Maes, a veces uno lee una noticia y se le revuelve todo. Hoy me topé con una de CRHoy que es el manual perfecto de cómo no meter la pata, pero que, lamentablemente, muchísima gente metió hasta el fondo. La vara es sobre una supuesta estafa piramidal orquestada por un mae de apellido Saborío, vecino de Escazú, que es para sentarse a llorar. Y es que, ¡qué despiche! No es solo la plata que se perdió, es la película completa: un tipo que vendía el sueño tico versión 2.0, montado en Rolex, Gucci y hablando de millones en forex y criptomonedas como si estuviera pidiendo un casado en una soda.
El modus operandi es casi una obra de teatro. El mae no solo te vendía la idea, te metía en el show. Imagínense la escena: un evento para más de 300 personas en el hotel Radisson. Familias enteras, compas, todos sonriendo porque, hasta ese momento, la plata llegaba puntual cada tres meses. Una de las afectadas cuenta que en su mesa había una familia súper humilde que había vendido su panadería, el brete de su vida, para invertir. Y claro, el testimonio de ellos, gente de a pie, te da confianza. Uno piensa: "diay, si a ellos les funciona, ¿por qué a mí no?". Es la prueba social en su máxima y más cruel expresión. Ahí es donde la gente se jala la torta, no por tonta, sino porque el montaje está diseñado para anular el pensamiento crítico.
Aquí es donde el asunto se va al traste de la forma más fea. No solo te convencían con historias, sino que te facilitaban el endeudamiento. Una de las víctimas, que tenía un buen salario, cuenta cómo el mismo Saborío y un "asesor" le consiguieron un préstamo de $50,000 en una cooperativa. ¿Los requisitos? Básicamente ninguno. Sin fiador, sin hipotecas, sin nada. Una puerta abierta al precipicio. La promesa era de película: en un año pagaba el préstamo y al siguiente duplicaba la inversión. El 100% de ganancia. Por unos meses, la ilusión se mantuvo con pagos puntuales, pero como en toda pirámide, la base se pudrió y el castillo de naipes se vino abajo. El mae desapareció, la empresa "quebró" y dejó un reguero de gente con deudas de hasta 30 años.
Y lo más salado de todo no es solo la pérdida económica, que ya de por sí es devastadora —hablamos de una familia que perdió $13,000, otro mae que perdió $155,000 y un perjuicio total que podría ser millonario—. Lo que de verdad duele es la impunidad. El artículo dice que el mae se fue del país en mayo del año pasado y no ha vuelto. Lo ubican viviendo la vida loca en Dubái o Brasil, mientras aquí hay 600 familias viendo a ver cómo le hacen para pagar deudas que nunca debieron adquirir. La Fiscalía de Pavas tiene el caso abierto, con 40 denuncias formales, pero ya sabemos cómo funciona la vara: el proceso es lento y bajo el famoso "apego al artículo 295", no se pueden dar detalles. Una receta para la frustración.
Al final, esta historia es un chunche que hemos visto mil veces pero con diferente empaque. Antes eran los sellos de la abundancia o los quesitos, ahora son "GPUs para minería", "almacenamiento en la nube" y un montón de terminología cripto que la mayoría no entiende pero que suena increíblemente sofisticada. Es la misma gata, solo que revolcada en blockchain. Nos deja una lección carísima sobre esa mezcla tóxica de ambición, necesidad y la habilidad de ciertos personajes para vender humo con una confianza arrolladora. Maes, la pregunta del millón es: ¿cómo carajos nos protegemos de esta gente? O, más al punto, ¿creen que en Costa Rica la justicia es demasiado blandita con los estafadores de cuello blanco?
El modus operandi es casi una obra de teatro. El mae no solo te vendía la idea, te metía en el show. Imagínense la escena: un evento para más de 300 personas en el hotel Radisson. Familias enteras, compas, todos sonriendo porque, hasta ese momento, la plata llegaba puntual cada tres meses. Una de las afectadas cuenta que en su mesa había una familia súper humilde que había vendido su panadería, el brete de su vida, para invertir. Y claro, el testimonio de ellos, gente de a pie, te da confianza. Uno piensa: "diay, si a ellos les funciona, ¿por qué a mí no?". Es la prueba social en su máxima y más cruel expresión. Ahí es donde la gente se jala la torta, no por tonta, sino porque el montaje está diseñado para anular el pensamiento crítico.
Aquí es donde el asunto se va al traste de la forma más fea. No solo te convencían con historias, sino que te facilitaban el endeudamiento. Una de las víctimas, que tenía un buen salario, cuenta cómo el mismo Saborío y un "asesor" le consiguieron un préstamo de $50,000 en una cooperativa. ¿Los requisitos? Básicamente ninguno. Sin fiador, sin hipotecas, sin nada. Una puerta abierta al precipicio. La promesa era de película: en un año pagaba el préstamo y al siguiente duplicaba la inversión. El 100% de ganancia. Por unos meses, la ilusión se mantuvo con pagos puntuales, pero como en toda pirámide, la base se pudrió y el castillo de naipes se vino abajo. El mae desapareció, la empresa "quebró" y dejó un reguero de gente con deudas de hasta 30 años.
Y lo más salado de todo no es solo la pérdida económica, que ya de por sí es devastadora —hablamos de una familia que perdió $13,000, otro mae que perdió $155,000 y un perjuicio total que podría ser millonario—. Lo que de verdad duele es la impunidad. El artículo dice que el mae se fue del país en mayo del año pasado y no ha vuelto. Lo ubican viviendo la vida loca en Dubái o Brasil, mientras aquí hay 600 familias viendo a ver cómo le hacen para pagar deudas que nunca debieron adquirir. La Fiscalía de Pavas tiene el caso abierto, con 40 denuncias formales, pero ya sabemos cómo funciona la vara: el proceso es lento y bajo el famoso "apego al artículo 295", no se pueden dar detalles. Una receta para la frustración.
Al final, esta historia es un chunche que hemos visto mil veces pero con diferente empaque. Antes eran los sellos de la abundancia o los quesitos, ahora son "GPUs para minería", "almacenamiento en la nube" y un montón de terminología cripto que la mayoría no entiende pero que suena increíblemente sofisticada. Es la misma gata, solo que revolcada en blockchain. Nos deja una lección carísima sobre esa mezcla tóxica de ambición, necesidad y la habilidad de ciertos personajes para vender humo con una confianza arrolladora. Maes, la pregunta del millón es: ¿cómo carajos nos protegemos de esta gente? O, más al punto, ¿creen que en Costa Rica la justicia es demasiado blandita con los estafadores de cuello blanco?
