea por más de dos semanas, si ve sangre en las heces o si pierde peso sin explicación, ¡muévase! No lo deje para después. Gracias a la gente carga de la Asociación CUCI & Crohn Costa Rica, ahora existe una campaña llamada "Escuchá tu panza", que busca precisamente eso: que la gente deje de minimizar lo que siente y busque ayuda a tiempo.
La vara es seria. Estas enfermedades no tienen cura, pero con un tratamiento adecuado se pueden controlar y la gente puede tener una vida relativamente normal. Por eso es tan importante un diagnóstico a tiempo. La campaña hasta tiene una guía en línea en escuchatupanza.com para que la gente pueda hacer una autoevaluación. Si el sistema detecta algo sospechoso, la misma organización lo contacta para guiarlo. Es un salvavidas en medio de un sistema que a veces es lento y complicado. Al final, el mensaje es claro: no podemos normalizar vivir con dolor o con miedo a no encontrar un baño cerca. La salud es lo primero y hay que ponerle atención.
Ahora les tiro la bola a ustedes, maes del foro: ¿Conocen a alguien que haya pasado por este despiche para conseguir un diagnóstico? ¿Creen que la Caja y el sistema de salud en general le ponen suficiente atención a estas enfermedades que no se ven a simple vista?
Para que se haga una idea, escuche la historia de Marcela Álvarez. Ella vivió años con colitis ulcerosa, una de estas enfermedades, y llegó a ese extremo de las 30 visitas diarias al baño. Ella lo dice claro: para llegar a un diagnóstico, tuvo que pulsearla un montón, ir de un lado para otro y toparse con un sistema de salud que, en los primeros niveles, a veces no tiene ni idea de qué hacer. Pero el caso que de verdad me dejó frío fue el de Ana Luz Sáenz. ¡Qué salado, mae! A los 25 años, en la flor de la juventud, tuvo que empezar a usar pañales para poder ir a trabajar. ¡Pañales! Todo por los dolores y la incontinencia. Ese trauma la mandó a una depresión fuertísima. Es que la vida social y la autoestima se le van al traste con una situación así.
Y uno se pregunta, ¿qué es esta torta de enfermedad? Básicamente, tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn son condiciones autoinmunes. O sea, para ponerlo en buen tico, es su propio cuerpo jalándose una torta monumental y atacándose a sí mismo. El sistema inmune se confunde y empieza a inflamar y a crear úlceras en el sistema digestivo. La colitis ulcerosa se concentra en el colon, pero el Crohn es todavía más complicado, porque puede afectar cualquier parte, desde la boca hasta el final del camino. El doctor Rafael Acuña, que irónicamente también es paciente de Crohn, cuenta que pasó casi cinco meses internado, al borde de la muerte, después de que por una década le dijeran que lo suyo era "colon irritable". ¡Qué despiche!
Lo más frustrante de toda esta vara es que los síntomas se pueden confundir con padecimientos menores, y la gente se aguanta. Normalizamos el dolor de panza, la diarrea crónica o el cansancio extremo. "Debe ser algo que comí", decimos. Pero ojo a las señales de alarma: si usted va más de cinco veces al día al baño, si tiene diarrea por más de dos semanas, si ve sangre en las heces o si pierde peso sin explicación, ¡muévase! No lo deje para después. Gracias a la gente carga de la Asociación CUCI & Crohn Costa Rica, ahora existe una campaña llamada "Escuchá tu panza", que busca precisamente eso: que la gente deje de minimizar lo que siente y busque ayuda a tiempo.
La vara es seria. Estas enfermedades no tienen cura, pero con un tratamiento adecuado se pueden controlar y la gente puede tener una vida relativamente normal. Por eso es tan importante un diagnóstico a tiempo. La campaña hasta tiene una guía en línea en escuchatupanza.com para que la gente pueda hacer una autoevaluación. Si el sistema detecta algo sospechoso, la misma organización lo contacta para guiarlo. Es un salvavidas en medio de un sistema que a veces es lento y complicado. Al final, el mensaje es claro: no podemos normalizar vivir con dolor o con miedo a no encontrar un baño cerca. La salud es lo primero y hay que ponerle atención.
Ahora les tiro la bola a ustedes, maes del foro: ¿Conocen a alguien que haya pasado por este despiche para conseguir un diagnóstico? ¿Creen que la Caja y el sistema de salud en general le ponen suficiente atención a estas enfermedades que no se ven a simple vista?