Diay, ¡qué torta! Si en sus planes de fin de semana estaba llevar al primo gringo o a la familia a la clásica parada para ver los cocodrilos tomando el sol en el Tárcoles, mejor vayan pensando en un plan B. A partir de este lunes, se nos acabó el chineo. El Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) acaba de anunciar que queda terminantemente prohibido pararse en el puente de la ruta 34 a tomarle la foto al lagarto. Y no es por un par de días, la medida se extiende por los próximos tres meses. Así como lo leen. La razón es que finalmente le van a meter mano al puente, un brete que dicen es urgente e impostergable, lo que significa que la zona va a estar llena de maquinaria, chunches y trabajadores. Aunque se podrá caminar por la acera, la orden es clara: circule, aquí no hay nada que ver (literalmente).
Pero bueno, que los turistas no puedan tomarse la selfie con el cocodrilo es apenas la punta del iceberg. El verdadero despiche se viene para los que usamos esa ruta con frecuencia. El MOPT confirmó que durante esos tres meses habrá paso regulado las 24 horas del día. Ya todos sabemos lo que eso significa: un carril cerrado y el otro funcionando con paso alterno. O sea, prepárense para presas monumentales, especialmente en horas pico o durante los fines de semana cuando todo el mundo jala para el Pacífico. Pablo Camacho, el viceministro de Infraestructura, hasta adelantó que a partir de setiembre podrían haber cierres totales durante la noche, en un horario de 9 p.m. a 5 a.m. Así que si usted es de los que viaja de madrugada, mejor revise bien antes de salir, no vaya a ser que se quede varado esperando a que abran el paso.
Ahora, antes de que todos empecemos a tirarle al MOPT, hay que entender el fondo de la vara. Según el viceministro, este brete no es un capricho. La estructura actual del puente, para ponerlo en buen tico, está más para allá que para acá. Un estudio determinó que no aguantaría un sismo de los buenos, de esos que nos sacuden de vez en cuando. Entonces, la idea es evitar una tragedia. Los trabajos se van a enfocar en reforzar todo: los bastiones (que son como las bases en los extremos), los pilares, mejorar el suelo para que no se erosione con el río y, finalmente, meterle mano a toda la parte de arriba. No es una manita de gato, es una cirugía mayor para que ese chunche no se nos venga abajo con el primer temblor fuerte.
Claro, una obra de este calibre no es barata. La bromita nos va a costar un poco más de $6.7 millones de dólares, financiados con un préstamo del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). El trabajo completo va a durar 310 días naturales, casi un año. Y aquí es donde el calendario se pone interesante y un poco enredado: tendremos paso regulado hasta noviembre de este año. De ahí hasta marzo de 2026, ¡sorpresa!, el paso estará completamente habilitado con los dos carriles. Pero no canten victoria, porque a partir de marzo de 2026 y hasta que terminen, volveremos al despiche del paso regulado. Es un sube y baja de paciencia que va para largo.
En resumen, la situación es esta: nos quedamos sin uno de los miradores turísticos más famosos y gratuitos del país por un tiempo, y nos vamos a tener que comer unas presas de campeonato en la 34. Es un mal necesario, un trago amargo para garantizar que en el futuro no tengamos que lamentar que el puente se fue al traste con todo y carros. La seguridad es primero, pero la paciencia de los conductores ticos definitivamente se va a poner a prueba una vez más. Ahora la pregunta queda en el aire para todos los que andamos en la calle. ¿Ustedes qué dicen, maes? ¿Aguantamos el despiche ahora para tener un puente tuanis y seguro después, o creen que el MOPT se jaló una torta con los tiempos y la comunicación de este brete? ¡Cuéntenme cómo les afecta en los comentarios!
Pero bueno, que los turistas no puedan tomarse la selfie con el cocodrilo es apenas la punta del iceberg. El verdadero despiche se viene para los que usamos esa ruta con frecuencia. El MOPT confirmó que durante esos tres meses habrá paso regulado las 24 horas del día. Ya todos sabemos lo que eso significa: un carril cerrado y el otro funcionando con paso alterno. O sea, prepárense para presas monumentales, especialmente en horas pico o durante los fines de semana cuando todo el mundo jala para el Pacífico. Pablo Camacho, el viceministro de Infraestructura, hasta adelantó que a partir de setiembre podrían haber cierres totales durante la noche, en un horario de 9 p.m. a 5 a.m. Así que si usted es de los que viaja de madrugada, mejor revise bien antes de salir, no vaya a ser que se quede varado esperando a que abran el paso.
Ahora, antes de que todos empecemos a tirarle al MOPT, hay que entender el fondo de la vara. Según el viceministro, este brete no es un capricho. La estructura actual del puente, para ponerlo en buen tico, está más para allá que para acá. Un estudio determinó que no aguantaría un sismo de los buenos, de esos que nos sacuden de vez en cuando. Entonces, la idea es evitar una tragedia. Los trabajos se van a enfocar en reforzar todo: los bastiones (que son como las bases en los extremos), los pilares, mejorar el suelo para que no se erosione con el río y, finalmente, meterle mano a toda la parte de arriba. No es una manita de gato, es una cirugía mayor para que ese chunche no se nos venga abajo con el primer temblor fuerte.
Claro, una obra de este calibre no es barata. La bromita nos va a costar un poco más de $6.7 millones de dólares, financiados con un préstamo del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). El trabajo completo va a durar 310 días naturales, casi un año. Y aquí es donde el calendario se pone interesante y un poco enredado: tendremos paso regulado hasta noviembre de este año. De ahí hasta marzo de 2026, ¡sorpresa!, el paso estará completamente habilitado con los dos carriles. Pero no canten victoria, porque a partir de marzo de 2026 y hasta que terminen, volveremos al despiche del paso regulado. Es un sube y baja de paciencia que va para largo.
En resumen, la situación es esta: nos quedamos sin uno de los miradores turísticos más famosos y gratuitos del país por un tiempo, y nos vamos a tener que comer unas presas de campeonato en la 34. Es un mal necesario, un trago amargo para garantizar que en el futuro no tengamos que lamentar que el puente se fue al traste con todo y carros. La seguridad es primero, pero la paciencia de los conductores ticos definitivamente se va a poner a prueba una vez más. Ahora la pregunta queda en el aire para todos los que andamos en la calle. ¿Ustedes qué dicen, maes? ¿Aguantamos el despiche ahora para tener un puente tuanis y seguro después, o creen que el MOPT se jaló una torta con los tiempos y la comunicación de este brete? ¡Cuéntenme cómo les afecta en los comentarios!