Maes, pónganle atención a esta vara porque el ajedrez político para el 2026 ya se está moviendo, y hay una pieza que se quedó sola en su lado del tablero. Resulta que Nueva República (NR), el partido de Fabricio Alvarado, es el único chunche de corte evangélico que queda con vida para las elecciones presidenciales. ¿Y los demás? Diay, Restauración Nacional y Renovación Costarricense, que en su momento metieron bulla y diputados, simplemente no hicieron el brete de renovar estructuras ante el TSE. ¡Qué torta! Así, sin más, se fueron al traste y le dejaron la cancha libre a Fabricio.
Ahora, la pregunta del millón: ¿ser el único gallo en el gallinero realmente le sirve de algo a NR? A primera vista uno diría que sí, que van a jalar todos los votos de ese sector. Pero, un toque ahí. Según José Andrés Díaz, politólogo de la UCR, la cosa no es tan sencilla. El mae explica que aunque casi un 30% de la población tica se identifica como evangélica, estos partidos nunca, pero nunca, han estado ni cerca de rascar ese porcentaje en las urnas. La única excepción fue el subidón de Fabricio en 2018, pero el mismo Díaz lo califica como una vara “coyuntural”, una reacción al tema del matrimonio igualitario que polarizó todo justo antes de las elecciones. Fuera de eso, el voto para estos grupos ha sido históricamente bajísimo.
Y parece que Fabricio Alvarado y su gente leyeron bien los números, porque la estrategia cambió. Ya no se venden como el “partido religioso”. ¡Para nada! Ahora el discurso es que son “el único partido auténticamente conservador”. Alvarado lo dijo con todas las letras: ser conservador no es lo mismo que ser religioso. Se sacuden la etiqueta de encima y presentan una lista de principios que suenan más a un partido de derecha tradicional: defensa de la vida, la familia “natural”, la libre empresa, la soberanía nacional, etc. Es una jugada inteligente, porque intenta ampliar su base más allá de un grupo religioso que, como dice el experto, no es un bloque de votantes homogéneo y fiel.
Lo más irónico de todo este despiche es la historia de estos partidos. Son como esas muñecas rusas: uno sale de adentro del otro. Alianza Nacional Cristiana parió a Renovación Costarricense. De ahí salió Restauración Nacional, y de una bronca interna en Restauración nació Nueva República. Y la vara no para: los hermanos Prendas se salieron de NR para fundar otro, GANAR, que tampoco llegó a nada. Según el analista, es el mismo patrón: un líder carismático, conflictos internos por el poder y una agenda enfocada en temas conservadores. Parece que les cuesta un mundo mantenerse unidos, y al final, el personalismo se come los proyectos.
Así las cosas, mientras los otros partidos de este corte se “autoextinguieron” (palabras del propio Fabricio), él se posiciona como el único sobreviviente, pero con una nueva piel. Ya no es el candidato evangélico; es el candidato conservador. Se distancia de sus antiguos partidos, a los que tilda de tener “poca visión” y los acusa de sacarlo con “estratagemas sucias”. Una limpieza de imagen en toda regla para intentar, por tercera vez, llegar a Zapote. La pregunta es si el electorado se va a comprar esta nueva versión o si, en el fondo, sigue siendo la misma propuesta que ya conocemos. El tiempo dirá si la estrategia funciona o si el voto conservador está en otro lado.
Diay gente, ¿ustedes qué opinan? ¿Le va a servir a Fabricio esta jugada de ser el 'único conservador' en la papeleta o es la misma vara de siempre con otro nombre? ¿Creen que la gente se compra ese cambio de discurso?
Ahora, la pregunta del millón: ¿ser el único gallo en el gallinero realmente le sirve de algo a NR? A primera vista uno diría que sí, que van a jalar todos los votos de ese sector. Pero, un toque ahí. Según José Andrés Díaz, politólogo de la UCR, la cosa no es tan sencilla. El mae explica que aunque casi un 30% de la población tica se identifica como evangélica, estos partidos nunca, pero nunca, han estado ni cerca de rascar ese porcentaje en las urnas. La única excepción fue el subidón de Fabricio en 2018, pero el mismo Díaz lo califica como una vara “coyuntural”, una reacción al tema del matrimonio igualitario que polarizó todo justo antes de las elecciones. Fuera de eso, el voto para estos grupos ha sido históricamente bajísimo.
Y parece que Fabricio Alvarado y su gente leyeron bien los números, porque la estrategia cambió. Ya no se venden como el “partido religioso”. ¡Para nada! Ahora el discurso es que son “el único partido auténticamente conservador”. Alvarado lo dijo con todas las letras: ser conservador no es lo mismo que ser religioso. Se sacuden la etiqueta de encima y presentan una lista de principios que suenan más a un partido de derecha tradicional: defensa de la vida, la familia “natural”, la libre empresa, la soberanía nacional, etc. Es una jugada inteligente, porque intenta ampliar su base más allá de un grupo religioso que, como dice el experto, no es un bloque de votantes homogéneo y fiel.
Lo más irónico de todo este despiche es la historia de estos partidos. Son como esas muñecas rusas: uno sale de adentro del otro. Alianza Nacional Cristiana parió a Renovación Costarricense. De ahí salió Restauración Nacional, y de una bronca interna en Restauración nació Nueva República. Y la vara no para: los hermanos Prendas se salieron de NR para fundar otro, GANAR, que tampoco llegó a nada. Según el analista, es el mismo patrón: un líder carismático, conflictos internos por el poder y una agenda enfocada en temas conservadores. Parece que les cuesta un mundo mantenerse unidos, y al final, el personalismo se come los proyectos.
Así las cosas, mientras los otros partidos de este corte se “autoextinguieron” (palabras del propio Fabricio), él se posiciona como el único sobreviviente, pero con una nueva piel. Ya no es el candidato evangélico; es el candidato conservador. Se distancia de sus antiguos partidos, a los que tilda de tener “poca visión” y los acusa de sacarlo con “estratagemas sucias”. Una limpieza de imagen en toda regla para intentar, por tercera vez, llegar a Zapote. La pregunta es si el electorado se va a comprar esta nueva versión o si, en el fondo, sigue siendo la misma propuesta que ya conocemos. El tiempo dirá si la estrategia funciona o si el voto conservador está en otro lado.
Diay gente, ¿ustedes qué opinan? ¿Le va a servir a Fabricio esta jugada de ser el 'único conservador' en la papeleta o es la misma vara de siempre con otro nombre? ¿Creen que la gente se compra ese cambio de discurso?