Maes, a ver si entiendo esta vara. Resulta que si usted es un político en Costa Rica, tiene que tener un cuidado de santo para no toparse con el Presidente en un evento público. Y si de casualidad se apellida Fernández y fue su exministra, ¡diay, peor! Porque ahora parece que "coincidir" en el mismo lugar que Rodrigo Chaves es motivo suficiente para que le caiga una denuncia por beligerancia política ante el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). La última joyita fue en el Consejo de Gobierno en Limón, donde Laura Fernández, ya como candidata del oficialismo, apareció como por arte de magia. Y claro, a la gente no le hizo mucha gracia, por lo que ya hay un recurso de amparo y una denuncia formal puestas sobre la mesa.
Y aquí es donde la vara se pone color de hormiga y se empieza a armar el despiche legal. Según confirmó el propio TSE, hay dos gestiones en análisis. Una es un amparo electoral directo contra Fernández por andar participando en actividades del Gobierno, y la otra es una denuncia por beligerancia contra ella y el mismísimo Presidente Chaves. O sea, no es un asunto menor. La acusación es seria: se está insinuando que se usan las plataformas y los recursos del Estado, que pagamos todos con nuestro brete, para darle vitrina a una candidata específica. Que el Gobierno organice una gira y, ¡oh, sorpresa!, la candidata del partido de Gobierno ande por ahí, no suena a coincidencia, suena a estrategia. Y si es así, se estarían jalando una torta monumental contra la neutralidad que exige la ley.
Lo más curioso es que esta no es la primera vez que pasa. El "Tour de las Coincidencias" de Laura Fernández es más largo que una semana sin fútbol. Ya la habíamos visto en las afueras de la Asamblea el día del informe de labores del presi. Luego, se dio una vuelta por Guanacaste, donde hasta le pidieron que se pusiera de pie para recibir un aplauso en un evento oficial, ¡qué nivel de casualidad! En esa ocasión hasta andaba el famoso pin del jaguar, ese mismo chunche que el TSE después prohibió a los jerarcas por ser, precisamente, un símbolo de beligerancia. Es como si estuvieran probando los límites, midiendo hasta dónde pueden estirar la liga antes de que se rompa. Cada "encuentro" parece un capítulo más de una serie donde el guion es bastante obvio para todos, menos, aparentemente, para los protagonistas.
El problema de fondo, maes, no es que Laura F. ande en la calle o visite comunidades, ¡para nada! Está en todo su derecho. El meollo del asunto es cuando esa calle huele a tarima presidencial pagada con nuestros impuestos. La línea que separa al partido en el poder de la institucionalidad del Gobierno debe ser clarísima, casi sagrada. Cuando esa línea se vuelve borrosa, la cancha se inclina y la democracia empieza a cojear. Para enredar más la vara, al partido de Gobierno, el PPSO, le llueve sobre mojado, con otros siete recursos de amparo por supuestos desórdenes en la elección de sus candidatos a diputados. O sea, el desorden parece ser la norma, no la excepción. Todo esto junto pinta un panorama que, más que político, parece un reality show.
Diay, al final del día la pregunta del millón queda en el aire, y es la que el TSE va a tener que responder. ¿Son estas "coincidencias" una cadena de eventos desafortunados, un caso de muy mala sal para la candidata? ¿O estamos frente a una estrategia de campaña adelantada, tan descarada que ya ni se molestan en disimularla? Porque una vez es casualidad, dos es sospechoso, pero ya a la tercera o cuarta... como que el cuento de la "pura vida" se gasta. La credibilidad de nuestras instituciones y la equidad de la próxima contienda electoral dependen de que se aclare este asunto. Y rápido.
Maes, ¿ustedes qué creen? ¿Es pura coincidencia y mala suerte que siempre se topen, o es una estrategia de campaña que se fue al traste por lo evidente? ¿Se está perdiendo el respeto a la línea entre Gobierno y partido? Los leo en los comentarios.
Y aquí es donde la vara se pone color de hormiga y se empieza a armar el despiche legal. Según confirmó el propio TSE, hay dos gestiones en análisis. Una es un amparo electoral directo contra Fernández por andar participando en actividades del Gobierno, y la otra es una denuncia por beligerancia contra ella y el mismísimo Presidente Chaves. O sea, no es un asunto menor. La acusación es seria: se está insinuando que se usan las plataformas y los recursos del Estado, que pagamos todos con nuestro brete, para darle vitrina a una candidata específica. Que el Gobierno organice una gira y, ¡oh, sorpresa!, la candidata del partido de Gobierno ande por ahí, no suena a coincidencia, suena a estrategia. Y si es así, se estarían jalando una torta monumental contra la neutralidad que exige la ley.
Lo más curioso es que esta no es la primera vez que pasa. El "Tour de las Coincidencias" de Laura Fernández es más largo que una semana sin fútbol. Ya la habíamos visto en las afueras de la Asamblea el día del informe de labores del presi. Luego, se dio una vuelta por Guanacaste, donde hasta le pidieron que se pusiera de pie para recibir un aplauso en un evento oficial, ¡qué nivel de casualidad! En esa ocasión hasta andaba el famoso pin del jaguar, ese mismo chunche que el TSE después prohibió a los jerarcas por ser, precisamente, un símbolo de beligerancia. Es como si estuvieran probando los límites, midiendo hasta dónde pueden estirar la liga antes de que se rompa. Cada "encuentro" parece un capítulo más de una serie donde el guion es bastante obvio para todos, menos, aparentemente, para los protagonistas.
El problema de fondo, maes, no es que Laura F. ande en la calle o visite comunidades, ¡para nada! Está en todo su derecho. El meollo del asunto es cuando esa calle huele a tarima presidencial pagada con nuestros impuestos. La línea que separa al partido en el poder de la institucionalidad del Gobierno debe ser clarísima, casi sagrada. Cuando esa línea se vuelve borrosa, la cancha se inclina y la democracia empieza a cojear. Para enredar más la vara, al partido de Gobierno, el PPSO, le llueve sobre mojado, con otros siete recursos de amparo por supuestos desórdenes en la elección de sus candidatos a diputados. O sea, el desorden parece ser la norma, no la excepción. Todo esto junto pinta un panorama que, más que político, parece un reality show.
Diay, al final del día la pregunta del millón queda en el aire, y es la que el TSE va a tener que responder. ¿Son estas "coincidencias" una cadena de eventos desafortunados, un caso de muy mala sal para la candidata? ¿O estamos frente a una estrategia de campaña adelantada, tan descarada que ya ni se molestan en disimularla? Porque una vez es casualidad, dos es sospechoso, pero ya a la tercera o cuarta... como que el cuento de la "pura vida" se gasta. La credibilidad de nuestras instituciones y la equidad de la próxima contienda electoral dependen de que se aclare este asunto. Y rápido.
Maes, ¿ustedes qué creen? ¿Es pura coincidencia y mala suerte que siempre se topen, o es una estrategia de campaña que se fue al traste por lo evidente? ¿Se está perdiendo el respeto a la línea entre Gobierno y partido? Los leo en los comentarios.