Maes, no sé ustedes, pero la última semana de agosto yo sentí que el cielo se estaba partiendo en dos cada dos por tres. Entre el aguacero y esa sinfonía de truenos que no dejaba dormir, la vara estuvo intensa. Y diay, resulta que no era solo una percepción mía. Acaba de salir un reporte del Grupo ICE y los números son para sentarse: entre el 25 y el 31 de agosto, ¡cayeron 49,490 rayos en todo el país! Casi cincuenta mil. No es un cuento chino, la vara es oficial y demuestra que la atmósfera andaba con ganas de fiesta, y de las pesadas.
Lo más interesante es ver cómo se repartió el queque. El Pacífico Norte, maes, se llevó la medalla de oro, y por mucho. Allá les cayeron 18,874 descargas. ¡Imagínense ese escándalo! La Zona Norte no se quedó para nada atrás y se apuntó con 15,760, quedando en un respetable segundo lugar. Después la cosa se calma un poco, pero no tanto: el Pacífico Sur tuvo que aguantar 6,195 chispazos, y el Pacífico Central unos 2,714. Aquí en el Valle Central, donde vivimos un montón y nos quejamos por todo, hasta parece que la sacamos barata con 2,105. El Caribe también tuvo su dosis, pero fue más tranquila en comparación. La verdad es que viendo el mapa, parece que el oeste del país fue el escenario principal de este espectáculo de luces.
Ahora, si uno ve el panorama completo de agosto, la cosa se pone todavía más loca. El mes empezó relativamente tranquilo, con unas 11,000 descargas en la primera semana. Pero a partir de ahí, el cielo como que fue agarrando pique. La segunda semana subió a 13,000, la tercera se disparó a 22,000, y la penúltima fue el clímax con casi 54,000. Esta última semana, la de los 49,490, fue como el gran final de esa escalada. ¡Qué nivel de actividad eléctrica! Y si sumamos todo desde que empezó el año hasta el 31 de agosto, la cifra total es de 574,495 rayos. Más de medio millón. Es un número que cuesta hasta imaginarse, un recordatorio de la energía brutal que se mueve sobre nuestras cabezas.
Y diay, ¿por qué tanto escándalo en el cielo? La explicación es la que todos conocemos, pero que a veces se nos olvida: estamos hasta el cuello en la temporada lluviosa más fuerte. Los maes de Hidrometeorología del ICE, que se pasan en el brete de monitorear estas varas, lo confirman. Esta cantidad de rayos es un reflejo directo de la intensidad de las lluvias, sobre todo en las zonas costeras del Pacífico y en la Zona Norte. No es casualidad que justo esas regiones sean las que se llevaron la mayor parte del bombardeo eléctrico. Ellos mismos lo dicen, y no por joder: hay que tomarse las precauciones en serio.
Al final, estos datos son más que simples números en un papel. Son un cable a tierra (nunca mejor dicho) de que vivimos en un país con una naturaleza poderosísima. Es impresionante, sí, pero también es un llamado de atención. Una tormenta eléctrica no es un juego y la recomendación de siempre sigue más vigente que nunca: si hay tormenta, mejor estar a cubierto, lejos de ventanas, aparatos eléctricos y árboles altos. No se la juegue. Pero bueno, cuenten ustedes, maes. ¿Les tocó ver alguno de esos shows de luces? ¿Tienen alguna historia buena (o de susto) de la semana pasada? ¿O ya están hartos de que les tiemble la casa con cada trueno? ¡Los leo en los comentarios!
Lo más interesante es ver cómo se repartió el queque. El Pacífico Norte, maes, se llevó la medalla de oro, y por mucho. Allá les cayeron 18,874 descargas. ¡Imagínense ese escándalo! La Zona Norte no se quedó para nada atrás y se apuntó con 15,760, quedando en un respetable segundo lugar. Después la cosa se calma un poco, pero no tanto: el Pacífico Sur tuvo que aguantar 6,195 chispazos, y el Pacífico Central unos 2,714. Aquí en el Valle Central, donde vivimos un montón y nos quejamos por todo, hasta parece que la sacamos barata con 2,105. El Caribe también tuvo su dosis, pero fue más tranquila en comparación. La verdad es que viendo el mapa, parece que el oeste del país fue el escenario principal de este espectáculo de luces.
Ahora, si uno ve el panorama completo de agosto, la cosa se pone todavía más loca. El mes empezó relativamente tranquilo, con unas 11,000 descargas en la primera semana. Pero a partir de ahí, el cielo como que fue agarrando pique. La segunda semana subió a 13,000, la tercera se disparó a 22,000, y la penúltima fue el clímax con casi 54,000. Esta última semana, la de los 49,490, fue como el gran final de esa escalada. ¡Qué nivel de actividad eléctrica! Y si sumamos todo desde que empezó el año hasta el 31 de agosto, la cifra total es de 574,495 rayos. Más de medio millón. Es un número que cuesta hasta imaginarse, un recordatorio de la energía brutal que se mueve sobre nuestras cabezas.
Y diay, ¿por qué tanto escándalo en el cielo? La explicación es la que todos conocemos, pero que a veces se nos olvida: estamos hasta el cuello en la temporada lluviosa más fuerte. Los maes de Hidrometeorología del ICE, que se pasan en el brete de monitorear estas varas, lo confirman. Esta cantidad de rayos es un reflejo directo de la intensidad de las lluvias, sobre todo en las zonas costeras del Pacífico y en la Zona Norte. No es casualidad que justo esas regiones sean las que se llevaron la mayor parte del bombardeo eléctrico. Ellos mismos lo dicen, y no por joder: hay que tomarse las precauciones en serio.
Al final, estos datos son más que simples números en un papel. Son un cable a tierra (nunca mejor dicho) de que vivimos en un país con una naturaleza poderosísima. Es impresionante, sí, pero también es un llamado de atención. Una tormenta eléctrica no es un juego y la recomendación de siempre sigue más vigente que nunca: si hay tormenta, mejor estar a cubierto, lejos de ventanas, aparatos eléctricos y árboles altos. No se la juegue. Pero bueno, cuenten ustedes, maes. ¿Les tocó ver alguno de esos shows de luces? ¿Tienen alguna historia buena (o de susto) de la semana pasada? ¿O ya están hartos de que les tiemble la casa con cada trueno? ¡Los leo en los comentarios!