Mae, si usted es de Cartago o tiene que pasar por ahí para ir al brete, sabe que la paciencia es un chunche que ya se nos gastó hace rato. La vara con las obras en Taras-La Lima pasó de ser una promesa de salvación a ser, oficialmente, el despiche de nunca acabar. Y parece que no solo los que nos comemos esa presa a diario estamos hasta la coronilla; el propio alcalde de Cartago, Mario Redondo, ya soltó el freno de mano y le está tirando con todo a la empresa H Solís, y con sobrada razón.
Vamos a ver, ¿cuál fue la gota que derramó el vaso esta vez? La comunicación. Uno pensaría que para un brete de esta magnitud, donde un cierre mal planeado te puede arruinar el día, la semana y hasta el estado de ánimo, la coordinación sería clave, ¿verdad? Pues parece que no. Resulta que existe un grupito de WhatsApp donde están la Muni, el Tránsito, las zonas francas y la constructora, supuestamente para avisar de cualquier movimiento. ¡Diay, qué nivel de organización! El único problema es que, según Redondo, el chat estuvo más callado que cementerio el fin de semana, mientras la empresa se jaló la torta de hacer cierres que nadie conocía, provocando un caos de proporciones bíblicas.
Lo más irónico del asunto es que el alcalde cuenta que, después de que él pegó el grito al cielo públicamente, ahí sí le llegaron las llamadas de la empresa. Pero no para disculparse o coordinar, ¡sino para quejarse de sus declaraciones! Hay que tener valor. Redondo, que de por sí ya venía caliente con una lista de promesas rotas que se arrastran desde hace cinco años —fechas que van y vienen, marginales a medio palo, etc.—, simplemente explotó. Y es que no es para menos, cuando uno se siente como si estuviera hablándole a una pared.
Mientras tanto, en medio de este enredo, la Municipalidad de Cartago ha tenido que jugar de bombero y apagar el incendio con sus propios recursos. Redondo afirma que han tenido que sacar de la bolsa ₡1.500 millones para asfaltar rutas alternas por La Marta y Coris, básicamente para darle a la gente una vía de escape al desastre de la ruta principal. Es el colmo: tener que invertir un platal para mitigar el problema que la obra principal, en lugar de solucionar, está empeorando. Ahora nos salen con nuevas fechas: que el túnel para el 15 de setiembre y que todo listo para el 31 de octubre. ¿Les creemos? ¡Qué sal!
Diay, al final del día, los que quedamos en medio del arroz con mango somos los de siempre: los ciudadanos que madrugamos para llegar al trabajo, los que perdemos horas de vida en una presa interminable y los que vemos cómo una obra que iba a ser un alivio se fue al traste por una aparente falta de coordinación y de respeto. La frustración es colectiva y la pregunta es si esta vez, con la presión del alcalde y los ojos de todo el mundo encima, la cosa finalmente caminará. O si simplemente estamos viendo otro capítulo de la misma novela de siempre.
Vamos a ver, ¿cuál fue la gota que derramó el vaso esta vez? La comunicación. Uno pensaría que para un brete de esta magnitud, donde un cierre mal planeado te puede arruinar el día, la semana y hasta el estado de ánimo, la coordinación sería clave, ¿verdad? Pues parece que no. Resulta que existe un grupito de WhatsApp donde están la Muni, el Tránsito, las zonas francas y la constructora, supuestamente para avisar de cualquier movimiento. ¡Diay, qué nivel de organización! El único problema es que, según Redondo, el chat estuvo más callado que cementerio el fin de semana, mientras la empresa se jaló la torta de hacer cierres que nadie conocía, provocando un caos de proporciones bíblicas.
Lo más irónico del asunto es que el alcalde cuenta que, después de que él pegó el grito al cielo públicamente, ahí sí le llegaron las llamadas de la empresa. Pero no para disculparse o coordinar, ¡sino para quejarse de sus declaraciones! Hay que tener valor. Redondo, que de por sí ya venía caliente con una lista de promesas rotas que se arrastran desde hace cinco años —fechas que van y vienen, marginales a medio palo, etc.—, simplemente explotó. Y es que no es para menos, cuando uno se siente como si estuviera hablándole a una pared.
Mientras tanto, en medio de este enredo, la Municipalidad de Cartago ha tenido que jugar de bombero y apagar el incendio con sus propios recursos. Redondo afirma que han tenido que sacar de la bolsa ₡1.500 millones para asfaltar rutas alternas por La Marta y Coris, básicamente para darle a la gente una vía de escape al desastre de la ruta principal. Es el colmo: tener que invertir un platal para mitigar el problema que la obra principal, en lugar de solucionar, está empeorando. Ahora nos salen con nuevas fechas: que el túnel para el 15 de setiembre y que todo listo para el 31 de octubre. ¿Les creemos? ¡Qué sal!
Diay, al final del día, los que quedamos en medio del arroz con mango somos los de siempre: los ciudadanos que madrugamos para llegar al trabajo, los que perdemos horas de vida en una presa interminable y los que vemos cómo una obra que iba a ser un alivio se fue al traste por una aparente falta de coordinación y de respeto. La frustración es colectiva y la pregunta es si esta vez, con la presión del alcalde y los ojos de todo el mundo encima, la cosa finalmente caminará. O si simplemente estamos viendo otro capítulo de la misma novela de siempre.