Mae, hay noticias que uno lee y simplemente piensa: ya esto es el colmo. La vara con la seguridad en este país llegó a un punto en que ni los lugares a los que estamos obligados a ir se salvan del hampa. Y no, no hablo de una multa de tránsito. Hablo de que la sede de Dekra en La Marina de Guápiles amaneció el viernes como la escena de una película de acción, pero de las que terminan mal. Un grupo de tipos armados se metió a robar y no fue precisamente para ver si las llantas andaban bien. ¡Qué despiche! Es la clase de noticia que te quita las ganas de tomarte el café de la mañana, porque te recuerda que la calle está cada vez más ruda y que el “pura vida” a veces se siente como un recuerdo lejano.
Vamos al grano, que el chisme tiene miga. Según el informe preliminar que soltó el OIJ, la vuelta ocurrió casi a la medianoche del jueves para viernes. Unos cuantos sujetos, que claramente no eran ningunos novatos, decidieron que el plan de la noche era desvalijar la estación de Dekra. Y lo hicieron con una precisión que asusta. Se metieron por la parte de atrás, para no hacer mucho escándalo, y usaron “equipo especializado” para volarse las cortinas metálicas. Imagínense el nivel de planificación. Al pobre guarda de seguridad que estaba en su turno, diay, se lo almorzaron: lo amarraron para que no estorbara y así tuvieron cancha libre para meterse a las oficinas administrativas y llevarse toda la plata de las inspecciones del día. ¡Qué sal la del guarda!, que de fijo solo estaba pensando en terminar el brete para irse a la casa.
Ahora, aquí es donde la trama se pone más densa y deja de ser un simple robo. El OIJ, aunque cauto como siempre, dejó caer una posibilidad que a más de uno le sonó la alarma: la famosa “banda del acetileno”. Para los que no están familiarizados con este chunche, no hablamos de cuatro chapulines con un tubo. Esta gente es una leyenda negra en el mundo del crimen tico. Su firma es, precisamente, el uso de equipo de corte con acetileno para abrirse paso por metal como si fuera mantequilla. Suelen ser golpes quirúrgicos, rápidos y violentos contra el personal. Que el OIJ mencione esta conexión, aunque sea como una hipótesis, ya te dice que no están investigando un asalto cualquiera. Están buscando a profesionales, a un grupo que ya tiene un historial y que sabe perfectamente lo que hace.
Y es que esta vara no es un caso aislado. Es un baldazo de agua fría que nos recuerda el nivel de sofisticación que ha alcanzado el crimen organizado en Costa Rica. Ya no es solo el carterista del bus o el que te quiebra una ventana del carro. Estamos hablando de bandas con logística, inteligencia previa, herramientas caras y cero miedo a la autoridad. ¡Qué torta! Asaltar una estación de Dekra en Pococí con este método no es algo que se le ocurra a cualquiera. Demuestra que tienen estudiado el lugar, los horarios y las debilidades. Es un mensaje directo de que ningún negocio, por grande o “seguro” que parezca, está a salvo. Y eso, maes, es profundamente preocupante, porque erosiona la poca tranquilidad que nos queda.
Al final del día, mientras los agentes judiciales recolectan pruebas y en Dekra hacen el inventario de las pérdidas, a uno le queda una sensación amarga. La pregunta ya no es si nos va a tocar, sino cuándo y cómo. La inseguridad se ha convertido en una conversación de sobremesa, en una preocupación constante que nos obliga a vivir mirando por encima del hombro. La investigación sigue abierta y ojalá agarren a los responsables, pero el problema de fondo es mucho más grande que un solo atraco. Por eso, me encantaría leerlos en el foro, para no sentir que uno es el único que le da vueltas a esto.
¿Creen que la 'banda del acetileno' volvió con todo o es otro grupo imitándolos? ¿Y qué se puede hacer para frenar esta ola de asaltos tan profesionales?
Vamos al grano, que el chisme tiene miga. Según el informe preliminar que soltó el OIJ, la vuelta ocurrió casi a la medianoche del jueves para viernes. Unos cuantos sujetos, que claramente no eran ningunos novatos, decidieron que el plan de la noche era desvalijar la estación de Dekra. Y lo hicieron con una precisión que asusta. Se metieron por la parte de atrás, para no hacer mucho escándalo, y usaron “equipo especializado” para volarse las cortinas metálicas. Imagínense el nivel de planificación. Al pobre guarda de seguridad que estaba en su turno, diay, se lo almorzaron: lo amarraron para que no estorbara y así tuvieron cancha libre para meterse a las oficinas administrativas y llevarse toda la plata de las inspecciones del día. ¡Qué sal la del guarda!, que de fijo solo estaba pensando en terminar el brete para irse a la casa.
Ahora, aquí es donde la trama se pone más densa y deja de ser un simple robo. El OIJ, aunque cauto como siempre, dejó caer una posibilidad que a más de uno le sonó la alarma: la famosa “banda del acetileno”. Para los que no están familiarizados con este chunche, no hablamos de cuatro chapulines con un tubo. Esta gente es una leyenda negra en el mundo del crimen tico. Su firma es, precisamente, el uso de equipo de corte con acetileno para abrirse paso por metal como si fuera mantequilla. Suelen ser golpes quirúrgicos, rápidos y violentos contra el personal. Que el OIJ mencione esta conexión, aunque sea como una hipótesis, ya te dice que no están investigando un asalto cualquiera. Están buscando a profesionales, a un grupo que ya tiene un historial y que sabe perfectamente lo que hace.
Y es que esta vara no es un caso aislado. Es un baldazo de agua fría que nos recuerda el nivel de sofisticación que ha alcanzado el crimen organizado en Costa Rica. Ya no es solo el carterista del bus o el que te quiebra una ventana del carro. Estamos hablando de bandas con logística, inteligencia previa, herramientas caras y cero miedo a la autoridad. ¡Qué torta! Asaltar una estación de Dekra en Pococí con este método no es algo que se le ocurra a cualquiera. Demuestra que tienen estudiado el lugar, los horarios y las debilidades. Es un mensaje directo de que ningún negocio, por grande o “seguro” que parezca, está a salvo. Y eso, maes, es profundamente preocupante, porque erosiona la poca tranquilidad que nos queda.
Al final del día, mientras los agentes judiciales recolectan pruebas y en Dekra hacen el inventario de las pérdidas, a uno le queda una sensación amarga. La pregunta ya no es si nos va a tocar, sino cuándo y cómo. La inseguridad se ha convertido en una conversación de sobremesa, en una preocupación constante que nos obliga a vivir mirando por encima del hombro. La investigación sigue abierta y ojalá agarren a los responsables, pero el problema de fondo es mucho más grande que un solo atraco. Por eso, me encantaría leerlos en el foro, para no sentir que uno es el único que le da vueltas a esto.
¿Creen que la 'banda del acetileno' volvió con todo o es otro grupo imitándolos? ¿Y qué se puede hacer para frenar esta ola de asaltos tan profesionales?