Diay maes, siéntense un toque que el chisme político está bueno. ¿Se acuerdan de toda la emoción con el cambio en la Muni de Chepe? Que por fin se fue Johnny, que llegó gente nueva con Juntos San José, que ahora sí se venía el cambio... Bueno, parece que la luna de miel duró menos que un aguacero de abril, porque ya se armó el primer despiche, y no uno pequeño.
Resulta y acontece que Rafael González, quien no era cualquier pelagatos sino el jefe de fracción del partido en el Concejo Municipal, acaba de tirar la puerta y renunciar. Y no se fue en silencio, ¡qué va! Se fue tirando candela y denunciando una “auténtica persecución política y profesional”. A él se le unió otro militante, Ricardo Villegas. La vara, según cuentan, es que los dos maes tienen una empresa de comunicación política y les salió un brete con un partido a nivel nacional. Aparentemente, a la cúpula de Juntos San José esto no le hizo ni media gracia y, en lugar de conversarlo, le pidieron la cabeza. ¡Así, a lo old school!
Y aquí es donde la torta se empieza a poner fea. González califica la jugada de “autoritaria y alejada de la democracia interna”. Habla de “verticalidad en la toma de decisiones” y de que se eliminaron los espacios de diálogo. O sea, traduciendo del politiqués al tico: les dijeron “o lo dejan, o se van”. Y bueno, se fueron. Esto es particularmente irónico, porque si algo vendió el partido de Diego Miranda fue precisamente eso: una nueva forma de hacer política, más horizontal, más participativa... y a las primeras de cambio, parece que se les olvidó el manual.
Mae, hay que poner la vara en perspectiva. Este no es un pleito de patio de escuela. Estamos hablando del partido que logró la hazaña de sacar a Johnny Araya después de treinta y resto de años. La gente que votó por ellos no solo votó por un cambio de cara, sino por un cambio de mañas. Y cuando el propio jefe de los regidores te dice que adentro hay persecución y autoritarismo, diay, es para que a uno se le pare la peluca. ¿Cómo van a gobernar una ciudad tan compleja como San José si no pueden manejar una diferencia de criterio a lo interno sin que todo se vaya al traste?
Queda en el aire una sensación agridulce. Por un lado, qué bien que la gente denuncie y no se quede callada ante lo que consideran un abuso. Pero por otro, ¡qué sal! Apenas están calentando la silla y ya tienen una crisis de legitimidad interna que mancha esa imagen fresca que tanto les costó construir. Uno se pregunta si esto es un caso aislado, un error de novatos, o si de verdad el poder, aunque sea a nivel cantonal, empieza a marear más rápido de la cuenta. La promesa de ser diferentes es fácil de hacer en campaña, pero es en estos enredos donde se demuestra si era paja o si de verdad traían otro chunche.
Maes, ahora en serio: ¿Ustedes creen que esto es una simple birra de un partido nuevo que está learning to walk, o es la primera bandera roja de que, al final del día, las varas no son tan distintas como nos prometieron?
Resulta y acontece que Rafael González, quien no era cualquier pelagatos sino el jefe de fracción del partido en el Concejo Municipal, acaba de tirar la puerta y renunciar. Y no se fue en silencio, ¡qué va! Se fue tirando candela y denunciando una “auténtica persecución política y profesional”. A él se le unió otro militante, Ricardo Villegas. La vara, según cuentan, es que los dos maes tienen una empresa de comunicación política y les salió un brete con un partido a nivel nacional. Aparentemente, a la cúpula de Juntos San José esto no le hizo ni media gracia y, en lugar de conversarlo, le pidieron la cabeza. ¡Así, a lo old school!
Y aquí es donde la torta se empieza a poner fea. González califica la jugada de “autoritaria y alejada de la democracia interna”. Habla de “verticalidad en la toma de decisiones” y de que se eliminaron los espacios de diálogo. O sea, traduciendo del politiqués al tico: les dijeron “o lo dejan, o se van”. Y bueno, se fueron. Esto es particularmente irónico, porque si algo vendió el partido de Diego Miranda fue precisamente eso: una nueva forma de hacer política, más horizontal, más participativa... y a las primeras de cambio, parece que se les olvidó el manual.
Mae, hay que poner la vara en perspectiva. Este no es un pleito de patio de escuela. Estamos hablando del partido que logró la hazaña de sacar a Johnny Araya después de treinta y resto de años. La gente que votó por ellos no solo votó por un cambio de cara, sino por un cambio de mañas. Y cuando el propio jefe de los regidores te dice que adentro hay persecución y autoritarismo, diay, es para que a uno se le pare la peluca. ¿Cómo van a gobernar una ciudad tan compleja como San José si no pueden manejar una diferencia de criterio a lo interno sin que todo se vaya al traste?
Queda en el aire una sensación agridulce. Por un lado, qué bien que la gente denuncie y no se quede callada ante lo que consideran un abuso. Pero por otro, ¡qué sal! Apenas están calentando la silla y ya tienen una crisis de legitimidad interna que mancha esa imagen fresca que tanto les costó construir. Uno se pregunta si esto es un caso aislado, un error de novatos, o si de verdad el poder, aunque sea a nivel cantonal, empieza a marear más rápido de la cuenta. La promesa de ser diferentes es fácil de hacer en campaña, pero es en estos enredos donde se demuestra si era paja o si de verdad traían otro chunche.
Maes, ahora en serio: ¿Ustedes creen que esto es una simple birra de un partido nuevo que está learning to walk, o es la primera bandera roja de que, al final del día, las varas no son tan distintas como nos prometieron?