Maes, ¿se acuerdan del despiche que se armó con Recope a finales del 2024? Aquella vara del hackeo que casi nos deja a pata y con las gasolineras secas. Bueno, cuando uno pensaba que el tema ya estaba medio superado, llega la Contraloría General de la República (CGR) y les tira un baldazo de agua fría que los dejó viendo para el ciprés. Resulta que, según un informe fresquito de la CGR, Recope todavía no está ni cerca de tener los mecanismos de seguridad que se necesitan para que no les vuelva a pasar un papelón de ese calibre. ¡Qué torta!
Básicamente, la Contraloría llegó y les dijo: ‘Maes, todo muy lindo con sus comunicados de prensa, pero aquí los controles de seguridad siguen flojos’. El informe es clarísimo y dice que la situación actual “compromete la capacidad de la entidad para garantizar la integridad, confidencialidad y disponibilidad de sus sistemas y datos críticos”. Traducido del lenguaje técnico al buen tico: si otro grupo de hackers con ganas de molestar se les mete, hay una buena probabilidad de que se vuelvan a jalar una torta y nos dejen a todos varados otra vez. El fantasma de las filas interminables y la gasolina racionada parece que todavía no se ha ido del todo.
Obviamente, en Recope no se quedaron callados y salieron a defender su brete. Según ellos, el informe de la Contraloría se basa en datos viejos, de antes de que ocurriera el ataque. Dicen que ese hackeo fue un “antes y un después” que los obligó a ponerse las pilas. La Gerente General, Karla Montero, salió a decir que aunque el ataque los puso a prueba, lograron restablecer el servicio en solo 6 horas. Además, la institución asegura que pasaron de tener a una sola persona encargada de la ciberseguridad (¡una sola, imagínense!) a tener todo un equipo especializado que monitorea la vara 24/7, con protocolos más robustos y hasta capacitaciones para el personal.
El problema es que esta vara se convierte en un ‘él dijo, ella dijo’ de alto calibre, pero con la seguridad nacional y nuestro bolsillo de por medio. Por un lado, tenés a la Contraloría, que es el perro guardián de las instituciones públicas, diciendo que las cosas no están bien. Su trabajo es ser quisquillosos y señalar las fallas. Por otro lado, tenés a Recope, la institución que ya falló una vez, jurando por la Virgencita de los Ángeles que ya aprendieron la lección y que ahora sí están blindados hasta los dientes. ¿A quién se le cree? ¿Al que te avisa del peligro o al que ya se tropezó con la piedra y dice que no le vuelve a pasar?
Al final del día, a nosotros como ciudadanos nos queda una sensación de incertidumbre que no es nada agradable. Recope maneja un recurso vital para el país, y la idea de que su sistema sea vulnerable es para que a cualquiera se le ponga el pelo de punta. No es un simple error de oficina, es una falla que podría paralizar el país entero. Diay, maes, la pregunta del millón es: ¿a quién le damos el beneficio de la duda? ¿Ustedes le creen a Recope cuando dicen que ahora sí son la última maravilla en ciberseguridad, o piensan que la Contraloría tiene toda la razón y esto es la crónica de una torta anunciada? ¡Los leo en los comentarios!
Básicamente, la Contraloría llegó y les dijo: ‘Maes, todo muy lindo con sus comunicados de prensa, pero aquí los controles de seguridad siguen flojos’. El informe es clarísimo y dice que la situación actual “compromete la capacidad de la entidad para garantizar la integridad, confidencialidad y disponibilidad de sus sistemas y datos críticos”. Traducido del lenguaje técnico al buen tico: si otro grupo de hackers con ganas de molestar se les mete, hay una buena probabilidad de que se vuelvan a jalar una torta y nos dejen a todos varados otra vez. El fantasma de las filas interminables y la gasolina racionada parece que todavía no se ha ido del todo.
Obviamente, en Recope no se quedaron callados y salieron a defender su brete. Según ellos, el informe de la Contraloría se basa en datos viejos, de antes de que ocurriera el ataque. Dicen que ese hackeo fue un “antes y un después” que los obligó a ponerse las pilas. La Gerente General, Karla Montero, salió a decir que aunque el ataque los puso a prueba, lograron restablecer el servicio en solo 6 horas. Además, la institución asegura que pasaron de tener a una sola persona encargada de la ciberseguridad (¡una sola, imagínense!) a tener todo un equipo especializado que monitorea la vara 24/7, con protocolos más robustos y hasta capacitaciones para el personal.
El problema es que esta vara se convierte en un ‘él dijo, ella dijo’ de alto calibre, pero con la seguridad nacional y nuestro bolsillo de por medio. Por un lado, tenés a la Contraloría, que es el perro guardián de las instituciones públicas, diciendo que las cosas no están bien. Su trabajo es ser quisquillosos y señalar las fallas. Por otro lado, tenés a Recope, la institución que ya falló una vez, jurando por la Virgencita de los Ángeles que ya aprendieron la lección y que ahora sí están blindados hasta los dientes. ¿A quién se le cree? ¿Al que te avisa del peligro o al que ya se tropezó con la piedra y dice que no le vuelve a pasar?
Al final del día, a nosotros como ciudadanos nos queda una sensación de incertidumbre que no es nada agradable. Recope maneja un recurso vital para el país, y la idea de que su sistema sea vulnerable es para que a cualquiera se le ponga el pelo de punta. No es un simple error de oficina, es una falla que podría paralizar el país entero. Diay, maes, la pregunta del millón es: ¿a quién le damos el beneficio de la duda? ¿Ustedes le creen a Recope cuando dicen que ahora sí son la última maravilla en ciberseguridad, o piensan que la Contraloría tiene toda la razón y esto es la crónica de una torta anunciada? ¡Los leo en los comentarios!