Maes, ¿se acuerdan de Lynda Díaz? Diay, claro que sí. Durante años fue una figura omnipresente, la cara de mil marcas y eventos. Para muchos, era el sinónimo de la modelo y presentadora por excelencia en Tiquicia. Pues bueno, después de un tiempo fuera del radar mediático local, la puertorriqueña más tica anuncia que vuelve al país, pero no para presentar un carro nuevo ni para ser la imagen de una tienda. Esta vez, el brete es mucho más personal y, sinceramente, suena bastante más interesante que cualquier cosa que haya hecho antes.
La vara es así: Lynda está montando un evento exclusivo para mujeres, un espacio que ella misma define como “sin filtros”. Y cuando dice sin filtros, parece que va en serio. El plan es hablar a calzón quitado sobre su divorcio, las complejidades de la familia, el cuidado físico más allá de la vanidad, sus propios emprendimientos y un montón de experiencias personales que, seamos honestos, muchos solo conocen por encimita a través de titulares. ¡Qué chiva la iniciativa! En un mundo saturado de poses y apariencias, un evento que prometa honestidad cruda ya de por sí llama la atención. Es como pasar del típico post de Instagram a una conversación de verdad, con un cafecito de por medio.
Pero aquí es donde la cosa se pone todavía más nivel. El evento no será un monólogo. Por primera vez, Lynda compartirá el escenario con su hija mayor, Linda Liz, quien es diseñadora. Según cuenta en la nota, fue la propia hija quien le pidió participar para contar su propia historia, que al parecer también tiene lo suyo. ¡Qué carga que su propia hija se sume a la conversación! Eso le da una profundidad completamente diferente al asunto. Ya no es solo la experiencia de una figura pública, sino un diálogo generacional entre madre e hija, dos mujeres compartiendo sus luchas y éxitos. Esa dinámica suena carga, porque demuestra una confianza y una vulnerabilidad que no se ven todos los días.
Y para rematar, la vara tiene un componente comunitario que le da el sello de oro. No se trata solo de ir a escucharla a ella. El evento, que por cierto tiene un costo de ¢15 mil con merienda y productos de su línea de belleza incluidos, también tendrá un espacio dedicado para que emprendedoras costarricenses puedan mostrar y vender sus productos. Esto transforma el chunche de una simple charla a una plataforma de apoyo mutuo. Es un gesto inteligente y necesario, que reconoce que el empoderamiento no es solo un discurso, sino acciones concretas que ayuden a otras a salir adelante. Le da un propósito que va más allá del chisme o la curiosidad.
Al final, la propuesta de Lynda Díaz se siente como una evolución. Pasa de ser la figura pública que vemos en una valla publicitaria a ser una mujer que quiere usar su plataforma para algo más. Como ella misma dijo entre risas, “los caballeros no se pueden asomar por ahí”, dejando claro que el objetivo es crear un círculo de confianza femenino. Más allá de si uno es fan de ella o no, la idea de crear espacios seguros para que las mujeres hablen sin tapujos de sus tortas y sus logros es algo que siempre suma. La pregunta ahora es si el público tico está listo para esta versión más íntima y directa.
¿Qué opinan ustedes, maes? ¿Creen que hacen falta más varas así en Tiquicia, donde se pueda hablar al chile y sin poses, o les parece que al final es puro show para vender entradas? ¿Irían a un evento así?
La vara es así: Lynda está montando un evento exclusivo para mujeres, un espacio que ella misma define como “sin filtros”. Y cuando dice sin filtros, parece que va en serio. El plan es hablar a calzón quitado sobre su divorcio, las complejidades de la familia, el cuidado físico más allá de la vanidad, sus propios emprendimientos y un montón de experiencias personales que, seamos honestos, muchos solo conocen por encimita a través de titulares. ¡Qué chiva la iniciativa! En un mundo saturado de poses y apariencias, un evento que prometa honestidad cruda ya de por sí llama la atención. Es como pasar del típico post de Instagram a una conversación de verdad, con un cafecito de por medio.
Pero aquí es donde la cosa se pone todavía más nivel. El evento no será un monólogo. Por primera vez, Lynda compartirá el escenario con su hija mayor, Linda Liz, quien es diseñadora. Según cuenta en la nota, fue la propia hija quien le pidió participar para contar su propia historia, que al parecer también tiene lo suyo. ¡Qué carga que su propia hija se sume a la conversación! Eso le da una profundidad completamente diferente al asunto. Ya no es solo la experiencia de una figura pública, sino un diálogo generacional entre madre e hija, dos mujeres compartiendo sus luchas y éxitos. Esa dinámica suena carga, porque demuestra una confianza y una vulnerabilidad que no se ven todos los días.
Y para rematar, la vara tiene un componente comunitario que le da el sello de oro. No se trata solo de ir a escucharla a ella. El evento, que por cierto tiene un costo de ¢15 mil con merienda y productos de su línea de belleza incluidos, también tendrá un espacio dedicado para que emprendedoras costarricenses puedan mostrar y vender sus productos. Esto transforma el chunche de una simple charla a una plataforma de apoyo mutuo. Es un gesto inteligente y necesario, que reconoce que el empoderamiento no es solo un discurso, sino acciones concretas que ayuden a otras a salir adelante. Le da un propósito que va más allá del chisme o la curiosidad.
Al final, la propuesta de Lynda Díaz se siente como una evolución. Pasa de ser la figura pública que vemos en una valla publicitaria a ser una mujer que quiere usar su plataforma para algo más. Como ella misma dijo entre risas, “los caballeros no se pueden asomar por ahí”, dejando claro que el objetivo es crear un círculo de confianza femenino. Más allá de si uno es fan de ella o no, la idea de crear espacios seguros para que las mujeres hablen sin tapujos de sus tortas y sus logros es algo que siempre suma. La pregunta ahora es si el público tico está listo para esta versión más íntima y directa.
¿Qué opinan ustedes, maes? ¿Creen que hacen falta más varas así en Tiquicia, donde se pueda hablar al chile y sin poses, o les parece que al final es puro show para vender entradas? ¿Irían a un evento así?
