A ver, maes, sentémonos un toque a hablar de esta vara, porque tiene tela que cortar. Resulta que el fin de semana pasado, en la Antigua Aduana, el IMAS montó una feria de emprendedoras. ¡Qué chiva!, ¿verdad? Un evento para apoyar a un montón de mujeres que le ponen bonito a sus negocios, todo financiado con platica de todos nosotros. El ambiente perfecto para ir a comprarse un recuerdito y apoyar lo nacional. Pero diay, como en toda buena historia tica, se armó el despiche. ¿La razón? Doña Laura Fernández, la ahora candidata oficial del chavismo, se apareció por ahí, no precisamente a comprar chereques.
La versión oficial, contada por la mera mera del IMAS, Yorleni León, es que ellos no la invitaron. Según dijo, doña Laura llegó "como miles de costarricenses, a comprar". Una ciudadana más, ejerciendo su derecho. Suena bonito, ¿verdad? Casi que uno se la cree. El problema es que esta "ciudadana" no andaba sola. ¡Qué va! Andaba del brazo de su candidato a vicepresidente, Francisco Gamboa, y se tomó fotos muy sonriente con la diputada Pilar Cisneros. ¡Pura casualidad, maes! Y para rematar, aprovechó el evento público para dar declaraciones políticas a cuanto creador de contenido se le acercara. O sea, se montó una mini conferencia de prensa en medio de los stands. ¡Qué torta! Porque una cosa es ir a apoyar, y otra muy distinta es usar la plataforma pagada por el Estado para hacer campaña.
Y aquí es donde la vara se pone más seria, porque si esto fuera un caso aislado, uno diría "bueno, salado, se les coló". Pero no. Este es solo el capítulo más reciente del "Tour de Eventos Gubernamentales de Laura Fernández". Recordemos: el 5 de mayo, cuando Chaves dio su informe de labores, ella estaba en la plaza de la Democracia, en primera fila. Luego, para el 25 de julio en Nicoya, ahí estaba otra vez, luciendo el famoso pin del jaguar que después el TSE tuvo que prohibirle a los funcionarios por beligerancia política. Cada vez con una excusa diferente: que la invitó la Cámara de Pescadores, que andaba de paseo, que justo iba pasando por ahí. Mae, las coincidencias son tantas que ya parecen estrategia.
El meollo del asunto, y lo que de verdad debería preocuparnos, es esa línea que cada vez se ve más borrosa entre el aparato del Estado y la maquinaria electoral de un partido. La ley es clarísima sobre la beligerancia política: no se pueden usar recursos públicos para favorecer a un candidato. Y aunque alguien diga "pero la feria era abierta", el simple hecho de que figuras clave del oficialismo se reúnan con su candidata en un evento organizado y financiado por el Gobierno ya genera un ruido terrible. Es usar la institucionalidad como telón de fondo para una campaña que aún no arranca oficialmente. Es, en tico, jalarse una torta que nos puede salir muy cara a nivel de cultura democrática. El IMAS intenta lavarse las manos, pero la pregunta es si alguien de verdad se está tomando en serio la separación de poderes y de intereses.
Al final, todo se siente como una jugada muy calculada. La candidata gana exposición, se muestra cercana a la gente y al Gobierno que la respalda, y si alguien pregunta, la respuesta es siempre la misma: "yo solo pasaba por aquí". La visita a la feria del IMAS no fue un error, fue un ensayo más. Uno muy evidente. Nos deja un sabor de boca amargo, porque mientras unas emprendedoras pulsean su brete, otros parecen estar pulseando votos de forma solapada. Así que la pregunta del millón es: ¿somos muy malpensados o aquí hay un uso, digamos... 'creativo' de los eventos públicos para aceitar la maquinaria electoral? ¿Se vale hacer campaña a lo callado en la feria del IMAS? Los leo, maes.
La versión oficial, contada por la mera mera del IMAS, Yorleni León, es que ellos no la invitaron. Según dijo, doña Laura llegó "como miles de costarricenses, a comprar". Una ciudadana más, ejerciendo su derecho. Suena bonito, ¿verdad? Casi que uno se la cree. El problema es que esta "ciudadana" no andaba sola. ¡Qué va! Andaba del brazo de su candidato a vicepresidente, Francisco Gamboa, y se tomó fotos muy sonriente con la diputada Pilar Cisneros. ¡Pura casualidad, maes! Y para rematar, aprovechó el evento público para dar declaraciones políticas a cuanto creador de contenido se le acercara. O sea, se montó una mini conferencia de prensa en medio de los stands. ¡Qué torta! Porque una cosa es ir a apoyar, y otra muy distinta es usar la plataforma pagada por el Estado para hacer campaña.
Y aquí es donde la vara se pone más seria, porque si esto fuera un caso aislado, uno diría "bueno, salado, se les coló". Pero no. Este es solo el capítulo más reciente del "Tour de Eventos Gubernamentales de Laura Fernández". Recordemos: el 5 de mayo, cuando Chaves dio su informe de labores, ella estaba en la plaza de la Democracia, en primera fila. Luego, para el 25 de julio en Nicoya, ahí estaba otra vez, luciendo el famoso pin del jaguar que después el TSE tuvo que prohibirle a los funcionarios por beligerancia política. Cada vez con una excusa diferente: que la invitó la Cámara de Pescadores, que andaba de paseo, que justo iba pasando por ahí. Mae, las coincidencias son tantas que ya parecen estrategia.
El meollo del asunto, y lo que de verdad debería preocuparnos, es esa línea que cada vez se ve más borrosa entre el aparato del Estado y la maquinaria electoral de un partido. La ley es clarísima sobre la beligerancia política: no se pueden usar recursos públicos para favorecer a un candidato. Y aunque alguien diga "pero la feria era abierta", el simple hecho de que figuras clave del oficialismo se reúnan con su candidata en un evento organizado y financiado por el Gobierno ya genera un ruido terrible. Es usar la institucionalidad como telón de fondo para una campaña que aún no arranca oficialmente. Es, en tico, jalarse una torta que nos puede salir muy cara a nivel de cultura democrática. El IMAS intenta lavarse las manos, pero la pregunta es si alguien de verdad se está tomando en serio la separación de poderes y de intereses.
Al final, todo se siente como una jugada muy calculada. La candidata gana exposición, se muestra cercana a la gente y al Gobierno que la respalda, y si alguien pregunta, la respuesta es siempre la misma: "yo solo pasaba por aquí". La visita a la feria del IMAS no fue un error, fue un ensayo más. Uno muy evidente. Nos deja un sabor de boca amargo, porque mientras unas emprendedoras pulsean su brete, otros parecen estar pulseando votos de forma solapada. Así que la pregunta del millón es: ¿somos muy malpensados o aquí hay un uso, digamos... 'creativo' de los eventos públicos para aceitar la maquinaria electoral? ¿Se vale hacer campaña a lo callado en la feria del IMAS? Los leo, maes.
