Maes, agárrense porque la novela política del fin de semana tiene nombre y apellido: Asamblea Nacional del Partido Liberación Nacional. Y sí, como ya es costumbre en nuestra querida Suiza Centroamericana, el plato fuerte es un manjar de contradicciones. El gran brete de los 210 delegados verdiblancos era definir las papeletas para las diputaciones, o sea, escoger a la gente que nos va a representar en Cuesta de Moras. ¿La vara? Lo están haciendo “a puerta cerrada”. Diay, ¿les suena familiar? Claro, es la misma táctica que usó el oficialismo para armar su propio equipo. Para que después no digan que los partidos no aprenden nada unos de otros, aunque sea las peores mañas.
Pero aquí es donde el tamal se empieza a desarmar y uno entiende por qué tanto secretismo. La procesión va por dentro y el PLN tiene un despiche interno que ya quisieran en telenovela mexicana. El caso de San Ramón es el ejemplo perfecto y más sonado. ¡Más de quince intentos para renovar las estructuras del partido en Occidente! Quince. Y en todas, la falta de quórum se trajo todo al traste. Eso no es un problemita, es un síntoma de una fractura más que evidente. Entonces sale el secretario general, Miguel Guillén, a decir con una paz pasmosa que “hoy habrá competencia en algunos puestos” y que fuera de eso, el partido ha tenido un “ejercicio democrático unitario”. Mae, con todo respeto, pero si tener que intentar 15 veces una asamblea cantonal es parte de un ejercicio “unitario”, ¡qué sal! Están redefiniendo el diccionario.
Y en medio de este caos controlado, sale el candidato presidencial, Álvaro Ramos, a tirarnos la frase motivacional del día: “Hoy no están saliendo candidaturas, está naciendo un equipo para gobernar”. ¡Qué bonito suena! Casi poético. Pero esa frase choca de frente con una pared de realidad llamada “tres elecciones siendo derrotados”. Un “equipo para gobernar” que, no se nos olvide, el electorado ha mandado a la banca tres veces seguidas. La gente no les ha comprado el discurso. Ahora, con la ratificación de Karen Segura y Xinia Chaves en la fórmula, la apuesta es renovarse, pero si el proceso para elegir a los jugadores clave se hace a escondidas y con pleitos de fondo, ese “equipo” nace un poco golpeado, ¿no creen?
Hablemos de la vara de fondo: la transparencia. ¿En qué cabeza cabe que en pleno 2024 un partido que se jacta de ser la cuna de la democracia costarricense escoja a sus futuros legisladores a escondidas del público y de la prensa? Esto no es un asunto menor, maes. Es la señal más clara de que las cúpulas siguen mandando y que la opinión de las bases, o del ciudadano de a pie, importa un comino hasta que necesitan el voto. Es la vieja escuela de la política, esa que negocia en cuartos oscuros y luego sale a dar un discurso sobre unidad y cambio. Es una dinámica que cansa, que agota y que explica, en gran parte, por qué la gente está tan harta de los partidos tradicionales.
Al final, uno se queda con la misma sensación de siempre. Entre luchas de poder que parecen nunca acabar en cantones clave, frases de campaña que suenan a casete repetido y una falta de transparencia que asusta, el PLN se prepara para otra contienda electoral. La gran pregunta que queda en el aire es si de verdad creen que aplicando las mismas fórmulas del pasado van a conseguir un resultado diferente. A lo mejor tienen un as bajo la manga, o a lo mejor, simplemente están tan acostumbrados a sus propios enredos que ya no ven la tormenta que se les puede venir encima. El tiempo dirá si se jalaron una torta o si, de alguna manera, esta estrategia les funciona.
Ahí se las dejo picando, maes: ¿Ustedes creen que con este despiche interno y escogiendo candidatos a puerta cerrada el PLN tiene chance real de volver a Zapote, o es simplemente el primer capítulo de otra torta electoral anunciada? ¡Los leo!
Pero aquí es donde el tamal se empieza a desarmar y uno entiende por qué tanto secretismo. La procesión va por dentro y el PLN tiene un despiche interno que ya quisieran en telenovela mexicana. El caso de San Ramón es el ejemplo perfecto y más sonado. ¡Más de quince intentos para renovar las estructuras del partido en Occidente! Quince. Y en todas, la falta de quórum se trajo todo al traste. Eso no es un problemita, es un síntoma de una fractura más que evidente. Entonces sale el secretario general, Miguel Guillén, a decir con una paz pasmosa que “hoy habrá competencia en algunos puestos” y que fuera de eso, el partido ha tenido un “ejercicio democrático unitario”. Mae, con todo respeto, pero si tener que intentar 15 veces una asamblea cantonal es parte de un ejercicio “unitario”, ¡qué sal! Están redefiniendo el diccionario.
Y en medio de este caos controlado, sale el candidato presidencial, Álvaro Ramos, a tirarnos la frase motivacional del día: “Hoy no están saliendo candidaturas, está naciendo un equipo para gobernar”. ¡Qué bonito suena! Casi poético. Pero esa frase choca de frente con una pared de realidad llamada “tres elecciones siendo derrotados”. Un “equipo para gobernar” que, no se nos olvide, el electorado ha mandado a la banca tres veces seguidas. La gente no les ha comprado el discurso. Ahora, con la ratificación de Karen Segura y Xinia Chaves en la fórmula, la apuesta es renovarse, pero si el proceso para elegir a los jugadores clave se hace a escondidas y con pleitos de fondo, ese “equipo” nace un poco golpeado, ¿no creen?
Hablemos de la vara de fondo: la transparencia. ¿En qué cabeza cabe que en pleno 2024 un partido que se jacta de ser la cuna de la democracia costarricense escoja a sus futuros legisladores a escondidas del público y de la prensa? Esto no es un asunto menor, maes. Es la señal más clara de que las cúpulas siguen mandando y que la opinión de las bases, o del ciudadano de a pie, importa un comino hasta que necesitan el voto. Es la vieja escuela de la política, esa que negocia en cuartos oscuros y luego sale a dar un discurso sobre unidad y cambio. Es una dinámica que cansa, que agota y que explica, en gran parte, por qué la gente está tan harta de los partidos tradicionales.
Al final, uno se queda con la misma sensación de siempre. Entre luchas de poder que parecen nunca acabar en cantones clave, frases de campaña que suenan a casete repetido y una falta de transparencia que asusta, el PLN se prepara para otra contienda electoral. La gran pregunta que queda en el aire es si de verdad creen que aplicando las mismas fórmulas del pasado van a conseguir un resultado diferente. A lo mejor tienen un as bajo la manga, o a lo mejor, simplemente están tan acostumbrados a sus propios enredos que ya no ven la tormenta que se les puede venir encima. El tiempo dirá si se jalaron una torta o si, de alguna manera, esta estrategia les funciona.
Ahí se las dejo picando, maes: ¿Ustedes creen que con este despiche interno y escogiendo candidatos a puerta cerrada el PLN tiene chance real de volver a Zapote, o es simplemente el primer capítulo de otra torta electoral anunciada? ¡Los leo!