Maes, pónganle atención a esta vara, porque el novelón político del fin de semana está para comerse las uñas. Resulta que en el Partido Pueblo Soberano (PPSO), que tanto se jacta de ser la voz del pueblo, se armó un despiche de los buenos. La última es que sacaron de su Asamblea Nacional a uno de sus propios delegados, un mae de nombre Carlos Vásquez. Y no, no lo sacaron por llegar tarde o por hacer mucho escándalo, lo sacaron, según él, 'de forma irregular' y a la pura fuerza. ¡Qué torta se están jalando! Justo cuando uno piensa que ya ha visto de todo en la política tica, salen con un chunche de estos que nos deja con la boca abierta y oliendo a encerrado.
Diay, ¿y cuál es el meollo del asunto? Según cuenta Vásquez, el delegado propietario de Puntarenas no llegó, y por regla de tres, le tocaba a él, como suplente, entrar a batear. Es lo lógico, ¿no? Pues parece que en la cúpula del PPSO la lógica opera en otro multiverso. El mae denuncia que simple y sencillamente le dijeron 'nanay', lo dejaron afuera y le dieron su campo a alguien que estaba más abajo en la lista. O sea, lo dejaron viendo para el ciprés, sin voz ni voto. El argumento de Vásquez es lapidario y directo a la yugular: 'Es porque van a hacer irregularidades'. Él asegura que en ese partido, a las voces que no aplauden como focas, simplemente las silencian para poder hacer lo que les da la gana sin testigos incómodos. Si eso no suena a chanchullo, yo no sé qué lo hace.
Pero esperen, que la vara se pone mejor. Este mae, Carlos Vásquez, no es ningún pintado en la pared. Resulta que él ya les había metido cuatro recursos de amparo electorales al partido por el mismo proceso de elección de diputados. O sea, el hombre ya venía cantándoles las verdades y señalando supuestas inconsistencias desde antes. Sacarlo de la asamblea justo el día que se ratifican las papeletas suena, como mínimo, a una jugada muy torpe y sospechosa. Ahora, como era de esperarse, Vásquez advirtió que no se va a quedar de brazos cruzados y que va a presentar un recurso de nulidad contra todo el proceso. En otras palabras, les va a seguir dando brete a los abogados del partido y al Tribunal Supremo de Elecciones. El mae salió salado de la asamblea, pero parece que les va a dejar una buena sal a los que lo sacaron.
Lo más 'cómico', por no llorar, es la justificación oficial que medio se escucha por ahí. Según otro líder del partido, los únicos cambios que se iban a hacer en las papeletas eran para meter suplentes y cumplir con la famosa 'cuota de juventudes'. ¡Por favor! Esa excusa es más floja que un elástico vencido. ¿De verdad nos quieren hacer creer que para mover un par de nombres en la suplencia había que sacar a un delegado disidente a la fuerza? La verdad, todo este enredo deja una sensación amarga. Parece que la democracia interna en algunos partidos se está convirtiendo en una fachada, una especie de finca personal donde el que manda decide quién habla y quién se calla. Y así, con esa falta de transparencia, es como la credibilidad de todo el sistema político se va al traste poco a poco.
Al final del día, lo que queda es un partido más manchado por pleitos internos y un ciudadano que, con razón o sin ella, siente que le están jugando sucio. Este tipo de situaciones son las que terminan de ahuyentar a la gente de las urnas y de la participación política. Porque si así se tratan entre ellos, ¿qué puede esperar uno como votante? El panorama es complejo y deja un montón de preguntas en el aire sobre la salud de nuestros partidos políticos. El despiche en el PPSO no es solo un chisme interno, es un síntoma de un problema mucho más grande que nos afecta a todos. Veremos en qué termina este culebrón, pero por ahora, pinta para largo.
Maes, ahora en serio, les tiro la bola a ustedes: ¿Ustedes creen que estos pleitos son normales en la 'calentura' de la política o esto ya es una señal de que ciertos partidos están podridos por dentro? ¿O es que ya esto es el pan de cada día y mejor ni nos ahuevamos? Cuenten a ver qué piensan.
Diay, ¿y cuál es el meollo del asunto? Según cuenta Vásquez, el delegado propietario de Puntarenas no llegó, y por regla de tres, le tocaba a él, como suplente, entrar a batear. Es lo lógico, ¿no? Pues parece que en la cúpula del PPSO la lógica opera en otro multiverso. El mae denuncia que simple y sencillamente le dijeron 'nanay', lo dejaron afuera y le dieron su campo a alguien que estaba más abajo en la lista. O sea, lo dejaron viendo para el ciprés, sin voz ni voto. El argumento de Vásquez es lapidario y directo a la yugular: 'Es porque van a hacer irregularidades'. Él asegura que en ese partido, a las voces que no aplauden como focas, simplemente las silencian para poder hacer lo que les da la gana sin testigos incómodos. Si eso no suena a chanchullo, yo no sé qué lo hace.
Pero esperen, que la vara se pone mejor. Este mae, Carlos Vásquez, no es ningún pintado en la pared. Resulta que él ya les había metido cuatro recursos de amparo electorales al partido por el mismo proceso de elección de diputados. O sea, el hombre ya venía cantándoles las verdades y señalando supuestas inconsistencias desde antes. Sacarlo de la asamblea justo el día que se ratifican las papeletas suena, como mínimo, a una jugada muy torpe y sospechosa. Ahora, como era de esperarse, Vásquez advirtió que no se va a quedar de brazos cruzados y que va a presentar un recurso de nulidad contra todo el proceso. En otras palabras, les va a seguir dando brete a los abogados del partido y al Tribunal Supremo de Elecciones. El mae salió salado de la asamblea, pero parece que les va a dejar una buena sal a los que lo sacaron.
Lo más 'cómico', por no llorar, es la justificación oficial que medio se escucha por ahí. Según otro líder del partido, los únicos cambios que se iban a hacer en las papeletas eran para meter suplentes y cumplir con la famosa 'cuota de juventudes'. ¡Por favor! Esa excusa es más floja que un elástico vencido. ¿De verdad nos quieren hacer creer que para mover un par de nombres en la suplencia había que sacar a un delegado disidente a la fuerza? La verdad, todo este enredo deja una sensación amarga. Parece que la democracia interna en algunos partidos se está convirtiendo en una fachada, una especie de finca personal donde el que manda decide quién habla y quién se calla. Y así, con esa falta de transparencia, es como la credibilidad de todo el sistema político se va al traste poco a poco.
Al final del día, lo que queda es un partido más manchado por pleitos internos y un ciudadano que, con razón o sin ella, siente que le están jugando sucio. Este tipo de situaciones son las que terminan de ahuyentar a la gente de las urnas y de la participación política. Porque si así se tratan entre ellos, ¿qué puede esperar uno como votante? El panorama es complejo y deja un montón de preguntas en el aire sobre la salud de nuestros partidos políticos. El despiche en el PPSO no es solo un chisme interno, es un síntoma de un problema mucho más grande que nos afecta a todos. Veremos en qué termina este culebrón, pero por ahora, pinta para largo.
Maes, ahora en serio, les tiro la bola a ustedes: ¿Ustedes creen que estos pleitos son normales en la 'calentura' de la política o esto ya es una señal de que ciertos partidos están podridos por dentro? ¿O es que ya esto es el pan de cada día y mejor ni nos ahuevamos? Cuenten a ver qué piensan.
