Maes, si tenían pensado accidentarse o que les diera un patatús este fin de semana largo, mejor piénsenlo dos veces. La cosa en el Hospital San Juan de Dios está que arde. No es un secreto que las emergencias de la Caja viven en un estado de caos controlado, pero ahora mismo la vara se salió de las manos. Estamos hablando de que el servicio de Emergencias no está al 100%, ni al 110%... ¡está al 130% de su capacidad! Y hospitalización anda por el 95%. O sea, el hospital está, en el más puro tico, hasta la jupa. Un despiche total que amenaza con ponerse peor con los días libres que se vienen.
El problema es un enredo de varias varas al mismo tiempo. Por un lado, la cantidad de gente que llega es altísima, con casos cada vez más complejos. Por otro, simplemente no hay camas. Es como jugar al juego de las sillas, pero con la salud de la gente. Y para ponerle la cereza a esta torta, resulta que hay 14 camas ocupadas por pacientes que médicamente ya podrían irse para la casa, pero no tienen un albergue o un lugar seguro a dónde ir. ¡Qué sal! Imagínese usted, listo para el egreso pero teniendo que quedarse ahí, ocupando un campo vital, porque el sistema fuera del hospital también tiene sus huecos. Es un círculo vicioso que solo alimenta el caos.
Ante este panorama, la gente del San Juan está corriendo para apagar el incendio. La directora, la doctora María Eugenia Villalta, anunció un plan de contingencia que suena a medidas desesperadas, pero necesarias. Van a tener reuniones dos veces al día solo para ver cómo manejan el gentío, van a meterle refuerzos de médicos durante todo el finde largo para tratar de sacar gente más rápido y van a pisar el acelerador con los exámenes de laboratorio y rayos X. La idea es simple: agilizar todo para ver quién se puede ir jalando y quién necesita quedarse sí o sí. Es una carrera contra el tiempo y contra el colapso.
La medida que seguro va a dolerle a más de uno es la suspensión de cirugías electivas de Cirugía General. O sea, si usted estaba esperando esa operación que no era de vida o muerte, va a tener que seguir esperando. Salado. Obviamente, las cirugías de emergencia, las de cáncer y las que son prioridad se mantienen, pero esto demuestra el nivel del despiche: tienen que sacrificar una parte del brete para poder concentrarse en que Emergencias no se les vaya al traste por completo. Es una decisión difícil, pero cuando se atiende a 400 pacientes diarios en una sola Emergencia, no queda de otra que priorizar lo más crítico.
Al final, todo esto termina con el clásico jalón de orejas para nosotros, los usuarios. Las autoridades del hospital nos recuerdan, con toda la razón del mundo, que Emergencias es para EMERGENCIAS. No para un dolor de cabeza de un día, no para una uña encarnada, no para pedir una receta. Para eso están los EBAIS y las clínicas. Usar mal el servicio es echarle más leña al fuego. Así que, diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Esto es solo un problema puntual del San Juan de Dios por el finde largo o es un síntoma de que toda la Caja está pidiendo cacao desde hace rato? ¿Les ha tocado vivir un despiche de estos en algún hospital público? Cuenten sus historias.
El problema es un enredo de varias varas al mismo tiempo. Por un lado, la cantidad de gente que llega es altísima, con casos cada vez más complejos. Por otro, simplemente no hay camas. Es como jugar al juego de las sillas, pero con la salud de la gente. Y para ponerle la cereza a esta torta, resulta que hay 14 camas ocupadas por pacientes que médicamente ya podrían irse para la casa, pero no tienen un albergue o un lugar seguro a dónde ir. ¡Qué sal! Imagínese usted, listo para el egreso pero teniendo que quedarse ahí, ocupando un campo vital, porque el sistema fuera del hospital también tiene sus huecos. Es un círculo vicioso que solo alimenta el caos.
Ante este panorama, la gente del San Juan está corriendo para apagar el incendio. La directora, la doctora María Eugenia Villalta, anunció un plan de contingencia que suena a medidas desesperadas, pero necesarias. Van a tener reuniones dos veces al día solo para ver cómo manejan el gentío, van a meterle refuerzos de médicos durante todo el finde largo para tratar de sacar gente más rápido y van a pisar el acelerador con los exámenes de laboratorio y rayos X. La idea es simple: agilizar todo para ver quién se puede ir jalando y quién necesita quedarse sí o sí. Es una carrera contra el tiempo y contra el colapso.
La medida que seguro va a dolerle a más de uno es la suspensión de cirugías electivas de Cirugía General. O sea, si usted estaba esperando esa operación que no era de vida o muerte, va a tener que seguir esperando. Salado. Obviamente, las cirugías de emergencia, las de cáncer y las que son prioridad se mantienen, pero esto demuestra el nivel del despiche: tienen que sacrificar una parte del brete para poder concentrarse en que Emergencias no se les vaya al traste por completo. Es una decisión difícil, pero cuando se atiende a 400 pacientes diarios en una sola Emergencia, no queda de otra que priorizar lo más crítico.
Al final, todo esto termina con el clásico jalón de orejas para nosotros, los usuarios. Las autoridades del hospital nos recuerdan, con toda la razón del mundo, que Emergencias es para EMERGENCIAS. No para un dolor de cabeza de un día, no para una uña encarnada, no para pedir una receta. Para eso están los EBAIS y las clínicas. Usar mal el servicio es echarle más leña al fuego. Así que, diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Esto es solo un problema puntual del San Juan de Dios por el finde largo o es un síntoma de que toda la Caja está pidiendo cacao desde hace rato? ¿Les ha tocado vivir un despiche de estos en algún hospital público? Cuenten sus historias.