Maes, agárrense porque la cosa en el corazón de Chepe se puso color de hormiga, y no es para menos. Resulta que el Concejo Municipal de San José acaba de sacar del horno una “declaratoria de emergencia cantonal” por el despiche de inseguridad que estamos viviendo. La moción, impulsada por la regidora liberacionista Iztarú Alfaro, tuvo un apoyo casi unánime. Pero aquí es donde la vara se pone interesante y, para qué mentir, un toque surrealista: el propio alcalde, Diego Miranda, confesó que tenía sus dudas sobre qué significaba o qué implicaba esa declaratoria. ¡Qué torta! O sea, tenemos la declaratoria, pero el capitán del barco no tiene claro el mapa. Así empezamos.
Y es que, seamos honestos, esto no es un invento ni una percepción. Los números que tiró el OIJ son para que a uno se le pare el pelo. Hasta el 26 de agosto, ya van 85 homicidios en el cantón Central. Hagan la mate: eso es un muerto cada 2.7 días. El año pasado, para estas mismas fechas, la cifra era de 57. El salto es brutal y la sensación en la calle es palpable. Ya no es solo el arrebato del celular en la Avenida Central; ahora hablamos de que la gente se está matando con una frecuencia que asusta. Diay, uno se pregunta si la declaratoria de emergencia viene con un plan de acción real o si solo es un título rimbombante para decir “estamos haciendo algo”. La verdad, con el aumento que llevamos, estamos bien salados.
El meollo del asunto, como siempre, está en el brete político. La regidora Alfaro la tiene clara: se necesita un plan integral de la Alcaldía para frenar esta ola. Pero la sesión del Concejo donde se aprobó esta vara se acabó por falta de tiempo antes de poder discutirla a fondo. ¡Clásico! Mientras tanto, la respuesta de Miranda, más allá de su duda existencial sobre el término “emergencia”, fue reconocer el problema y decir que ya está moviendo hilos para reunirse con las autoridades nacionales. Señala, y con razón, que las estadísticas se han disparado en este Gobierno. Es un pase de factura político en medio de una crisis, lo que tampoco sorprende a nadie que siga la política tica.
Pero no todo fue humo. Se aprobó otra moción, también de Alfaro, que viene pidiendo cancha desde abril: que la Policía Municipal deje de ser exclusiva del casco central y se expanda a los 11 distritos. ¡Ya era hora! De Pavas a Hatillo, la gente también paga impuestos y vive con el Jesús en la boca. Miranda parece estar en la misma página y adelantó que ya tenían planes para hacer crecer la policía este año. ¿La plata? Adivinen de dónde va a salir. Sí, de los parquímetros. La idea es aumentar los ingresos por esa vía para poder financiar más personal y cobertura. Una solución que suena lógica en papel, pero que dependerá de qué tan rápido puedan ejecutarla, porque la inseguridad no espera.
Al final, quedamos con un titular grandilocuente de “emergencia cantonal”, un alcalde que admite el problema pero parece improvisar en la respuesta inmediata, y una solución a mediano plazo que depende de que paguemos más por parquear. La situación es un enredo: se reconoce el problema con urgencia, pero las soluciones concretas y la coordinación entre las partes todavía se sienten un poco en el aire. La presión de los regidores es un buen primer paso, pero si la Alcaldía no se pone las pilas con un plan que vaya más allá de las buenas intenciones, esta declaratoria se va a quedar en un saludo a la bandera mientras las calles se ponen cada vez más calientes. La pregunta del millón, gente: ¿Creen que esta declaratoria de emergencia es el empujón que se necesita o es puro show político mientras la inseguridad nos come vivos? ¿Ocupamos más policías municipales o este es un problema que ya se le salió de las manos a la Muni? Los leo.
Y es que, seamos honestos, esto no es un invento ni una percepción. Los números que tiró el OIJ son para que a uno se le pare el pelo. Hasta el 26 de agosto, ya van 85 homicidios en el cantón Central. Hagan la mate: eso es un muerto cada 2.7 días. El año pasado, para estas mismas fechas, la cifra era de 57. El salto es brutal y la sensación en la calle es palpable. Ya no es solo el arrebato del celular en la Avenida Central; ahora hablamos de que la gente se está matando con una frecuencia que asusta. Diay, uno se pregunta si la declaratoria de emergencia viene con un plan de acción real o si solo es un título rimbombante para decir “estamos haciendo algo”. La verdad, con el aumento que llevamos, estamos bien salados.
El meollo del asunto, como siempre, está en el brete político. La regidora Alfaro la tiene clara: se necesita un plan integral de la Alcaldía para frenar esta ola. Pero la sesión del Concejo donde se aprobó esta vara se acabó por falta de tiempo antes de poder discutirla a fondo. ¡Clásico! Mientras tanto, la respuesta de Miranda, más allá de su duda existencial sobre el término “emergencia”, fue reconocer el problema y decir que ya está moviendo hilos para reunirse con las autoridades nacionales. Señala, y con razón, que las estadísticas se han disparado en este Gobierno. Es un pase de factura político en medio de una crisis, lo que tampoco sorprende a nadie que siga la política tica.
Pero no todo fue humo. Se aprobó otra moción, también de Alfaro, que viene pidiendo cancha desde abril: que la Policía Municipal deje de ser exclusiva del casco central y se expanda a los 11 distritos. ¡Ya era hora! De Pavas a Hatillo, la gente también paga impuestos y vive con el Jesús en la boca. Miranda parece estar en la misma página y adelantó que ya tenían planes para hacer crecer la policía este año. ¿La plata? Adivinen de dónde va a salir. Sí, de los parquímetros. La idea es aumentar los ingresos por esa vía para poder financiar más personal y cobertura. Una solución que suena lógica en papel, pero que dependerá de qué tan rápido puedan ejecutarla, porque la inseguridad no espera.
Al final, quedamos con un titular grandilocuente de “emergencia cantonal”, un alcalde que admite el problema pero parece improvisar en la respuesta inmediata, y una solución a mediano plazo que depende de que paguemos más por parquear. La situación es un enredo: se reconoce el problema con urgencia, pero las soluciones concretas y la coordinación entre las partes todavía se sienten un poco en el aire. La presión de los regidores es un buen primer paso, pero si la Alcaldía no se pone las pilas con un plan que vaya más allá de las buenas intenciones, esta declaratoria se va a quedar en un saludo a la bandera mientras las calles se ponen cada vez más calientes. La pregunta del millón, gente: ¿Creen que esta declaratoria de emergencia es el empujón que se necesita o es puro show político mientras la inseguridad nos come vivos? ¿Ocupamos más policías municipales o este es un problema que ya se le salió de las manos a la Muni? Los leo.