Maes, a veces uno lee las noticias y tiene que respirar profundo para no perder la fe. Lo que está pasando con las famosas rotondas de la Ruta 32 es, sin pelos en la lengua, un despiche de manual. No es solo que la obra no sirvió para nada, como ya todos sabíamos, sino que ahora la Fiscalía General le acaba de abrir un expediente al mismísimo presidente Chaves por este asunto. La vara pasó de ser un error técnico a una posible bronca penal por el delito de "falsedad en la recepción de bienes y servicios". O sea, se investiga si alguien firmó diciendo "¡listo, esto quedó a cachete!" cuando en realidad era una cochinada inservible.
Lo más frustrante de todo es que esta historia es la crónica de una torta anunciada. El Lanamme, que son los que saben de estos trotes, se cansó de advertir desde el 2024 que cambiar los pasos a desnivel por rotondas era una pésima idea. No había estudios, no había justificación técnica, nada. Pero diay, el Gobierno se empecinó. Primero el exministro Amador y luego Mauricio Batalla le dieron para adelante, ignorando a los expertos y hasta tirándole al Lanamme. Se jalaron una torta de proporciones épicas, una de esas que le cuestan al país no solo plata, sino tiempo, seguridad y, sobre todo, credibilidad.
Y después de meses de defender lo indefendible, el propio presidente Chaves llega a Limón y suelta el ya famoso: "¿Para qué engañarlos?". Mae, la sinceridad se agradece, pero llega un poco tarde, ¿no creen? Ocho meses y al menos cuatro advertencias técnicas después. La justificación de que "no dejaron plata" para las obras originales suena a excusa repetida, la misma que usó Amador en su momento. Es como si construyeran una casa sin ventanas y luego dijeran: "uy, sí, qué torta, pero es que no había presupuesto para el vidrio". Mientras tanto, los estudiantes de la escuela de Barbilla de Batán se jugaban el pellejo todos los días con uno de esos chunches mal planificados.
Ahora hablemos de lo que más nos duele a todos: la plata. ¿Cuánto costó este chistecito? Nadie parece tener una cifra clara, lo que ya de por sí es una bandera roja gigante. El Lanamme calcula que la gracia pudo haber costado unos $6.3 millones, mientras que la Federación de Trabajadores de Limón (Fetral) dice que fueron como $3.6 millones. Sea cual sea el número final, es un platal que se fue al traste. Millones de dólares de nuestros impuestos tirados a la basura en unas rotondas que ahora tienen que demoler para, ¡sorpresa!, construir los pasos a desnivel que siempre debieron haber hecho. Es el monumento a la improvisación y al desperdicio.
Así que el panorama es este: tenemos una obra millonaria que fue un fracaso total, advertencias técnicas ignoradas, una confesión presidencial de que todo fue un error y, como cereza del pastel, una investigación penal que salpica hasta Casa Presidencial. La Fiscalía dice que no descarta investigar a más gente en el MOPT, y con toda la razón. Aquí la pregunta va más allá de un simple error administrativo. Viendo todo el despiche, el platal perdido y las advertencias ignoradas: ¿Ustedes creen que esto fue solo un caso de incompetencia monumental o hay algo más turbio detrás de esta vara?
Lo más frustrante de todo es que esta historia es la crónica de una torta anunciada. El Lanamme, que son los que saben de estos trotes, se cansó de advertir desde el 2024 que cambiar los pasos a desnivel por rotondas era una pésima idea. No había estudios, no había justificación técnica, nada. Pero diay, el Gobierno se empecinó. Primero el exministro Amador y luego Mauricio Batalla le dieron para adelante, ignorando a los expertos y hasta tirándole al Lanamme. Se jalaron una torta de proporciones épicas, una de esas que le cuestan al país no solo plata, sino tiempo, seguridad y, sobre todo, credibilidad.
Y después de meses de defender lo indefendible, el propio presidente Chaves llega a Limón y suelta el ya famoso: "¿Para qué engañarlos?". Mae, la sinceridad se agradece, pero llega un poco tarde, ¿no creen? Ocho meses y al menos cuatro advertencias técnicas después. La justificación de que "no dejaron plata" para las obras originales suena a excusa repetida, la misma que usó Amador en su momento. Es como si construyeran una casa sin ventanas y luego dijeran: "uy, sí, qué torta, pero es que no había presupuesto para el vidrio". Mientras tanto, los estudiantes de la escuela de Barbilla de Batán se jugaban el pellejo todos los días con uno de esos chunches mal planificados.
Ahora hablemos de lo que más nos duele a todos: la plata. ¿Cuánto costó este chistecito? Nadie parece tener una cifra clara, lo que ya de por sí es una bandera roja gigante. El Lanamme calcula que la gracia pudo haber costado unos $6.3 millones, mientras que la Federación de Trabajadores de Limón (Fetral) dice que fueron como $3.6 millones. Sea cual sea el número final, es un platal que se fue al traste. Millones de dólares de nuestros impuestos tirados a la basura en unas rotondas que ahora tienen que demoler para, ¡sorpresa!, construir los pasos a desnivel que siempre debieron haber hecho. Es el monumento a la improvisación y al desperdicio.
Así que el panorama es este: tenemos una obra millonaria que fue un fracaso total, advertencias técnicas ignoradas, una confesión presidencial de que todo fue un error y, como cereza del pastel, una investigación penal que salpica hasta Casa Presidencial. La Fiscalía dice que no descarta investigar a más gente en el MOPT, y con toda la razón. Aquí la pregunta va más allá de un simple error administrativo. Viendo todo el despiche, el platal perdido y las advertencias ignoradas: ¿Ustedes creen que esto fue solo un caso de incompetencia monumental o hay algo más turbio detrás de esta vara?