Mae, a veces uno lee noticias que parecen sacadas de una película de terror de bajo presupuesto, y la de hoy entra perfecto en esa categoría. Resulta que el Ministerio de Salud soltó los datos del gusano barrenador en humanos para este 2025 y, para ponerlo en buen tico: ¡qué despiche más grande! Los casos se dispararon un 150% comparado con el año pasado. Pasamos de 28 casos reportados a estas alturas en 2024 a 70 confirmados por laboratorio. Setenta personas, mae. Setenta ticos con larvas de mosca comiéndose sus tejidos. Si eso no les pone la piel de gallina, diay, no sé qué lo hará.
Y como en toda historia de terror, hay perfiles que parecen ser los favoritos del "monstruo". Según los datos, esta vara del gusano barrenador tiene una clara preferencia por los hombres, que se llevan casi el 70% de los casos. Pero el dato que de verdad preocupa es el de la edad. Nuestros tatas y abuelos, la gente de más de 65 años, son por mucho los más afectados, con 36 de los 70 casos. Son los que están llevando la peor parte, los más salados en esta estadística macabra. Esto ya no es solo un número; estamos hablando de la población más vulnerable, la que a menudo necesita más cuidados y que, por lo visto, está más expuesta a este problema.
Ahora, ¿dónde está pegando más duro este asunto? Si uno ve los números absolutos, Alajuela y San José llevan la delantera. Pero la verdadera historia, la que cuenta el peligro real, está en las tasas por cada 100.000 habitantes. Y ahí, la cosa cambia de color. Limón, Guanacaste y Puntarenas son las provincias con las tasas más altas. O sea, aunque tengan menos casos en total, el riesgo por persona en las costas es significativamente mayor. Esto nos dice que el problema no está solo concentrado en el GAM, sino que tiene focos calientes en zonas rurales y costeras, donde quizás el acceso a la salud o la información sobre prevención no llega con la misma fuerza.
Ante este panorama, el Ministerio de Salud sale con su lista de recomendaciones, que es básicamente el manual de lo que nuestras abuelas nos decían desde chiquillos. Que nos lavemos las manos, que si uno se hace una herida, por más tonta que parezca, la cure bien y la mantenga limpia. Que si ve algo raro —dolor, picazón o, Dios no lo quiera, larvas—, jale para el EBAIS de una. Y un punto clave: revisar a los animales. Perros, gatos, vacas, lo que sea. Las mascotas y el ganado son un puente directo para que esta plaga se nos meta en la casa. La prevención empieza por ahí, por entender que esto no es solo un despiche de humanos, sino un problema de salud integral.
Viendo el aumento tan salvaje de un año para otro, la pregunta es inevitable: ¿qué está pasando realmente? Un 150% no es un aumento, es una explosión. Nos deja pensando si las campañas de prevención están llegando a donde tienen que llegar o si se están quedando cortas. ¿Será que como sociedad nos relajamos y le perdimos el miedo? La vara se está poniendo fea y las soluciones de siempre parecen no ser suficientes. Por eso les pregunto a ustedes, maes del foro: más allá de lavarse las manos, ¿qué creen que está fallando? ¿Será que nos estamos durmiendo en los laureles con la salud pública o esto es simplemente una racha de mala suerte que se nos salió de control?
Y como en toda historia de terror, hay perfiles que parecen ser los favoritos del "monstruo". Según los datos, esta vara del gusano barrenador tiene una clara preferencia por los hombres, que se llevan casi el 70% de los casos. Pero el dato que de verdad preocupa es el de la edad. Nuestros tatas y abuelos, la gente de más de 65 años, son por mucho los más afectados, con 36 de los 70 casos. Son los que están llevando la peor parte, los más salados en esta estadística macabra. Esto ya no es solo un número; estamos hablando de la población más vulnerable, la que a menudo necesita más cuidados y que, por lo visto, está más expuesta a este problema.
Ahora, ¿dónde está pegando más duro este asunto? Si uno ve los números absolutos, Alajuela y San José llevan la delantera. Pero la verdadera historia, la que cuenta el peligro real, está en las tasas por cada 100.000 habitantes. Y ahí, la cosa cambia de color. Limón, Guanacaste y Puntarenas son las provincias con las tasas más altas. O sea, aunque tengan menos casos en total, el riesgo por persona en las costas es significativamente mayor. Esto nos dice que el problema no está solo concentrado en el GAM, sino que tiene focos calientes en zonas rurales y costeras, donde quizás el acceso a la salud o la información sobre prevención no llega con la misma fuerza.
Ante este panorama, el Ministerio de Salud sale con su lista de recomendaciones, que es básicamente el manual de lo que nuestras abuelas nos decían desde chiquillos. Que nos lavemos las manos, que si uno se hace una herida, por más tonta que parezca, la cure bien y la mantenga limpia. Que si ve algo raro —dolor, picazón o, Dios no lo quiera, larvas—, jale para el EBAIS de una. Y un punto clave: revisar a los animales. Perros, gatos, vacas, lo que sea. Las mascotas y el ganado son un puente directo para que esta plaga se nos meta en la casa. La prevención empieza por ahí, por entender que esto no es solo un despiche de humanos, sino un problema de salud integral.
Viendo el aumento tan salvaje de un año para otro, la pregunta es inevitable: ¿qué está pasando realmente? Un 150% no es un aumento, es una explosión. Nos deja pensando si las campañas de prevención están llegando a donde tienen que llegar o si se están quedando cortas. ¿Será que como sociedad nos relajamos y le perdimos el miedo? La vara se está poniendo fea y las soluciones de siempre parecen no ser suficientes. Por eso les pregunto a ustedes, maes del foro: más allá de lavarse las manos, ¿qué creen que está fallando? ¿Será que nos estamos durmiendo en los laureles con la salud pública o esto es simplemente una racha de mala suerte que se nos salió de control?