Maes, agarrense porque la noticia que soltó Corbana esta semana es para sentarse a llorar. Si ustedes son de los que piensan que el banano es tan tico como el gallo pinto, les cuento que la vara se puso color de hormiga. La Corporación Bananera Nacional (Corbana) acaba de confirmar un secreto a voces: la producción de nuestra fruta estrella para exportación se fue al traste, con una caída de más del 20% solo en la primera mitad del 2025. ¡Qué torta! Esto no es un bajonazo cualquiera, es un golpe directo a la economía y al orgullo de uno de nuestros productos más icónicos.
Diay, uno se pregunta ¿qué pasó? ¿Por qué de repente nos quedamos sin bananos? La respuesta, según los que saben, es tan predecible como deprimente: el cambio climático nos está pasando una factura carísima. Resulta que desde finales del año pasado el cielo se nos vino encima, especialmente en el Caribe. Corbana reporta que en solo tres meses cayeron 1.500 milímetros de lluvia. Para que se hagan una idea, eso es como si nos hubieran tirado un aguacero sin fin, ahogando las plantaciones y pudriendo las raíces. Y por si fuera poco, el 2025 arrancó igual, con más agua, creando el caldo de cultivo perfecto para que la Sigatoka Negra hiciera fiesta. Esa enfermedad es el terror de los bananeros, y con tanta humedad, se esparció como pólvora.
Pero la sal no viene sola. Aparte del diluvio, también hemos tenido que lidiar con eventos más puntuales pero igual de destructivos. Hablamos de esas vaguadas traicioneras y ventoleros que de un pronto a otro azotan las fincas y dejan las matas de banano hechas un desastre. Es un efecto acumulado que tiene al sector con el agua al cuello. El propio director de Asistencia Técnica de Corbana, Erick Bolaños, lo dijo claro: la cantidad de lluvia ha provocado una “reducción significativa”. Traducido del lenguaje técnico al español que hablamos todos: estamos salados, y el brete en las fincas se ha vuelto una misión casi imposible.
Ahora, la pregunta del millón es ¿y ahora qué? ¿Hay luz al final del túnel? Pues… más o menos. Para el segundo semestre de este año, se espera recuperar un poquitito, quizás reducir el déficit en un 5%. Pero todo depende de que San Pedro cierre la llave y nos dé un respiro. Las proyecciones para el 2026 tampoco son para tirar cohetes; de hecho, apuntan a que habrá menos fruta disponible que en años anteriores. Esto podría tener un efecto curioso: que el banano tico se ponga más caro en los mercados internacionales. Pero no se engañen, eso no sería porque seamos unos cargas produciendo más y mejor, sino simplemente porque lo poco que logremos sacar valdrá oro por la escasez.
En medio de este despiche, Corbana asegura que no se han quedado de brazos cruzados. Dicen que están dándole acompañamiento técnico a los productores, metiéndole ciencia y tecnología para fortalecer las medidas sanitarias y hasta trabajando en nuevas variedades de banano que aguanten más este trote. El mismo Banco Central ya había tirado la alerta de que el sector agro iba para números rojos, señalando que mientras la piña medio se recuperaba, el banano seguía sin levantar cabeza. La vara es que, aunque las intenciones son buenas, la pelea es contra un monstruo gigante. Por eso les pregunto a ustedes, maes: ¿creen que con asistencia técnica y nuevas variedades es suficiente para salvar al banano tico? ¿O estamos subestimando la paliza que nos está dando el clima?
Diay, uno se pregunta ¿qué pasó? ¿Por qué de repente nos quedamos sin bananos? La respuesta, según los que saben, es tan predecible como deprimente: el cambio climático nos está pasando una factura carísima. Resulta que desde finales del año pasado el cielo se nos vino encima, especialmente en el Caribe. Corbana reporta que en solo tres meses cayeron 1.500 milímetros de lluvia. Para que se hagan una idea, eso es como si nos hubieran tirado un aguacero sin fin, ahogando las plantaciones y pudriendo las raíces. Y por si fuera poco, el 2025 arrancó igual, con más agua, creando el caldo de cultivo perfecto para que la Sigatoka Negra hiciera fiesta. Esa enfermedad es el terror de los bananeros, y con tanta humedad, se esparció como pólvora.
Pero la sal no viene sola. Aparte del diluvio, también hemos tenido que lidiar con eventos más puntuales pero igual de destructivos. Hablamos de esas vaguadas traicioneras y ventoleros que de un pronto a otro azotan las fincas y dejan las matas de banano hechas un desastre. Es un efecto acumulado que tiene al sector con el agua al cuello. El propio director de Asistencia Técnica de Corbana, Erick Bolaños, lo dijo claro: la cantidad de lluvia ha provocado una “reducción significativa”. Traducido del lenguaje técnico al español que hablamos todos: estamos salados, y el brete en las fincas se ha vuelto una misión casi imposible.
Ahora, la pregunta del millón es ¿y ahora qué? ¿Hay luz al final del túnel? Pues… más o menos. Para el segundo semestre de este año, se espera recuperar un poquitito, quizás reducir el déficit en un 5%. Pero todo depende de que San Pedro cierre la llave y nos dé un respiro. Las proyecciones para el 2026 tampoco son para tirar cohetes; de hecho, apuntan a que habrá menos fruta disponible que en años anteriores. Esto podría tener un efecto curioso: que el banano tico se ponga más caro en los mercados internacionales. Pero no se engañen, eso no sería porque seamos unos cargas produciendo más y mejor, sino simplemente porque lo poco que logremos sacar valdrá oro por la escasez.
En medio de este despiche, Corbana asegura que no se han quedado de brazos cruzados. Dicen que están dándole acompañamiento técnico a los productores, metiéndole ciencia y tecnología para fortalecer las medidas sanitarias y hasta trabajando en nuevas variedades de banano que aguanten más este trote. El mismo Banco Central ya había tirado la alerta de que el sector agro iba para números rojos, señalando que mientras la piña medio se recuperaba, el banano seguía sin levantar cabeza. La vara es que, aunque las intenciones son buenas, la pelea es contra un monstruo gigante. Por eso les pregunto a ustedes, maes: ¿creen que con asistencia técnica y nuevas variedades es suficiente para salvar al banano tico? ¿O estamos subestimando la paliza que nos está dando el clima?