Maes, agárrense porque la vara con Venezuela se puso color de hormiga, otra vez. Resulta que Estados Unidos, que no se anda por las ramas, le acaba de meter un manotazo durísimo a Nicolás Maduro. Hablamos de una incautación de más de 700 millones de dólares en bienes que, según ellos, le pertenecen. Diay, no es que le quitaron la bici para ir a la pulpería; la lista de chunches parece sacada de una película de narcos y millonarios, confirmada por la propia fiscal gringa Pam Bondi, quien al parecer no se guardó nada en una entrevista.
Y es que el detalle del decomiso es un despiche completo. No estamos hablando de cualquier chereque, no señor. La lista incluye dos aviones privados, porque uno es para gente pobre, ¿verdad? Nueve carros de lujo, para no repetir modelo en la semana. Varias casas en Florida, una mansión en República Dominicana y hasta una finca de caballos. ¡De caballos! O sea, mientras en Venezuela la gente hace fila por un kilo de arroz, el mae coleccionaba caballos. A eso súmele miles de millones en efectivo que también se fueron en la redada. Viendo esto, uno entiende por qué la fiscal Bondi comparó al régimen con la mafia. La verdad, la descripción se queda corta.
Pero la cosa no termina ahí. Esta movida viene de la mano con otra jugada de ajedrez bastante agresiva: le duplicaron la recompensa por su cabeza. Pasó de 25 a 50 millones de dólares. Lo acusan de ser una pieza clave del llamado “Cartel de los Soles” y de mantener una operación criminal a nivel internacional que sigue facturando, a pesar de los bloqueos y las sanciones. Básicamente, le están diciendo en su cara que no solo es un dictador, sino el jefe de una organización criminal. ¡Qué nivel de bronca!
Como era de esperarse, Maduro y su combo salieron a pegar el grito al cielo. El propio mandatario, ni corto ni perezoso, calificó la recompensa de “balurda e imbécil” y soltó el típico discurso de que nada ni nadie puede “manchar” su gobierno. Su ministro de Interior, Diosdado Cabello, le hizo segunda, repitiendo el guion de que todo es un plan del imperio para derrocarlos. El canciller, Yván Gil, se unió a la fiesta llamando a todo esto un “show risible y desesperado”. Diay, la verdad es que la reacción era tan predecible como que va a llover en octubre en San José.
Al final del día, lo que queda claro es que Estados Unidos cambió de estrategia. Ya no son solo sanciones económicas que afectan a todo un país; ahora están yendo directamente por el botín personal, por los lujos que se dan mientras su gente la pasa fatal. Es un golpe directo al ego y, más importante, a la billetera. Pero diay, maes, aquí la pregunta del millón es: ¿sirve de algo esta vara? ¿Ustedes creen que quitándole los chunches de lujo a Maduro de verdad se presiona al régimen, o es puro show para la galería? ¿O al final del día, esto solo le da más gasolina para su discurso de víctima?
Y es que el detalle del decomiso es un despiche completo. No estamos hablando de cualquier chereque, no señor. La lista incluye dos aviones privados, porque uno es para gente pobre, ¿verdad? Nueve carros de lujo, para no repetir modelo en la semana. Varias casas en Florida, una mansión en República Dominicana y hasta una finca de caballos. ¡De caballos! O sea, mientras en Venezuela la gente hace fila por un kilo de arroz, el mae coleccionaba caballos. A eso súmele miles de millones en efectivo que también se fueron en la redada. Viendo esto, uno entiende por qué la fiscal Bondi comparó al régimen con la mafia. La verdad, la descripción se queda corta.
Pero la cosa no termina ahí. Esta movida viene de la mano con otra jugada de ajedrez bastante agresiva: le duplicaron la recompensa por su cabeza. Pasó de 25 a 50 millones de dólares. Lo acusan de ser una pieza clave del llamado “Cartel de los Soles” y de mantener una operación criminal a nivel internacional que sigue facturando, a pesar de los bloqueos y las sanciones. Básicamente, le están diciendo en su cara que no solo es un dictador, sino el jefe de una organización criminal. ¡Qué nivel de bronca!
Como era de esperarse, Maduro y su combo salieron a pegar el grito al cielo. El propio mandatario, ni corto ni perezoso, calificó la recompensa de “balurda e imbécil” y soltó el típico discurso de que nada ni nadie puede “manchar” su gobierno. Su ministro de Interior, Diosdado Cabello, le hizo segunda, repitiendo el guion de que todo es un plan del imperio para derrocarlos. El canciller, Yván Gil, se unió a la fiesta llamando a todo esto un “show risible y desesperado”. Diay, la verdad es que la reacción era tan predecible como que va a llover en octubre en San José.
Al final del día, lo que queda claro es que Estados Unidos cambió de estrategia. Ya no son solo sanciones económicas que afectan a todo un país; ahora están yendo directamente por el botín personal, por los lujos que se dan mientras su gente la pasa fatal. Es un golpe directo al ego y, más importante, a la billetera. Pero diay, maes, aquí la pregunta del millón es: ¿sirve de algo esta vara? ¿Ustedes creen que quitándole los chunches de lujo a Maduro de verdad se presiona al régimen, o es puro show para la galería? ¿O al final del día, esto solo le da más gasolina para su discurso de víctima?