Maes, hay noticias que a uno simplemente le arrugan el corazón, y esta es una de ellas. ¡Qué sal la que está viviendo una familia en Golfito! Desde ayer la vara está color de hormiga por allá en Guaycará, con la desaparición de un señor de 74 años. La angustia es total porque el abuelito se perdió cerca del cauce de un río, y todos sabemos lo que eso significa en esta época, con el montón de agua que está cayendo. La Cruz Roja, por dicha, no afloja y desde primera hora de este lunes retomaron la búsqueda con todo lo que tienen.
La información que sueltan los cuerpos de emergencia es que el operativo se está concentrando en los alrededores de Río Bonito. No es un brete fácil, para nada. La zona es complicada y el terreno, con estos baldazos, se pone resbaloso y peligroso. Hay siete cruzrojistas metidos de lleno en el río y las orillas, peinando cada rincón con la esperanza de encontrar al señor. Además, tienen dos ambulancias parqueadas en el sitio, listas para atender cualquier emergencia o, con suerte, para estabilizar al señor y llevarlo a un centro médico lo antes posible. Uno solo puede imaginarse la tensión y la concentración de esos maes en este momento.
Y es que para terminarla de hacer, el clima no ha ayudado en absolutamente nada. Ayer domingo, los compas de la Cruz Roja tuvieron que parar todo en seco y suspender la búsqueda. ¿La razón? El agüita que nos está mandando la onda tropical 28. Cayó un baldazo tan fuerte que seguir buscando era ponerse en riesgo ellos mismos. ¡Qué impotencia! Tener que parar cuando cada minuto cuenta. El plan de búsqueda de ayer, básicamente, se fue al traste por culpa del mal tiempo. Hoy, por dicha, pudieron arrancar de nuevo, pero es una carrera contra el reloj.
Lo más duro de todo esto es la falta de detalles sobre quién es el señor. Solo se sabe que tiene 74 años. Diay, uno se pone a pensar en la vara y entiende que quizás la familia pidió privacidad en un momento tan horrible, pero al mismo tiempo, en un pueblo, todo el mundo se conoce. No es un número, es el abuelito de alguien, un vecino, un amigo. Esa incertidumbre es la que carcome. Uno se imagina a la familia pegada al teléfono, esperando esa llamada que les devuelva la calma. Es una torta de situación por donde sea que se le vea, y solo queda mandarles la mejor vibra.
Al final, en medio de la preocupación, hay que quitarse el sombrero ante el trabajo de la Cruz Roja. Mientras la mayoría de nosotros estamos quejándonos del frío o de las presas por la lluvia, este grupo de valientes está allá, metido en el barro, buscando a una persona que ni conocen, pero por la que están dispuestos a arriesgarlo todo. Es un recordatorio del calibre de gente que tenemos en este país. Ojalá, de verdad, que todo este esfuerzo dé frutos y que encuentren a este señor sano y salvo. La esperanza es lo último que se pierde. Y ahora, les paso la bola a ustedes, maes: ¿Qué opinan del brete que se jalan estos héroes anónimos día a día, sobre todo cuando el clima se pone tan perro como en la Zona Sur?
La información que sueltan los cuerpos de emergencia es que el operativo se está concentrando en los alrededores de Río Bonito. No es un brete fácil, para nada. La zona es complicada y el terreno, con estos baldazos, se pone resbaloso y peligroso. Hay siete cruzrojistas metidos de lleno en el río y las orillas, peinando cada rincón con la esperanza de encontrar al señor. Además, tienen dos ambulancias parqueadas en el sitio, listas para atender cualquier emergencia o, con suerte, para estabilizar al señor y llevarlo a un centro médico lo antes posible. Uno solo puede imaginarse la tensión y la concentración de esos maes en este momento.
Y es que para terminarla de hacer, el clima no ha ayudado en absolutamente nada. Ayer domingo, los compas de la Cruz Roja tuvieron que parar todo en seco y suspender la búsqueda. ¿La razón? El agüita que nos está mandando la onda tropical 28. Cayó un baldazo tan fuerte que seguir buscando era ponerse en riesgo ellos mismos. ¡Qué impotencia! Tener que parar cuando cada minuto cuenta. El plan de búsqueda de ayer, básicamente, se fue al traste por culpa del mal tiempo. Hoy, por dicha, pudieron arrancar de nuevo, pero es una carrera contra el reloj.
Lo más duro de todo esto es la falta de detalles sobre quién es el señor. Solo se sabe que tiene 74 años. Diay, uno se pone a pensar en la vara y entiende que quizás la familia pidió privacidad en un momento tan horrible, pero al mismo tiempo, en un pueblo, todo el mundo se conoce. No es un número, es el abuelito de alguien, un vecino, un amigo. Esa incertidumbre es la que carcome. Uno se imagina a la familia pegada al teléfono, esperando esa llamada que les devuelva la calma. Es una torta de situación por donde sea que se le vea, y solo queda mandarles la mejor vibra.
Al final, en medio de la preocupación, hay que quitarse el sombrero ante el trabajo de la Cruz Roja. Mientras la mayoría de nosotros estamos quejándonos del frío o de las presas por la lluvia, este grupo de valientes está allá, metido en el barro, buscando a una persona que ni conocen, pero por la que están dispuestos a arriesgarlo todo. Es un recordatorio del calibre de gente que tenemos en este país. Ojalá, de verdad, que todo este esfuerzo dé frutos y que encuentren a este señor sano y salvo. La esperanza es lo último que se pierde. Y ahora, les paso la bola a ustedes, maes: ¿Qué opinan del brete que se jalan estos héroes anónimos día a día, sobre todo cuando el clima se pone tan perro como en la Zona Sur?