Maes, levante la mano al que no le da un microinfarto cada vez que deja el carro parqueado en la calle. Diay, es que la cosa está ruda. Y para muestra, un botón. Hoy la noticia que nos llega desde Vuelta de Jorco, en Aserrí, es de esas que te dejan un sabor agridulce. El OIJ se mandó con todo y reventó lo que, a simple vista, era un verdadero cementerio de vehículos robados. Un despiche de cinco carros ya desmantelados, motores por aquí, chasis por allá, placas con denuncia... en fin, el kit completo del hampa sobre ruedas.
Lo más interesante de esta vara es cómo se dio todo. Según el reporte, los agentes de Robo de Vehículos ni siquiera andaban en esa diligencia. Estaban en otro brete por la zona cuando, de reojo, vieron un lote que simplemente no cuadraba. Imagínense la escena: un terreno lleno de carros hechos pedazos. La curiosidad mató al gato, o en este caso, le arruinó el negocio a unos cuantos. Bastó con que revisaran una sola placa en el sistema para que saltara la alerta: "denuncia por robo". A partir de ahí, se activó el protocolo y coordinaron el allanamiento con la Fiscalía para entrar con todo desde las 6 de la mañana.
Ahora, hablemos del botín. No estamos hablando de un par de chunches o un radio robado. El OIJ decomisó cinco vehículos completos (o lo que quedaba de ellos), cinco motores sueltos, ocho chasis a los que ya les habían borrado la identidad, y hasta los papeles de un carro reportado como robado. ¡Qué torta para los dueños originales! Esto confirma lo que todos sospechamos: detrás del robo de un carro no hay un ladrón solitario, sino toda una red organizada que lo desarma en tiempo récord para vender las partes. Su carro robado el lunes, probablemente ya es el repuesto "de segunda" que le están vendiendo a alguien el martes.
Pero aquí viene la parte que nos deja a todos con el ceño fruncido y pensando mal. A pesar de desmantelar este centro de operaciones, el informe oficial cierra con la frase mágica: "Por el momento, no hay personas detenidas". Y esa, maes, es la historia de siempre. Encontramos la evidencia, el "deshuesadero", el producto del crimen, pero los cerebros detrás de la operación se esfuman. Es un golpe importante, sin duda, y se aplaude el trabajo de los investigadores, pero la sensación de impunidad queda flotando en el aire. Es como encontrar el nido, pero que los pájaros ya hayan volado.
Esto nos lleva a la pregunta del millón, la que realmente importa para nosotros como ciudadanos. Se recuperan las partes, se saca de circulación un punto de desmantelamiento, pero el negocio sigue. Estos tentáculos del crimen organizado son más grandes de lo que pensamos y se regeneran con una facilidad que asusta. Hoy fue en Aserrí, mañana será en cualquier otro patio trasero del país. Entonces, la discusión en este foro debería ir más allá del aplauso momentáneo. Más allá de felicitar al OIJ por el brete, ¿qué creen ustedes que falla para que casi nunca agarren a los 'peces gordos' de estos despiches? ¿Es un tema de leyes, de recursos, o simplemente que los maes son muy escurridizos?
Lo más interesante de esta vara es cómo se dio todo. Según el reporte, los agentes de Robo de Vehículos ni siquiera andaban en esa diligencia. Estaban en otro brete por la zona cuando, de reojo, vieron un lote que simplemente no cuadraba. Imagínense la escena: un terreno lleno de carros hechos pedazos. La curiosidad mató al gato, o en este caso, le arruinó el negocio a unos cuantos. Bastó con que revisaran una sola placa en el sistema para que saltara la alerta: "denuncia por robo". A partir de ahí, se activó el protocolo y coordinaron el allanamiento con la Fiscalía para entrar con todo desde las 6 de la mañana.
Ahora, hablemos del botín. No estamos hablando de un par de chunches o un radio robado. El OIJ decomisó cinco vehículos completos (o lo que quedaba de ellos), cinco motores sueltos, ocho chasis a los que ya les habían borrado la identidad, y hasta los papeles de un carro reportado como robado. ¡Qué torta para los dueños originales! Esto confirma lo que todos sospechamos: detrás del robo de un carro no hay un ladrón solitario, sino toda una red organizada que lo desarma en tiempo récord para vender las partes. Su carro robado el lunes, probablemente ya es el repuesto "de segunda" que le están vendiendo a alguien el martes.
Pero aquí viene la parte que nos deja a todos con el ceño fruncido y pensando mal. A pesar de desmantelar este centro de operaciones, el informe oficial cierra con la frase mágica: "Por el momento, no hay personas detenidas". Y esa, maes, es la historia de siempre. Encontramos la evidencia, el "deshuesadero", el producto del crimen, pero los cerebros detrás de la operación se esfuman. Es un golpe importante, sin duda, y se aplaude el trabajo de los investigadores, pero la sensación de impunidad queda flotando en el aire. Es como encontrar el nido, pero que los pájaros ya hayan volado.
Esto nos lleva a la pregunta del millón, la que realmente importa para nosotros como ciudadanos. Se recuperan las partes, se saca de circulación un punto de desmantelamiento, pero el negocio sigue. Estos tentáculos del crimen organizado son más grandes de lo que pensamos y se regeneran con una facilidad que asusta. Hoy fue en Aserrí, mañana será en cualquier otro patio trasero del país. Entonces, la discusión en este foro debería ir más allá del aplauso momentáneo. Más allá de felicitar al OIJ por el brete, ¿qué creen ustedes que falla para que casi nunca agarren a los 'peces gordos' de estos despiches? ¿Es un tema de leyes, de recursos, o simplemente que los maes son muy escurridizos?
