Mae, no sé si ya vieron la última del presi en su gira por Cartago, pero la vara sigue por la misma línea de siempre. Rodrigo Chaves llegó a Pejivalle de Jiménez con el discurso que ya le conocemos de memoria: un poquito de sermón de domingo, un buen gancho a los gobiernos de antes y la promesa de que él es el único escudo entre el pueblo y unos “ellos” misteriosos que nos quieren seguir controlando. Es una fórmula que, para bien o para mal, le ha funcionado, pero uno se pregunta, diay, ¿hasta cuándo alcanza?
El corazón del mensaje fue, una vez más, el famoso “compare y contraste”. Chaves le pide a la gente que ponga en una balanza su gestión con las anteriores. Según él, los de antes se jalaron una torta monumental con la plata del país, dejando un despiche que a su administración le ha tocado ordenar. “Compare cuando la plata alcanza y cuando se hacen las obras con honestidad y deseo de servir”, tiró. Y claro, es un argumento potente. A nadie le gusta sentir que le robaron el futuro, y él sabe exactamente dónde tocar para que la gente reaccione. El problema es que la política no es solo mirar por el retrovisor; en algún momento hay que hablar de lo que se ve por el parabrisas, y esa parte a veces se queda corta.
Luego, la cosa se puso mística, como ya es costumbre. Chaves soltó la frase “si Dios con nosotros quien en contra”, dejando claro que su lucha no es solo política, sino casi una cruzada espiritual. Se describió como un pecador con temor a Dios, una jugada que lo humaniza y lo eleva al mismo tiempo. Es inteligente, porque se blinda contra las críticas. Si lo atacan, no solo atacan a un presidente, sino a alguien que tiene a Dios de su lado. Para sus seguidores, esto es música para los oídos; para sus críticos, es una señal de alerta de un discurso que empieza a sonar mesiánico y que se aleja de los problemas terrenales y del brete de gobernar.
Y ahí es donde entra la narrativa del héroe solitario... pero que no está solo. Es un enredo, pero funciona así: él se paró “en el centro” para que “ellos” no siguieran controlando al pueblo. Es decir, todos los ataques, todas las amenazas, no son contra Rodrigo Chaves, el mae de carne y hueso, sino contra el símbolo, el obstáculo que se les puso en el camino. “Ustedes no están solos”, les dice a sus seguidores, reforzando esa conexión emocional de un líder que sufre por su gente. Es una estrategia de manual del populismo, crear un enemigo común (aunque nunca se defina bien quiénes son “ellos”) y posicionarse como el único salvador posible. La pregunta del millón sigue siendo: ¿quiénes son exactamente esos “ellos”? ¿La prensa? ¿Otros partidos? ¿Empresarios? La ambigüedad es parte del juego.
Al final, el cierre fue un llamado a la lealtad. “No vamos a aflojar, cuiden compatriotas, cuiden lo que han construido”. Es como decirle a la gente que ya sembraron una matita de esperanza y que ahora no pueden dejar que nadie la pise. El mensaje es claro: la lucha no ha terminado y se necesita seguir con él para poder “cosechar” esa promesa de una Costa Rica próspera. Es un discurso que sin duda enciende a sus bases, pero que también deja a otra parte del país sintiendo que el gobierno pasa más tiempo en campaña que en gestión. La polarización, al final del día, parece ser el verdadero proyecto.
En fin, maes, más allá del bando en que estén, ¿creen que este discurso de 'pueblo contra élites' todavía le funciona al gobierno o ya la gente está pidiendo que se enfoque más en soluciones concretas y menos en estas peleas? ¿Qué opinan ustedes?
El corazón del mensaje fue, una vez más, el famoso “compare y contraste”. Chaves le pide a la gente que ponga en una balanza su gestión con las anteriores. Según él, los de antes se jalaron una torta monumental con la plata del país, dejando un despiche que a su administración le ha tocado ordenar. “Compare cuando la plata alcanza y cuando se hacen las obras con honestidad y deseo de servir”, tiró. Y claro, es un argumento potente. A nadie le gusta sentir que le robaron el futuro, y él sabe exactamente dónde tocar para que la gente reaccione. El problema es que la política no es solo mirar por el retrovisor; en algún momento hay que hablar de lo que se ve por el parabrisas, y esa parte a veces se queda corta.
Luego, la cosa se puso mística, como ya es costumbre. Chaves soltó la frase “si Dios con nosotros quien en contra”, dejando claro que su lucha no es solo política, sino casi una cruzada espiritual. Se describió como un pecador con temor a Dios, una jugada que lo humaniza y lo eleva al mismo tiempo. Es inteligente, porque se blinda contra las críticas. Si lo atacan, no solo atacan a un presidente, sino a alguien que tiene a Dios de su lado. Para sus seguidores, esto es música para los oídos; para sus críticos, es una señal de alerta de un discurso que empieza a sonar mesiánico y que se aleja de los problemas terrenales y del brete de gobernar.
Y ahí es donde entra la narrativa del héroe solitario... pero que no está solo. Es un enredo, pero funciona así: él se paró “en el centro” para que “ellos” no siguieran controlando al pueblo. Es decir, todos los ataques, todas las amenazas, no son contra Rodrigo Chaves, el mae de carne y hueso, sino contra el símbolo, el obstáculo que se les puso en el camino. “Ustedes no están solos”, les dice a sus seguidores, reforzando esa conexión emocional de un líder que sufre por su gente. Es una estrategia de manual del populismo, crear un enemigo común (aunque nunca se defina bien quiénes son “ellos”) y posicionarse como el único salvador posible. La pregunta del millón sigue siendo: ¿quiénes son exactamente esos “ellos”? ¿La prensa? ¿Otros partidos? ¿Empresarios? La ambigüedad es parte del juego.
Al final, el cierre fue un llamado a la lealtad. “No vamos a aflojar, cuiden compatriotas, cuiden lo que han construido”. Es como decirle a la gente que ya sembraron una matita de esperanza y que ahora no pueden dejar que nadie la pise. El mensaje es claro: la lucha no ha terminado y se necesita seguir con él para poder “cosechar” esa promesa de una Costa Rica próspera. Es un discurso que sin duda enciende a sus bases, pero que también deja a otra parte del país sintiendo que el gobierno pasa más tiempo en campaña que en gestión. La polarización, al final del día, parece ser el verdadero proyecto.
En fin, maes, más allá del bando en que estén, ¿creen que este discurso de 'pueblo contra élites' todavía le funciona al gobierno o ya la gente está pidiendo que se enfoque más en soluciones concretas y menos en estas peleas? ¿Qué opinan ustedes?